Capítulo 2

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Liam

Bajo del avión y me quito los auriculares. Camino por el aeropuerto. Tomo mis maletas. Paso los controles y sigo caminando.

Atravieso la puerta de arribos y me encuentro con mis padres. Mi madre se lanza sobre mí y me llena el rostro de besos mientras me palmea para asegurarse que no tengo nada.

—Mamá por favor. Estoy bien. —reniego.

—¡Mi bebé! ¿No tienes nada? ¿No estas herido?

—Cariño, déjalo respirar. —pronuncia mi padre mientras se acerca a abrazarme y palmearme la espalda—. ¿Cómo va a eso campeón? —pregunta.

—Todo ha ido genial. Estoy perfectamente... mamá, ¿estás llorando? —pregunto.

—¡No te he visto durante un año! ¡No puedes culparme! —me reprocha.

—Ya sabes como es mamá. Te extrañé hermanito. —Dafne se acerca y me abraza. Le sonrió. La envuelvo en mis brazos y la aprieto—. Bueno bueno. Suficientes muestras de afecto —se queja.

—También te extrañé hermanita.

—Pero ¡mira como has crecido! —interviene mi tía Caddie. Me saca otra sonrisa. La quiero mucho.

Se acerca y me recibe con un abrazo. Al separase mi tio Kaden me revuelve el cabello con una sonrisa.

—Joder que has crecido niño.

—¿Niño? Tengo veinte años, abuelo. —le respondo.

—No te pases de listo chico. Que te vuelves a pata.

—Ya.

La busco con la mirada. Todos me observan en silencio. No ha venido. Aprieto los labios algo decepcionado. Creía que vendría a buscarme después de pasar un año separados. ¿Habrá crecido mucho en mi ausencia?

—Avery tenía cosas que hacer. No ha podido venir—dice Caddie.

—Oh... ¡está llorando! —se burla Dafne.

Me esfuerzo para poner una sonrisa en mi rostro.

—¿De qué hablas? Ni siquiera esperaba que venga. ¿Vamos a casa? Extraño mi habitación.

—Claro, vamos ya. —dice mi padre poniendo un brazo sobre mis hombros.

Todos me lanzan preguntas desde al aeropuerto hasta llegar a casa. Las respondo todas y cuento todo lo que recuerdo.

Irás a verla ¿cierto?

Emmm. No...

Ya. Ni tu te lo crees.

Bien. Tienes razón.

Al rato subo a mi habitación y dejo todo sobre la cama. Ya ordenaré todo después. Corro escaleras abajo y salgo de la casa. No sin que antes mi madre me pregunte a donde voy tan apurado. Le contesto que iré a caminar.

Me dirijo hacia el patio. Voy en busca de la escalera y la coloco sobre su ventana.

—No puedo creer que estoy haciendo esto. —me repriendo.

Limerencia [Libro 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora