Capítulo 25

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Liam

Joder.

Necesito un trago.

Tomé el atajo al primer bar que encontré, todo me daba vueltas en la cabeza. Siendo sincero, Avery nunca me dejó. Siempre estuvo en mi cabeza, siempre se colaba entre algún hueco de mis pensamientos.

A veces eran recuerdos felices como su sonrisa, simplemente recordaba su boca curvandose hacia arriba para mí o sus ojos del verde más fuerte que alguna vez vi. Sus besos... joder como me gustaban sus besos. Eran mi cosa favorita en el mundo. Que su boca se enrede con la mía dejando de lado la cordura, con tanto deseo, como si quisiera todo de mí. Es verdad que no nos hemos besado muchas veces, no tuvimos tanto tiempo para poder disfrutar de algo así, pero no había nada como sus besos. Como sentir mi corazón dar vueltas y vueltas solo por ella. Por su boca, por sus ojos, por su mirada, por su manera de ver el mundo, por su manera de mirarme a mí.

Otras veces me ponía a recordar sus lágrimas. Su sufrimiento. Como le rompí el corazón cuando me fui. La desesperación que le ahogaba la mirada cuando le dije que me iba. Cuando esos recuerdos eran los que me atacaban terminaba odiándome. Quedándome hasta el amanecer sin hacer nada más que golpear la bolsa en el gimnasio. Esas eran las noches oscuras. Esas eran las noches en las que me ponía a imaginar que ella estaba acostada a mi lado y que me susurraba al oído que todo estaría bien... permaneciendo así hasta que lograba quedarme dormido.

Los primeros meses fueron los más difíciles, luego comencé a mejorar levemente. Comencé a levantarme. Comencé a comprender y aceptar. Pero ella nunca me dejó, no del todo. Mi corazón tenía la manía de enfrentarme a ella constantemente.

Y ahora está aquí de verdad. Tan cerca y tan lejos.

Me prometo a mí mismo que solo será un trago y así lo cumplo. Vuelvo a casa, me ducho, ceno algo rápido y me tiro en la cama.

El recuerdo de mi pequeña aferrándose a mí como si le fuera la vida en ello mientras la llevaba en mi moto me saca una sonrisa estúpida.

Quisiera tener el poder de sacarle una sonrisa con la facilidad con la que lo hacía antes.

Si alguien me preguntara ahora mismo que super poder me gustaría tener diría que volver el tiempo atrás sin dudar un segundo. Tener el poder de volver a cuando ella me quería en su vida, volver a esa cama donde nos dimos todo el amor sin cuestionarnos, sin barreras. Volver a esa noche donde solo habíamos sido nosotros. Volver a ese lapso de tiempo tan corto al igual que mágico, donde nada pudo impedirnos acariciarnos como siempre habíamos querido, donde las ganas y el amor pudieron más que el resto. Donde ella se estremecía ante mi toque. Donde tuve la oportunidad de recorrerla entera con mi boca, con mis manos. Donde pude memorizar el color exacto de sus ojos. Donde fuimos felices durante unas pocas horas. Donde nuestros corazones se encontraron a mitad de camino para no soltarse nunca.

El tiempo no vuelve. Es lo que tienes, lo gastas mientras lo vives. No hay vuelta atrás de eso. No se recupera. Y yo desearía haber sido más valiente y no perder mi tiempo sin ella, luchando contra los prejuicios de los demás en vez de besarla y tocarla y mirarla. Porque al final del día lo que de verdad importa es lo que tienes en la oscuridad de la noche, cuando solo eres tú. Y ella era mi única luz. Brillante. Fuerte. Encandilante.

Y la perdí.

Ahora ella es la luz de alguien más. Y yo estoy aprendiendo a vivir con la oscuridad.

Estoy aprendiendo a ser mi propia luz.

Avery

Una respiración. Dos. Tres. Cuatro...

Limerencia [Libro 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora