Entre El Cielo y El Infierno [Temp. 1]

Capítulo 29: Sentimientos

Hyukjae no dudo ni un sólo segundo en quitarse el cinturón y caminar sobre los asientos pasando al auto de Donghae. Se agachó y estiró su mano hacia el castaño, quién sin dudarlo se cogió de ésta asustado.

- No tengas miedo, te tengo.. no voy a soltarte - le dijo el pelinegro sin dejar de mirarlo, haciendo fuerza para ayudarlo a subir mientras con su mano libre se cogía fuertemente del asiento.

Donghae por su lado, se debatía entre si creerle o no, después de todo ¿Por qué había ido a buscarlo? ¿Para matarlo? ¿Venganza? ¿Por qué? ¿Por qué ahora estaba ayudándolo?.

Y como si pudiera leerle la mente, Hyukjae agregó.

- Yo te ame con todo mi corazón y no usé el cerebro como tú lo hiciste - le dijo el pelinegro con un ápice de dolor en sus palabras.

Donghae no daba crédito a lo que acababa de oír, no podía ser cierto. Finalmente Hyukjae logró ayudarlo a subir nuevamente y lo atrajo hacia sus brazos. El castaño temblaba como una hoja entre sus brazos, pegaron sus frentes y ambos respiraban pesadamente, Hyukjae cerró los ojos por un instante y se embriagó en el dulce aroma que desprendía el castaño, un aroma que sin darse cuenta ahora era su favorito. Donghae por su lado hizo lo mismo y movió su rostro hasta que pego su frente al hombro del pelinegro, sin soltarse de él, sintiendo su calor y su cercanía.

Aquellos segundos fueron los últimos segundos de sus vidas que podrían estar así, tan cerca, tan íntimos. Hyukjae abrió los ojos lentamente y con un último respiro, alejó suavemente al castaño de su cuerpo dejándolo a centímetros de él. Lo miró fijamente grabandose su rostro, sus ojos, sus labios y fue entonces que el tiempo había terminado para ellos.

- Desde el día en que te conocí, sentí una calidez dentro de mí, una calidez que sólo podía sentir si tú estabas cerca, llegaste a gustarme tanto que aprendí a reír y a sonreír nuevamente, pero bastó aquella cita de 5 minutos entre los 2 para que tuvieras mi corazón en tus manos, te ganaste mi amor y quería decírtelo el día de tu cumpleaños, con algo muy especial -

- Hyuk... -

- Donghae.. - el pelinegro subió su mano hasta la mejilla contraria y le dió un beso en la frente, el último que le daría y continuó al alejarse nuevamente sin soltarlo.

- Donghae, a partir de hoy, jamás vuelvas a mostrarme tu rostro, porque la próxima vez que lo vea.. te juro.. que te mataré - 

Donghae tenía la mirada cristalizada pero al escuchar esto último, sintió claramente como algo se quebró dentro suyo. Aunque su expresión fue de sorpresa, dejó que Hyukjae apegará sus frentes nuevamente, cerrando los ojos para no dejar escapar el dolor que sentía a través de ellos, quedando sus labios peligrosamente cerca.

Segundos después Donghae se quedó parado en medio de la carretera viendo como Hyukjae se iba en su auto sin mirar atrás.

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Días después

- Donghae ¿estás seguro de lo que vas a hacer? No puedes ir sólo allá, te van a matar sin siquiera pensarlo 2 veces - le dijo Minhyuk al borde de la desesperación.

- Min entiendeme.. todos estos días pensé profundamente palabra por palabra y te aseguro que Hyuk que no me mintió - aseguró Donghae mientras se alistaba.

- Por lo menos lleva tu arma, déjame ir contigo - le insistió Min.

- No Min, ¡entiende por favor! esto es algo que debo hacer sólo - dicho esto, tomó sus cosas y salió.

Poco tiempo después aparcó frente al departamento dónde se ocultaba Hyukjae, el castaño rogaba porque estuviera ahí y sobretodo que lo escuchara. Respiro profundamente y subió, al llegar al departamento del pelinegro. Dudo en tocar, pero finalmente lo hizo.

No tuvo que esperar mucho, pues la puerta fue abierta y la sorpresa en el rostro de Hyukjae fue su respuesta.

- ¿Qué haces aquí? ¿Quieres que te mate ya? - le dijo fríamente, mientras le daba la espalda.

- Hyukjae escúchame primero, por favor.. si después de lo que tengo que decirte, quieres cumplir con tu palabra, puedes matarme. No he traído mi arma y nadie sabe que estoy aquí. -

- Jajaja nadie sabe que estás aquí.. jajaja.. que gracioso eres.. pero está bien, te daré 5 minutos de mi tiempo - le dijo mientras se acercaba a la mesa a tomar su arma y a quitarle el seguro, mirándola como si fuera una joya invaluable la que tuviera entre sus manos. Para cuando una sonrisa perversa se dibujó en su rostro, volteó hacia el castaño apuntándolo.

- Lo siento.. fui injusto contigo.. sé que tú sólo amaste a aquello en lo que creíste genuino y transparente. Pero sabes.. la única diferencia que encontré en todo este tiempo, es que tú fuiste el primero en darte cuenta, que era amor lo que sentíamos el uno por el otro, lo que sin proponernoslo nació en nuestro interior. Yo apenas acabo de descubrirlo.. -

Una lágrima salió de sus ojos y se la limpió rápidamente, mientras que el pelinegro sólo se dedicaba a observarlo detenidamente, bajando su arma lentamente hasta que el castaño se detuvo por un instante en lo que decía.

- Soy consciente que lo que te voy a decir, tal vez ni siquiera me creas, pero tengo que decirte esto.. - dijo dando un paso más cerca de Hyuk - Te amo.. Hyukjae yo.. te amo - 

Aquellas palabras lograron remecer tremendamente el corazón de Hyukjae, dejó el arma sobre la mesa y volteó por un instante su rostro. Con un suspiro, regresó su mirada hacia el castaño y acortó la distancia entre los dos.

- No te atrevas a burlarte de ésta manera sobre lo que te dije - le dijo con la voz dura y gélida, con una mirada fría pero cristalizada. Lo tomó fuertemente del brazo izquierdo y arrastró al castaño fuera de su departamento. 

- Hyuk.. Hyuk.. por favor.. tienes que creerme.. no te estoy mintiendo.. Hyuk.. - 

- ¡Lárgate de mi vista y de mi vida.. no tientes tu suerte Lee Donghae, te dije que te mataría si te volvía a ver! ¡No hagas que cumpla mi palabra en este mismo instante! - le dijo amenazante el pelinegro.

- Pues mátame.. ¡Pero no me iré de aquí hasta que creas en mi palabra! - contradijo el castaño.

Hyukjae lo miró por última vez y entró en su departamento cerrando la puerta, dejando su amor y su corazón fuera de ahí con aquel ángel que terminó siendo un demonio, al cuál ahora no sabía si creerle o no.