Epílogo. Te Amo.

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Si los finales felices existieran, te seguiría abrazando como aquella vez.


El dolor es algo que el ser humano no está listo para sobrellevar.

Existen muchos tipos de dolor, y cada uno es una tortura a su manera. La perdida de alguien es una de las que más dolerá para quien sea.

Oh almenos para mí, esa será la que mas me dolerá. El saber que un día lo tenía todo, y al otro, lo perdí todo.

Había pasado ya un mes de su partida. De cuando cerró los ojos y no los volvió abrir. Y por fin tenía la valentía de salir de mi habitación con mi libreta en mano y un nudo de emociones en mi interior.

Fue difícil este mes, demasiado. Perdí mi primer año de universidad, y la verdad no me importaba mucho, pues en mi plan de vida, nunca fue entrar. Es mas, solo tenia planeado hasta la preparatoria, después de eso, no había nada. Hasta hace poco.

Baje las escaleras poniéndome mi mochilita en mis hombros. Esto me traía tantos recuerdos. Y saber que esta vez no había nadie detrás de la puerta esperándome, era doloroso.

—Mamá —la llame cuando baje.

Ella se giro y me miró de arriba a bajo sorprendida. No la culpaba, me encerré en mi habitación sin querer hablar con alguien, quería ahogarme en mi propio dolor sin molestar a nadie. Pero sabía que eso a él no le hubiera gustado, por lo que tomé coraje y valor para salir. Pará ir a donde me había pedido.

—Saldré un rato, vuelvo más tarde —dije.

—No quieres desayunar algo.

—No, estoy bien. Adiós.

Sin esperar respuesta salí de la casa y camine a la parada de taxis. Tomé uno y pedí que me llevara al estudio de grabación.

Esto era difícil, debía admitirlo. Esta sería mi primera vez yendo sin el.

Los recuerdos me invadían y mis ojos se humedecían por la lágrimas. Las elimine y tome fuerte mi mochila en mis manos. No tenía muy claro porque quería que fuera al estudio, y después de millones de veces de ver el video, vine.

El primer día después de su partida, me la pase encerrada en mi habitación, llore, grite, patalee, suplique, incluso rompí cosas creyendo que con eso el dolor se esfumaría, o que el volvería.

El segundo día solo me senté en mi cama y mire fijamente al frente. Sin pensar en algo concreto.

El tercer día, vi el video millones de veces con lágrimas rodar por mis mejillas.

El cuarto día, volví a llorar y a gritar. Me aferre a su recuerdos y me negaba aceptar lo que estaba pasando.

El quinto día, mis suegros vinieron a verme, y entregarme un papel donde decía que Aidan me dejaba su departamento. Si, su departamento.
No lo podía creer hasta que vi el papel donde me dejaba como la propietaria.

El sexto día llore, llore y llore hasta quedarme dormida.

El séptimo día, me miraba en el espejo y me sentí cansada y sin ganas. Me tire en mi cama y llore en silencio.

Y así todos los días era así. Llorar, gritar, lamentarme, suplicar que regresará, romper cosas. Así se resumía mi mes.

Cuando llegue al gran edificio, me puse los lentes de sol y camine al interior de este.

—Vengo a... —empecé hablar pero fui interrumpida.

—Oh claro, puedes pasar, te están esperando desde hace tiempo —me dijo la recepcionista.

La mire confundida y me gire para irme pero me detuvo.

—Me puedes dar tu autógrafo, por favor —me dijo dándome una libreta y un bolígrafo.

—¿Eh? —estaba confundida. ¿mi autógrafo?¿para que lo quería?

—Perdón, se que no es ético de mi parte pero es que adoro tu canción.

¿Canción?

Sin saber muy bien que hacia, tomé el bolígrafo junto a la libreta y firme. Se la entregue y guardo la libreta en su bolsa como si fuera un tesoro.

—Gracias.

Asentí y me fui al elevador.

Inconsciente me iba arrimando al final del elevador esperando esa calidez que el me brindaba, pero nunca apareció. Mientras subía y los que iban para arriba, me miraban asombrados y con emoción.

¿Qué les pasaba?

Cuando llegué frente a al puerta, toque con nerviosismo.

Simón abrió y una cálida sonrisa apareció en su rostro.

—Por un momento creía que nunca vendrías.

Me dejó pasar y Jonathan levantó su vista del teléfono y me sonrió.

—Me alegra que estés aquí Aneli. Lamento mucho lo que pasó, mi más sentido pésame. Pero me imagino que tienes muchas preguntas.

—De hecho si. Y la primera es saber porque estoy aquí —hable.

—Ven.

Me llevo de los hombros al sillón donde antes me sentaba. El y Jonathan se pusieron frente a mi.

—Primero, quiero que sepas que la idea fue mía, el no me la dio. Desde que te escuché cantar por primera vez dije que tu serias mi próxima estrella, y cuando viniste aquí a cantar, lo confirmaste. Así que —sacó un folder que lo dejó sobre la mesita que tenía frente a mi—, esto es para ti.

Dudando lo tome y lo abrí. Un contrato había en el interior. Pero mi boca se abrió de la sorpresa al leer el título.

Contrato de música para representación.

La aspirante Aneli Torres será representada por la compañía hasta que ella decida, se le administrará lo necesario para empezar su vida de cantautora profesional.
Simón será el representante y la llevará a ser una gran artista.

Deje de leer y mire a Simón sorprendida.

—¿Un contrato? ¿Me quieres en tu disquera?

—No, no te quiero, te necesito y te ruego que lo estés. Aidan era mi estrella modelo, y no, no eres su remplazo. Pero el tenerte aquí, será como tenerlo a él. Y lo más importante, tenerte aquí, será crecer hasta lo mas alto.

Froto sus manos sobre su regazo guardando silencio un momento antes de mirar a Jonathan y asentir.

—Aneli, te quiero como mi estrella. Como mi modelo estrella femenina. Te prometo que te llevaré lejos, te llevaré a las estrellas si quieres. Oh te las traeré si es necesario, pero acepta ser parte de este equipo que desde el momento que me digas que si, será tu equipo.

No pude evitar emocionarme. Esto era lo que siempre quise, cantar de manera profesional, de manera que el mundo conociera mi música. Pero ahora que lo tenía frente a mi, me hacía creer que esto era por el. No por mi.

—Si lo estas haciendo por el, debo decir que no es necesario...

—No, no, no lo estoy haciendo por el. Debo admitir, a el le encantaría tenerte aquí, el mismo se hubiera hecho tu representante para llevarte a la sima. Pero esto que estoy ofreciendo es por ti, no por el. Por ti.

—No lo has visto ¿verdad?

Mire confusa a Jonathan cuando hablo.

—¿Ver que? —pregunte.

El sonrió y sacó su teléfono. Tecleo algo y mire a Simón que sonreía con emoción.

Jonathan me pasó su teléfono y me quede sorprendida con lo que vi.

Era un video mío. Y de el. Era mi canción que cantamos juntos hace meses. La que cantamos cuando me trajo. ¡La subió!. ¡Carajo la había subido a la plataforma!. ¡Y ahora tenía más de diez millones de reproducciones!

El mejor dúo sin duda.

Por dios está canción es hermosa.

Aneli es una diosa cuando canta.

Que bonita voz de ambos, y la letra de la canción, Dios, definitivamente ambos harán arder el mundo.

Deje de leer los comentarios y le entregue el teléfono a Jonathan.

—¿Cuándo lo subió? —pregunté mirando el suelo.

—Un día antes de que muriera.

No supe que hacer. Había subido una canción mía sin mi consentimiento, y aún que eso no me molestaba en lo absoluto... Era difícil de creer. Me había hecho un favor al hacer eso.

—Puedes pensarlo, no te presionaremos.

No quería pensarlo más. Sabía mi respuesta. Esto era por el. Lo haría por el y por mi.

—Aceptó.

(...)

Cuatro años después.

Camine por el pequeño paso entre el pasto y las sepulturas. Era raro venir después de mucho tiempo y ahora ya no traer lágrimas en los ojos. Ya no sentirme vacía sabiendo que el ya no estaba.

Esta vez... Ya no dolía tanto.

Me detuve frente a su tumba.

La ultima nota de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora