Avery
Liam estacionó la moto y bajamos por la arena hasta llegar a la orilla de la playa.
—¿Te gusta? —preguntó mientras me miraba.
Me centré en el sol al fondo del horizonte, brillante. Muy brillante. Luego lo miré a él, que me sonreía por alguna razón. Siempre supe que su sonrisa y su forma de mirarme podían conseguir estremecerme en menos de un instante.
Esta vez intenté que no lo lograra.
No funcionó.
—Sí, es precioso. Estoy viviendo hace un año aquí y jamás tuve tiempo para pararme un segundo y disfrutar de algo así.
Su rostro cambió.
—¿Qué? —le pregunté.
—Eso es... triste. Déjame preguntarte algo —se posicionó frente a mí, acercándose más. Su mano quería acariciarme, pero se detuvo antes de hacerlo. Suspiró y bajó la mirada hacia mí—. ¿Eres feliz aquí?
Ante esa pregunta un nudo se enredó en el centro de mi garganta. Una pregunta. Una palabra. Un detonante.
Felicidad.
¿Soy feliz? Tengo mejores días que otros. A veces pienso que sí, otros pienso que no. Pero ¿la felicidad es una meta para la cual debo seguir corriendo hasta alcanzarla? ¿Cuando sé que le ha alcanzado y puedo dejar de correr? ¿Qué debo hacer cuando la tengo entre las manos?
¿Qué es la felicidad? Pues yo no lo tengo muy claro todavía. Supongo que cada persona responderá algo distinto. Mi yo de hace unos años atrás hubiera respondido algo diferente. Pero ese es el punto, ¿no? Somos humanos, estamos cambiando constantemente de parecer. De respuestas.
—¿Por qué me preguntas eso? —murmuré mirándolo con los ojos ardiendo.
No me hago esa pregunta desde... nunca. Nunca me pregunté a mí misma si era feliz.
—¿Como por qué? —se mostró casi desilusionado—. Porque quiero saber si eres feliz aquí Avery. Con esta vida. Con tu trabajo. Con las personas que te rodean.
—Pues no debería.
—¿Qué? —su mueca fue de tristeza. ¿Dolor?
—Que no debería importarte. Tú te fuiste de mi vida, Liam. Yo no te eché, así que ahora no tienes derecho de volver a aparecer y fingir que te preocupas por mí... — Agaché la cabeza respirando hondo para no romper en llanto. Mi voz se quebró dentro de mí. Una vez más hice un enorme esfuerzo para que no se note. No funcionó—. No puedes hacer eso...
—¿Fingir que me preocupo por ti? Mírame Avery —negué con la cabeza. Su dedo índice y pulgar me tomaron del mentón para alzarlo hacia él. Algo me golpeó cuando ese azul volvió a encontrarme como siempre lo hacía—. ¿De verdad crees que estoy fingiendo? En este momento eres la persona por la que más preocupo. Toda mi vida me has importado, pequeña. Creí que eso estaba claro —acaricio mi mejilla con delicadeza, esta vez no se contuvo—. ¿Recuerdas lo que te dije antes de irme?
¿Recordarlo? Era una pesadilla constante. En mi cabeza existía una especie de película de terror que se repetía a toda hora. La última vez que lo vi. Cuando me dejó por segunda vez. La primera vez que me dijo que me amaba.
—Liam... —tragué duro al borde del quiebre—. No...
—Te dije que te amaba y que lo haría siempre. Pero también te dije que brillabas, cariño y te rogué que no permitieras que eso deje de ocurrir. Te rogué que sigas brillando como siempre lo habías hecho. Y ahora te veo... —dio un paso más hacia mí y apoyó su frente contra la mía, derrumbando todos mis muros. No pude apartarme, solo quería quedarme así con él para siempre. En mi lugar seguro—. Y estás apagada, pequeña. Apenas sonríes —sus ojos se vuelven brillantes y rotos. Como el vidrio—. No tienes idea de lo que me duele eso. Me mata verte así.
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Limerencia [Libro 2]
Teen FictionAvery y Liam mantienen una relación algo extraña. Él es el hermano de su mejor amiga. Ella es la mejor amiga de su hermana. A él le encanta meterse con ella. A ella le encanta... él, le encanta él aunque tampoco lo soporta. ¿Qué podría salir mal...