Una brisa de invierno
enternece mi existencia,
pero el verte sonrojado
me devuelve la inocencia.
El color de aquellas flores,
violetas pensamientos,
se parece al de tus ojos
abrazados por el fuego.
Arpegiando dulces acordes
el tiempo va pasando,
¡Por favor! ¡No te detengas!
¡Por favor! ¡Sigue cantando!
Y entre arrullos sincopados
mi corazón se desvela,
otra noche que te siento
como sangre en mis venas.