Durante las noches frías encendíamos un anafre con carbón y la calidez nos abrazaba en la habitación cuando el negro de este ardía del color del infierno.
—Este símbolo representa movimiento "Ollinia" avanzamos pero inevitablemente siempre volvemos al punto de partida.
—A ver, tratándose del aprendizaje, si aprendiera hoy no podría estar en el mismo punto de partida mañana.
—Sí, si es que confirmas tus hipótesis.
—No lo creo —su respuesta me costó aceptarla. No la esperaba viniendo de ella. Creía conocerla bien pero esperaba que compartiera esa forma de pensar.
—¿Porque?
—Por qué sabría más.
—Vuelves al mismo punto con más sabiduría.
—Pero no podría volver al mismo punto porque ya habría cambiado algo.
—Es metafórico. —no la convencí.
Cuando debí regresar una vez que mi estancia legal terminó, decidí quedarme impulsado por su confesión. El mejor sentimiento fue esa satisfacción venidera de la misma por la cual las cosas y nuestra relación continuó su mismo curso sin cambios, sin vergüenzas. Era confianza. Nuestro ambiente emocional fue imperturbable. En eso se equivocó, seguía tratándome como antes de confesar su sentir.
Las estaciones pasaron y jamás viví un invierno tan cálido como el de aquella noche. Me recosté en la cama antes que ella. Se recostó y yo fingí estar dormido, pero me conocía tan bien que lo sabía. Ocasionalmente me causaba desasosiego.
—¿Te da miedo? —me preguntó. Se acostó de lado, direccionándome su atención. Me giré para verla, estábamos frente a frente.
—¿Qué?
—Morir por estar conmigo —en su cuestionamiento atisbé un deseó de escuchar la verdad. Ella sabía la respuesta, se lo había comprobado con acciones, pero quería escucharme. Quería estar segura de mi conformidad. En su expresión de sentimientos había demasiada madurez que nada resultaba cursi, todo era cálido y cómodo.
—Estoy dispuesto a asumir el riesgo si así lo quieres.
—Pero, ¿tú que quieres? —Antes que pudiera decir algo me interrumpió— piénsalo bien antes de responderme. —La miré invitándome a pensar en lo que dijo y luego al techo, reconociendo mis deseos porque todo fuera de ese modo siempre.
—Quiero que hagas todo lo que deseas. Que explores todo lo que quieras y descubras lo que anhelas. Y que si quieres permitirme acompañarte en ese camino, no significar un inconveniente para todo eso.
Se acercó a mí. <<¿Puedo besarte?>> me preguntó y asentí. Percibí en mi interior un shock infantil. Sus labios rojos como las fresas comenzaron a danzar sobre los míos que percibían la dulzura en su calmada respiración. La única cosa que pasaba por mi cabeza era el deseo de no arruinarlo.
De repente sus caderas tomaron un cadencia mágica que cada vez estaba más cerca. Me rodeó con sus brazos y en medio del profundo silencio <<Quiero estar contigo ahora>> me susurró. Retrocedí mi cabeza para permitirme admirar su divinidad. Ese era el paraíso. <<Yo quiero que hagas todo lo que desees>> repetí aceptando cualquier intención que llevase intrínseca su invitación.
Volvió a besarme y me pidió que le besara del cuello hasta el vientre y así lo hice, se estremeció. Me tomó de la barbilla y me llevó de regreso a los labios. Me acarició la nuca mientras me besaba, me estremecí del mismo modo que ella lo había hecho. El roce de sus manos me conmocionó.
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Tomb Raider Nights
AventuraLa desdichada Lara Croft, tras ser expulsada de la Organización de Jovenes exploradores y reentablar comunicaciones con el historiador Aleister Fletcher. Se embarca a la búsqueda del Edén para descifrar el mito de la primer mujer mencionada en relat...