Capítulo 5

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Luego de correr me freno en los límites de la playa. Tomo asiento para recuperar el aliento. Bebo de la botella de agua y ya estoy mejor. Me fijo la hora y me percato de que me queda poco tiempo para ducharme e ir al gimnasio. Hoy tengo clase de danza con las pequeñas.

Siempre logran ponerme de buen humor y llenarme de energía. Me encanta enseñarles mientras las observo disfrutar. A decir verdad es un trabajo que se me presentó de la nada. Yo iba a clases de danza hasta que la profesora decidió que ya no quería enseñar más, por lo que debían buscar a un reemplazo y me tomó muy por sorpresa que me eligiera a mí. Así que empecé con esa clase hasta que me dieron la de las más pequeñas también.

Voy directo a casa para ducharme. Antes de cambiarme mi mirada de dirige a la ventana. Aprieto los labios al divisar la figura de Liam allí. Me acerco a la ventana mientras aprieto la toalla a mi cuerpo. Sus ojos me encuentran repentinamente. Al parecer también está preparándose para salir.

Su mirada me recorre de pies a cabeza. ¿Por qué me mira así desde que llegó? Nuestra discusión vuelve a mi memoria. Cierro la cortina en su cara sin más.

Me visto y luego almuerzo antes de dirigirme al gimnasio. Estoy a unas pocas cuadras así que disfruto caminando.

Liam

Me irrita que se haya escapado así. Todos me observan en cuanto ella cierra la puerta de entrada. Unos minutos después las visitas se van así que yo tengo pase libre para desaparecer.

Subo a mi habitación y termino el dibujo. Saco mi cuaderno de la mochila que aún no he desarmado y lo pongo junto a todos los demás. Son demasiados dibujos los que he hecho durante el año.

Guardo todo en el fondo del armario. Avery podría haberlo visto muy fácilmente si entraba en mi habitación.

Comienzo a armar mi bolso de entrenamiento, lo único que he hecho ayer fue inscribirme en el gimnasio. El boxeo me hace falta. Es una actividad que comencé a practicar en Australia. Y a decir verdad me gusta mucho y se me da mejor de lo que imaginé. Al menos eso es lo que decían mis compañeros y entrenadores.

Volteo y mis ojos captan movimiento en la ventana de enfrente. Avery ha salido de ducharse. No puedo evitar mirarla. La toalla apenas cubre nada. Aprieta las piernas en cuento se percata de que la estoy observando. Hago todo lo posible por no morderme el labio.

Como quisiera que se deshaga de esa maldita toalla ahora mismo y poder admirarla por completo.

Mis pensamientos, aunque no son correctos, son muy sinceros.

Antes de que pueda hacer nada ella cierra la cortina enfadada y me da la espalda. Ya, yo también estoy enfadado con ella. Iba a entrar en mi habitación a escondidas.

Ya, por si lo olvidaste, tiene razón en lo que dijo, tú también la espiabas a escondidas por más que te cueste aceptarlo.

Me volteo antes de quedarme mirando su sombra.

Unos minutos después salgo de la casa para ir camino al gimnasio. Necesito descargarme.

Y no por enojo, por hormonas.

Ya. No es verdad.

Camino rápidamente hacia destino y unos pocos minutos después doy con el lugar. Abro la puerta e ingreso. Voy directamente hacia el fondo en donde diviso las bolsas de boxeo.

Dejo mi bolso a la vista y antes de hacer nada realizo mi rutina de precalentamiento. Estocadas, serie de abdominales y aeróbicos. Me estiro un poco y saco las vendas del bolso. Una vez que estoy vendado me pongo frente a la bolsa y comienzo a lanzar golpes.

Limerencia [Libro 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora