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El pelinegro al no escucharlo llorar más asumió que se había dormido y calmado, pero se equivocó al separarse y ver cómo Hyunjin se empezaba a lastimar de la desesperación.

─ ¡Hyunjin, no!

Tomó con fuerza sus manos para que no siguiera lastimándose. Sus ojos se miraron expectantes el uno al otro. Uno lleno de lindas constelaciones y los otros eran rojos, estaban cristalizados, pero aún se podía ver la galaxia en ellos.

Jeongin quitó la cara con vergüenza y dejó de hacer presión en los brazos; a medida que iba soltándolos deslizó los mismos acariciando los del contrario y le observó las heridas.

─La enfermera está bastante ocupada, así que yo te curaré las heridas, ¿eso está bien?

No estaba mintiendo. El grupo la había pasado mal al pelearse con otro colegio, llegando a los golpes y que sacaran al otro grupo de las eliminatorias por agresión. Por suerte él no participó de aquella pelea y fue a la enfermería a traer medicamentos.

Hyunjin no respondió, simplemente hizo un gesto de "aprobación".

Realmente se encontraba preocupado, nunca había visto a alguien tener una crisis así, y le dolió aún más al escuchar los gritos desde afuera, por suerte el amigo de Hyunjin no le había visto o moriría de la vergüenza.

Con delicadeza tomó los pálidos brazos del chico, que llenos de heridas rojizas y un poco de sangre seca, se seguían viendo lindos. Le miró unos segundos antes de comenzar a limpiar la herida y algo golpeo su pecho cuando lo vio como si estuviera en una especie de trance y le dio tanto miedo verlo tan demacrado, como si no hubiera dormido en días.

Se preguntó qué era lo que pasaba. Y si no estuviera tan preocupado, probablemente no hubiera dicho nada al respecto.

─Hyunjin.

Le llamó suavemente intentando sacarlo de su trance. Éste le miró con aquellos ojos que anteriormente estaban lindas estrellas, pero ahora se encontraban tan apagados y sin luz que quiso llorar.

─ ¿Estás bien?

Se sintió muy estúpido, pero no quería ser tan tosco y directo. Él río incrédulo y le miró cómo si fuera una especie de chiste.

─Supongo que sí, ¿no? Creo que estoy bien luego de que intentar hacer lo que amo no saliera según lo planeado. Hacer que mi hermana cargue con mis problemas. Le grité a mi mejor amigo y a la única que persona a la que le preocupo aparte de mi hermana claro. Luego estoy aquí, me estás curando los brazos que yo mismo me lastimé y en serio vas a preguntar que si estoy bien.

Río con cada palabra aún cuando sus lágrimas recorrían viejos caminos que dejaron las anteriores y se preguntó si alguna vez lo había visto tan frágil.

Recordó el día que Choi le estaba gritando y él sólo se tapaba los oídos pidiendo que parara de gritar. Ese día él también había entrado en un trance. Se sintió ansioso y adolorido; en su pecho llegó un malestar que le hizo un nudo en el estómago.

─Me siento tan estúpido ahora. Llorando frente a un chico del cual sólo sé su nombre y contándole mis problemas.

Siguió llorando, y eso le dolió aún más. Su cabeza pedía a gritas que lo abrazara y le reconfortara, pero su cuerpo no reaccionaba a parte de asegurarse curar todas las heridas.

Cuando terminó por fin pudo verlo a los ojos y ahora sí que se sentía mal al verlos más apagados que nunca. Entonces decidió algo de lo que a penas pudo reaccionar después de decirlo.

─Ya no llores, por favor. Podría llevarte a un lugar que puede calmarte, pero deja de llorar, por favor.

Juró que si las lágrimas acumuladas en los ojos contrario no lo hicieran ver tan brillantes, pensaría que le estaban brillando los ojos.

No dijo nada, así que sólo se levantó y le extendió esperando que tomara la decisión correcta. 

Desde aquel día que le defendió de Choi sintió un gran interés en él y ahora sabía que era más frágil de lo que se veía, y se prometió cuidarlo hasta el final.

Su brazo extendido y con una sonrisa reconfortante le insistió en que aceptara. Volvieron a mirarse fijamente y quiso llorar, y ahora sí que lo quería hacer.

Dime Hyunjin, ¿quién te hizo tanto daño para que tus ojos llenos de estrellas fueran una noche tormentosa llena de nubes oscuras?

Afortunadamente para su mente y corazón tomó su mano y le siguió el paso.

Salieron del colegio y le dijo que utilizarían su moto para ir aquel mágico lugar. Se rieron cuando Hyunjin no podía colocarse el casco. Esa risa tan majestuosa se quedó clavada en sus oídos durante todo el camino en un bucle de felicidad.

No iba muy rápido a petición del chico, el cual apretaba su torso cómo si su vida dependiera de eso. Subió por la autopista que daba hacía lo más arriba del lugar donde iban.

Consideraba que este lugar era su lugar de paz y venía cada vez que necesitaba un respiro. Nunca había invitado a nadie, pero no sería egoísta cuando había alguien que lo necesitaba más que él.

Aparcó su moto en el lugar de siempre  y al bajar el más alto hizo un sonidito de sorpresa al ver la increíble vista.

En lo más alto de aquella montaña había un lugar lleno de dientes de león que le daban un aspecto magistral al mismo, y cabe mencionar que habían flores de muchos colores.

Lo vio correr hasta los dientes de león y tomarlos con una sonrisa radiante que podría comparar con el sol que estaba haciendo ahora, a pesar de que cuando salieron las nubes negras amenazaban con una torrencial lluvia.

Él le observó expectante viendo como los soplaba cómo un niño pequeño lo haría y se volvió a preguntar quién le habrá hecho tanto daño a una persona tan pura como él. Aquel chico estaba tan feliz en este momento que quiso tener una cámara y fotografiarlo; guardarlo por siempre en su corazón, porque ahora los latidos desenfrenados de su corazón le habían vibrar los oídos y le hacían sentir miles de cosas a la vez.

Quizá el lugar sí que era mágico, porque hizo que un chico roto encontrara su niñez y volviera a ser él mismo.

─ ¡Jeongin!

Se sintió extraño al escuchar su nombre siendo gritado. Era la primera vez que lo hacía sin que él se lo dijera.

─Siempre me han gustado los dientes de león, pero no podía tocarlos antes. Siento que estoy rompiendo las reglas.

Contó cuando él llegó a su lado y se sentó junto a él mirando el cielo. La vista era preciosa.

Claro que era preciosa si tenía a aquel chico sonriendo y el fondo azul de ensueño acompañando aquella obra de arte que sus ojos observaron.

─Me gusta la vista ahora mismo, ¿puede ser este mi lugar favorito?

─Claro, puedes venir cuando quieras, yo siempre estaré disponible para traerte.

Él asintió y se acostó sobre el pasto. Imitó la acción, sólo que volteo para ver el perfil de su rostro y quiso acariciar el rosado pómulo del chico. Había sido golpeado, o él mismo se hizo daño. Puso una mueca triste mientras le observaba. No se dio cuenta cuando sus lágrimas recorrían sus mejillas y desaparecían en el verde pasto, pero aquella intensa mirada hizo que Hyunjin volteara a verlo preocupado.

Se permitió reír mientras el otro le observaba. Su llanto era silencioso, siendo las lágrimas el único reflejo de lo que estaba sintiendo en este momento. Porque al observar a aquel chico hizo que quisiera protegerlo de todas las tormentas que se avecinaran contra él.

Y volvió a llorar más fuerte cuando sus lágrimas fueron limpiadas por unos delicados dedos.

Unos ojos tan puros no deberían cargar tanto dolor.

Y él conocía una forma de liberar aquellos sentimientos contenidos, así que se sentó y abrazó al chico con fuerza. Sintió cómo éste empezaba a llorar en su hombro como si antes se estuviera conteniendo.

Finalmente un alma rota pudo encontrar la paz que necesitaba en otra alma tan pura. El encuentro de lágrimas al que llamaron amor. Un abrazo que ambos no sabían que necesitaban, pero que el destino les estaba regalando. 

El Juego de los Hombres ─ JEONGJIN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora