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Lara Croft percibió satisfactorias las horas de investigación con Aleister. La capacidad de Jonah no era nada comparada a la de su nuevo compañero, pero el cariño derivado del apoyo incondicional que el primero le brindó en momentos de mayor incertidumbre no podía ignorarse. 

Lara y Aleister se llevaron bien. Entre información monumental y charlas retroalimentativas, su compañía resultaba amena. Con él hubo una confianza que desterró la psicosis de su mente.  Al fin tenía una certeza, podía delegar actividades. 

—¿Cuánto tiempo te tardo en crecer hasta ese tamaño el cabello? —Le preguntó Aleister, ahogando la última silaba en un bostezo de alivio. La longitud del cabello de Lara era impactante. 

—No lo corto desde Yamatai. —Confesó apenada. 

—¿Alguna razón?

—No. —Admitió con un mohín alejado del disgusto para no externar la verdadera razón por la cual aquella noche de hotel no se cortó el cabello. Sentía vergüenza. 

—En muchas culturas el cabello largo se consideraba como un sinónimo de sabiduría.

Lara sonrió, guardando la necesidad incesante de confesar que las direcciones de sus pensamientos convergían constantemente. <<Lo sé>> Pensó, no quería intimidarlo al mostrarse sabedora. Comúnmente los hombres se mostraban agredidos cuando Lara exponía sus saberes. Para no percibir esos roces de competencia se quedó callada y molesta, porque no quería ser permisiva en ese aspecto. Detestaba tener que guardarse las cosas para agradarle a alguien que quería mantener cerca. 

Las jornadas de investigación cesaban al momento de que la noche alcanzaba su límite. Ambos se inmergían en los relatos a pesar de que el horario laboral de Aleister hubiera terminado, entre despedidas que nunca se concretaban a causa de los tesoros históricos de la humanidad que les devolvía a investigar. Era fácil pasar el tiempo juntos. 

En ese momento, Lara se recordó cuestionando si disfrutaba la dolorosa soledad después de Japón ¿Realmente valía la pena dejar la compañía y sumergirse en aventuras que se quedaran plasmadas en los libros donde redactaba sus memorias? Estaba destinada a la grandeza y la fama, pero aún no lo sabía. Eso no le implicaba deseo, por el momento su único deseo era dignificar el significado del apellido "Croft" en símbolo de disculpa que quiso brindar a sus padres. La mansión se había convertido en un lugar cómodo de nuevo, donde la introspección realizada a lo largo de los meses se mostraba en su buen humor y lo cálido que volvía a sentirse la arquitectura. Era de nuevo un lugar agradable.




Lara arribó en la búsqueda por la ubicación del exilio de Lilith. Exploró todos los lugares mencionados por Aleister y leídos en relatos bíblicos. Lo enigmáticos e históricos que resultaron dichos sitios dejaron anonadado su asombro. El calor era infernal en los desiertos pero el ánimo de respuestas le vencía a cuchilladas ese bochorno. 

Cuando llegó a Iraq lo hizo en compañía de un amable arqueólogo francés llamado Jean-Yves y de un nacional de nombre Saad. En el trayecto, los dos extranjeros, admiraron con furor las majestuosas tierras repletas de una cultura tan diferente al occidente, Lara no podía vagar sola entre áreas pobladas. 

Los viajes realizados, le hicieron asimilar la realidad del país, tenía nociones de como era por allá pero verificó la realidad comparando la gran cantidad de hombres que se desplazaban a comparación de las mujeres. No era la primer ocasión en que era la única mujer entre hombres y estaba segura de que no sería la ultima. Pero aún así la amabilidad y paciencia de algunas áreas contrastaban con la idea que Lara se había generalizado. Habían normas sociales que evidentemente no compartía pero se encontraba en un territorio con una cultura distinta y la respetaba. 

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