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Las batallas legales y el redescubrimiento de portales tejieron motivaciones esperanzadoras para sus impulsos.  Transcurrieron cuatro meses de investigación documental y dos de campo, sin resultados semejantes a los de su dolorosa remembranza, la decepción pintó de tonalidades frías su rostro. En Londres, una vez que regresaron de su última investigación de campo en Stonehenge, Jonah, quien pronto regresaría a su nueva vida en Perú, reconoció los sentimientos de su amiga. 

—No sé porque esto es tan importante para ti, pero confío en que algún día encontrarás lo que buscas, pajarito.— Comentó brindándole ánimos. Lara miró los ojos de Jonah, reconoció que él no volvería a acompañarla. Se lamentó no haber disfrutado lo que correctamente intuyó, era su última aventura juntos. Lo miró llena de nostalgia y agradecimiento por el apoyo de los últimos años. 

—Gracias por todo Jonah.— él se acercó a colocar sus bitácoras al escritorio, dónde encontró una carta. Prosiguió a leer el remitente —Organización de Jóvenes Salvajes. ¿Quieren donativos?

—Seguramente. —Respondió ella, estirándose en la cómoda silla de escritorio donde se encontraba sentada, bostezó y añadió. —Me extendieron una primera invitación la semana pasada, esta llegó ayer.

Jonah a sabiendas de que Lara no se había tomado el tiempo para leerla prosiguió a exponer su contenido. Informando que la invitación era para una posible integración al comité de la organización que no le despertaba interés.

—¿Formar parte de su comité? —Preguntó Lara, la gracia contorneó la comisura de sus labios con sarcasmo, evidenciando su desinterés.

—¿No sabías para que era la invitación? —Preguntó Jonah, Lara negó sutilmente con la cabeza. Su amigo le miró con lástima, reconociendo en ella la pérdida de capacidades sociales que los sucesos del pasado atrofiaron. 

—Solo leí el motivo, pero me resultó muy pretencioso el hecho de que hayan realizado la invitación por correo físico y no vía internet. —Confesó mostrando desaprobación.

—Sí, lo es.— Concordó Jonah. — Aunque aceptar podría entretenerte un rato, quizá y en sus investigaciones tengan información para encontrar algo de lo que sea que estás buscando. —Sugirió sacudiendo suavemente la carta en sus manos. Lara enarcó las cejas dándose cuenta de que la idea era buena.

—No lo había pensado —confesó Lara.






Al cabo de una semana, aceptó. El razonamiento contradijo sus pasiones, cavó un vacío de ilusión. Sus cualidades de compromiso y responsabilidad no querían fallarle a la organización encargada de apoyar a jóvenes arqueólogos, la cual, si bien al principio no le encajó en convencimiento, sumado a la —posibilidad—de que no encontrar nada, al fin de cuentas le brindaba una oportunidad que nadie más le daría para tratar reivindicar el honor de su apellido. Otro de sus anhelos más profundos.

—Créame que nos complace contar con su presencia el día de hoy señorita Croft. Personalmente, me resultó una emocionante noticia cuando me solicitaron ponerme en contacto con usted.— Comentó el joven que trabajaba acumulando horas de servicio social para la liberación de su maestría. Su estilo era formal y poco a poco se colaban destellos góticos en lo anguloso de los pliegues de su traje.

—Siendo honesta, me sorprendió que alguien me considerara para esto, tomando en cuenta el historial de mi familia en la percepción pública. —Respondió complacida de la cordialidad de aquel hombre.

—Si me permite el atrevimiento... —Ambos hablaron al mismo tiempo, interrumpiéndose.

—Agradezco la recomendación.

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