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Luego de una exhaustiva práctica de baile se dedicó a caminar en soledad hacía su casa.

Sus pasos se movían discretamente con la música que tarareaba. Su cabeza iba llena de pensamientos aleatorios donde disfrutaba imaginarse cómo estaría en un futuro presentado movimientos rítmicos en una competencia.

Su profesora siempre le recordaba lo talentoso que era y eso le hacía demasiado feliz.

Para ser cierto...

Amaba bailar, y de eso no tenía ninguna duda; cuando bailaba olvidaba todos sus problemas y su mente solo se dedicaba a desconectarse y disfrutar de la sensación, pues su vida es un invierno sin fin, y el baile sería la hermosa primavera después de aquel invierno.

Un invierno tormentoso le esperó en casa, su primavera había pasado muy rápido y ya se encontraba bajo las frías temperaturas de su día a día.

Cuando cruzó la puerta de su casa con una resplandeciente sonrisa, ésta se desvaneció por completo al escuchar fuertes gritos en el segundo piso. Con miedo subió rápidamente las escaleras para encontrarse con sus discos favoritos rotos en el suelo de madera y su padre tirando sus pertenencias al mismo.

Cuando su padre notó su presencia le miró como si odiara cada parte de él y tragó fuerte por eso.

─¿Dónde estabas? ─había preguntado intentando sonar calmado, pero su tono sólo hizo que una corriente subiera por su espina dorsal.

─P-pacticando.

De verdad intentó no sonar asustado, pero su padre nunca le miraba así.

─¿Practicando para qué? ¿Para ser un maricón?

Esas palabras fueron arrojadas con furia y desprecio lo que le hizo temblar del miedo.

─ Responde Hyunjin, ¿dónde estabas?

─E-estuve p-practicando, padre.

Juró que si seguía hablándole de esa manera lloraría ahí mismo aunque lo hiciera frente a su padre.

Los hombres no lloran Hyunjin. Los hombres no lloran Hyunjin. Los hombres no lloran Hyunjin.

Repitió en su mente intentando calmarla y evitar llorar.

─Entonces, ¿bailar es de hombres? ─le cuestionó directamente, pero se vio incapaz de responderle─, ¿Acaso ahora tengo dos nenas en casa, Hyunjin?

─No, padre.

─ ¡¿Y qué se supone que es practicar ballet, Hyunjin?! ¿Acaso quieres ser una nena, Hyunjin? Porque podría comprarte ropa como la de tu hermana y así tendría dos nenas, ¿no te parece genial, Hyunjin?

Hyunjin esto. Hyunjin lo otro. Hyunjin debes ser. Hyunjin debes hacer. Hyunjin no. No Hyunjin.

Hyunjin. Hyunjin. Hyunjin.

Escuchar su nombre tantas veces le estaba mareando y dando una profunda rabia en su ser, una rabia inexplicable por sí mismo.

─ ¡Responde! ¿Quieres ser un maricón?

─N-no.

─ ¡Qué mierda quieres! ¡Te doy todo lo que puedo y me pagas comportándote como una maldita mujer! ¡¿Joder, no te da vergüenza, Hyunjin?!

Mientras gritaba le tomó de su camisa y zarandeó su cuerpo con fuerza para estamparlo contra la pared y seguir gritando cosas que ya no entendía. Sentía que iba a desmayarse si seguían moviendo su cuerpo se esa manera.

Entonces su padre estampó su palma contra la pared varias veces intentando llamar su atención, pero lo único que pudo hacer fue dejarse caer en el suelo y taparse los oídos con las manos.

El Juego de los Hombres ─ JEONGJIN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora