Tus ojos, llamas de velas
que aprendieron a desvelarme
¿Qué pretendes al ceñirme
con fulgurosa mirada?
¿Que me desarme, que me derrita?
¿Que quede loca de enamorada?
Pues te aviso, no traiciono
si dejo en claro que
no basta con encender el fuego,
hay que saberlo mantener.
No tiene que imperar la prisa
para que no se enfríe el calor,
porque entonces solo habrá cenizas
al haberse apagado el amor.
No debe faltar la calma
para sentir la dulce tibieza
de corazones que galopan suave
pero no abandonan carrera.
Mis ojos, aires que juegan
al encontrarse con tus llamas
¿Qué pretendo al decirte esto?
¡Que no haya un incendio
y todo quede en la nada!