1O

210 31 9
                                    

La mañana llegó y con ella el efecto de la pastilla pasó por lo que Hyunjin talló sus ojos y se sintió bien al haber descansado.

Al intentar levantarse sintió un cuerpo detrás suyo, y al girarse no esperó ver a su hermana casi dormida, y estaba casi porque no dejaba de observar lo que hacía con una expresión de cansancio.

─ ¿Por qué no dormiste?

─Estoy bien, me tomaré el día libre de prácticas, estoy un poco cansada.

Asintió sin convencerse y se levantó al baño mientras que Yeji permaneció sentada mirando a la nada. Sentía un inmenso dolor de cabeza que sentía que en cualquier momento le explotaría; se sentía tan cansada que sus ojos comenzaron a cerrarse. Ardía mientras los cerraba, pero creyó que era lo mejor para matar el punzante dolor de cabeza.

Y luego de eso se durmió profundamente.

Hyunjin salió del baño y la observó dormida incómoda en la cama, así que la acomodó un poco y la arropó correctamente antes de salir de la habitación. Bajó las escaleras en silencio y divisó a sus padres hablando en la cocina. Observó el reloj en la pared que indicaban las diez de la mañana.

Supuso que estaban de almuerzo.

─Buenos días.

Saludó educadamente y se abrió paso al refrigerador buscando algo para desayunar, pero detuvo su andar cuando escuchó a su padre hablar.

─Tu madre preparará tu desayuno, siéntate.

Su tono con autoridad le hizo que su garganta tragara fuerte. Soltó la puerta de la nevera y la cerró; caminó hasta una de las sillas del comedor y se sentó sin rechistar.

Todos y cada uno de sus movimientos fueron seguidos por su padre.

─ ¿Dónde está tu hermana? ─cuestionó luego de un rato de silencio.

─Descansando.

Su padre hizo un sonido de asentimiento para luego preguntar:  ─He oído de la pelea en el colegio, ¿has estado involucrado?

─No.

Claro que no, estaba en la enfermería de el colegio porque acababa de tener un ataque de pánico por tu culpa, padre.

Eso pensó.

─ ¿Se puede saber por qué? ¿Acaso no estabas en el partido, Hyunjin?

Otra vez su nombre pronunciado de esa manera le generaba mucho odio. Apretó sus manos y empezó a rasgarse la piel del dedo pulgar con su dedo índice.

No, no estaba porque me encontraba en la enfermería por tu culpa, padre.

─No quise meterme en problemas, podían sacarme de la liga.

─Un hombre no debe huir de una pelea, yo me metí en muchas durante...

No terminó de hablar porque su mujer había prácticamente estrellado el plato de desayuno de Hyunjin en la mesa.

Hyunjin observó el panorama de su madre aparentemente enojada y su padre descolocado.

─Debes tener más cuidado, mujer. Las mujeres deben ser más educadas. 

Ese comentario fue la gota que derramó el vaso, o al menos eso vio. Con molestia se sacó el delantal que llevaba y lo tiró a un lado de la cocina; apagó la estufa y ordenó todo lo que estaba regado, para finalmente desaparecer en las escaleras.

─Mijin. ¿Te enojaste? ─preguntó, pero fue en vano pues ella había dejado de escucharle hace tiempo.

Hyunjin miró su desayuno y comió en silencio. Su padre dejó de insistirle a su mujer y se dedicó a revisar su teléfono con tranquilidad.

Él no tenía uno, no desde aquel día. Fue privado de cualquier tecnología que pudiera "lavarle el cerebro". Suena tonto, pero fueron palabras de su padre.

Mientras terminaba su madre bajó las escaleras con otra ropa y estaba rebuscando unas cosas en la sala. Se veía molesta, pero no entendía el porqué. ¿Acaso se había enojado con él por tener que servirle el desayuno? Inmediatamente dejó de comer y apartó el plato de sus ojos. Cruzó sus brazos encima de la mesa y se escondió en ellos.

En ese lapso de tiempo donde sus ojos no vieron luz se puso a pensar un poco en Yeji. Se notaba que no había dormido nada, pero tampoco entendía por qué.

¿Por qué se quedó despierta? ¿Había algo que le asustaba y por eso tenía esas pastillas para dormir?

Sintió que le tocaban el hombro y subió su cabeza para observar a su madre con el semblante más tranquilo (aunque aún se notaba molesta), señalando el plato que había apartado de su vista.

─Comete todo Hyunjin, no desperdicies la comida.

Su tono no había tosco ni lanzado con asco, en cambio era preocupado y dulce. Su nombre pronunciado de esa manera por su madre se había sentido distinto a cuando lo llamaba a veces.

─Cuando Yeji despierte le dices que vaya al estudio.

─Está bien.

Luego de recibir esa respuesta Mijin salió por la puerta; se escuchó el encendido del auto y luego ya nada. A penas se percató que su padre ya no estaba en la cocina.

Subió las escaleras y disimuladamente se asomó en el cuarto de sus padres, pero ninguno estaba ahí. Para cerciorarse de que no estaban, se fijó en los lentes viejos de sus padres, los que siempre llevaba.

No estaban, eso significaba que había salido.

Entró a su cuarto y Yeji aún dormía plácidamente en la cama. En silencio se acercó hasta un lugar muy escondido del clóset y sacó unas pinturas.

Hace poco Yeji había llegado con un montón de cosas para pintar y le pidió que las guardara muy bien, pues a ella siempre le había gustado cómo pintaba.

Se sentía inspirado así que buscó el teléfono de su hermana y puso el reproductor de música. Usualmente pintaba en silencio, pero le apetecía escuchar música para concentrarse.

Realmente no tenía una idea de lo que quería pintar, así que solo agarro pinturas al azar y las trazó por todo el blanco lienzo. 

En los audífonos empezó a sonar 'Locked out of Heaven' de Bruno Mars. Movió sus pies al ritmo de la canción y empezó a trazar líneas en el lienzo; utilizó más colores que elegía al azar.

Movía el pincel sin pensar claramente, la música estaba en bucle, por la que la escuchaba una y otra vez, pero estaba tan sumido en lo que estaba haciendo que ni siquiera le estaba prestando atención a ello.

A pesar de que había puesto un forro que tapara el piso y su propio cuerpo llevara un delantal, no evitó que se ensuciara un poco, y hasta la cara.

Se sentía bien estar haciendo algo que le gustaba. Y aunque a veces se preguntara constantemente si valía la pena cada humillación y gritos que recibía a diario por bailar, pintar...y pasar tiempo con Jeongin.

Entonces valía la pena cada maldito segundo.

El Juego de los Hombres ─ JEONGJIN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora