Capítulo 32

291 26 10
                                    

Avery

El día había llegado. No había vuelta atrás. Los nervios me estaban carcomiendo. No podía pensar con claridad. Mi libro iba a estar disponible en cualquier librería dentro de una semana y hoy es la presentación. Algunos fans van a estar presentes y estoy muy asustada. No quiero salir allí afuera.

Ahora mismo estamos en la librería, la cual está cerrada y sé que hay gente haciendo fila afuera desde hace horas. Solo para verme a mí, es jodidamente increíble.

Me lo merezco.

Me lo merezco.

Me lo merezco.

Vamos, Avery. Lo tienes. Ya has hecho presentaciones antes. Esta no es diferente. Superamos las anteriores y superaremos esta y las que vengan.

—Tranquila, lo harás bien —me susurra Dafne.

—Gracias.

—Lo tienes, muñeca —me alienta Marcus.

Le sonrío y respiro hondo.

Me vuelve el alma al cuerpo cuando veo entrar a Liam junto con mis padres a la librería. Corro hacia mi madre y la abrazo con fuerza.

—Mi niña... —murmura acariciando mi cabello—. Todo está bien.

—Tengo miedo, mamá.

—Lo sé cariño. Pero tú puedes con esto y con mucho más. Estoy tan orgullosa de ti —me dice al mirarme. Y me sonríe—. Y tú también deberías estar orgullosa de ti misma al ver hasta donde has llegado.

—Eres nuestro orgullo más grande, chiquitina —me dice papá. Le sonrío sollozando y voy a esconderme en su pecho. Como cuando era pequeña y me daban miedo las tormentas, siempre corría a abrazar a papá.

—Gracias.

—Siempre estaremos aquí Avery.

—Lo sé.

—Bueno, bueno. Den un paso a la gente realmente importante aquí —se queja mi tía Desty entrando por la puerta con mi tío Kevin.

—¡Vinieron! —pego un grito y corro a abrazarlos a ambos.

—Por supuesto que sí, cariño. ¿Qué clases de padrinos crees que somos? —pregunta mi tío Kevin.

—Gracias por estar aquí.

—Siempre.

La emoción me desborda el pecho. Son las personas más importantes que tengo en mi vida. Las que me vieron crecer. Las que me vieron en mis mejores y peores momentos. Las que me quieren incondicionalmente. Las que saben de mis miedos e inseguridades. Y están aquí, conmigo sin importar nada.

Observo a Liam. Quien no deja de mirarme desde que entró. Me sonríe dándome seguridad.

—En cinco minutos se abren las puertas —avisa Henry.

Mierda. Cinco minutos.

—De acuerdo. Yo... ya regreso... iré al baño un segundo.

—Está bien, cariño. Nosotros estaremos en primera fila —dice mi madre.

Asiento y le dirijo una última mirada a Liam.

Me dirijo hasta el baño y me encierro. Respiro hondo.

Puedo con esto. Trabajé muy duro para llegar hasta aquí.

Escribo por y para mí.

No se puede complacer a todo el mundo.

La gente que me apoya está aquí porque cree en mí.

Yo creo en mí.

Respiro otra vez y me miro en el espejo. Abro el grifo y me mojo un poco la cara sin arruinar el maquillaje.

Joder.

Unos golpes detrás de la puerta llaman mi atención y me sacan de mis pensamientos.

—Cariño, tienes que salir —susurra Liam del otro lado.

—No, no quiero, no puedo... yo...

—Avery, abre la puerta y déjame entrar... —pide con suavidad—. Por favor, pequeña.

Respiré hondo e hice lo que me pedía. Temblorosa, puse mis dedos contra el picaporte de la puerta y tiré hacia abajo. Liam empujó un poco para dejarse ver. Se adentra cerrando la puerta detrás de él y me refugia entre sus brazos. Me abraza llenándome de calor.

Me desarmo en miles de pedazos pequeños.

Solo puedo pensar en que él es lo único que necesito ahora. Me aferro a él. Al apoyo que me está ofreciendo. A su cuerpo.

—Mírame, pequeña —tardé unos segundos en llenar mis pulmones de aire para armarme de fuerzas y mirarlo. Me tomó del rostro con ambas manos, acariciándome las mejillas con sus pulgares—. Puedes hacerlo, cariño. No voy a decirte que no tienes que tener miedo, porque sé que pusiste tu alma en esto. Te expusiste de alguna forma y ahora temes que rechacen esa parte tuya. Pero te aseguro que lo más importante es que tú no rechaces esa parte que también forma parte de ti. Tú ya lo hiciste, pequeña. Ya ganaste. No tienes nada que temer —juntó su frente con la mía y me tomó de la cintura para acercarme a él—. Estaré frente a ti en todo momento. Cuando tengas miedo, solo tienes que mirarme.

Liam siempre estaba presionandome para avanzar, para dejar mis miedos atrás. Obligándome a dar un paso más cuando yo estoy demasiado agazapada entre las sombras. Siempre alentandome a seguir, a no detenerme. Siempre tendiendome su mano para llevarme hasta donde la luz brilla.

Un día perdí ese empuje y me vi obligada a aprender a empujarme yo misma.

Pero volver a tenerlo conmigo en un momento en el que de verdad lo necesito se siente como si el corazón por fin tuviera una compañía a la que aferrarse.

Me puse a temblar otra vez. Me colgué de su cuello y lo miré.

—¿Lo prometes?

—Nunca más voy a decepcionarte, pequeña. Lo prometo. Puedes confiar en mí.

—Confió en ti Liam.

—Bien... —respiró contra mi cabello y nos quedamos abrazados un poco más.

Me miró antes de tomarme de la barbilla y besarme para darme fuerzas. Su boca se entreabrió sobre la mía para hacerme dejar de pensar. Para llevarme con él a otro lugar. Para que pudiera poner las cosas en perspectiva.

Sus besos me dejaban de cabeza.

—Te amo, pequeña. Te amo como no tienes idea —murmuró dandome otro beso y otro más.

—Sí lo sé, porque yo te amo de la misma forma.

Sonrío y yo dejé de tener miedo.

—¿Vamos juntos?

Respiré por última vez y asentí.

Salimos por la puerta de la mano. Su pulgar acarició mi dorso estremeciendome, haciéndome saber que él estaba aquí para mí.

Apenas escuché mi nombre de la entrevistadora que me acompañará hoy, Liam me dio un beso en la frente y yo me subí sobre el pequeño escenario con una sonrisa. Solo pude concentrarme en la cara de felicidad de todas las personas que estaban ahí. Eran más de las que creí. Me contagié de sus sonrisas y sus aplausos me alentaron.

Miré a Liam. Miré su sonrisa. Su forma de mirarme. Orgulloso. Miré el rostro de mi familia. Vi a mis padres, aplaudiéndome. Recordé como me habían apoyado desde el principio. Me sentí privilegiada de ser su hija. Me detuve en cada uno de ellos. Mi sonrisa se ensanchaba cada vez más. Mi corazón latiendo cada vez más fuerte.

Me empapé del momento. Único en su simpleza.

Supe que lo había logrado. Supe que estaba viviendo la vida que siempre había soñado.

Y me sentí orgullosa de mí misma.

—Este libro es para cualquiera que no se sienta suficiente —comencé al micrófono. 

.............

YA CASIIII

Limerencia [Libro 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora