Capítulo 9

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Mi cabeza parece querer apuñalarme. Me obligo a abrir los ojos luego de acostumbrarme un poco a la luz. A pesar de la resaca que estoy soportando no puedo evitar sonreír como tonta cuando veo a Liam dormido a mi lado.

Se ha quedado conmigo como le pedí. No recuerdo gran parte de lo que sucedió anoche, pero sí sé que cuando me trajo aquí le pedí que se quedara.

Liam tiene su brazo alrededor de mi cintura, me abraza pegándome a él. Yo lo tengo atrapado con mis piernas.

Quito el cabello que cae sobre su rostro, aprovechando el momento para acariciar su mejilla. Liam refunfuña algo entre dormido haciendo que yo suelte una risita.

Me deshago de su abrazo con mucho cuidado para poder ir al baño. Cuando lo logro cierro la puerta de mi habitación con cuidado y voy a asearme. Cepillo mis dientes y mi cabello. Además de quitarme el maquillaje corrido.

Al salir del baño y volver a mi habitación Liam ya está despierto.

—Por un momento creí que te habías escapado y me habías dejado aquí, solito. —me dice levantándose de la cama.

—¿Por qué te dejaría solo en mi habitación... encerrado?

Liam suelta una risita acercándose a mí.

—No lo sé, vaya a saber uno todas las cosas que quisieras hacer conmigo cariño.

Se me corta la respiración, porque joder, tengo una lista muy larga de todas las cosas que quiero hacer con él. Pero me mantengo callada.

—Buenos días pequeña. —pronuncia cuando estamos frente a frente.

—Buenos días Liam.

—¿Están tus padres?

—No. Están en su trabajo.

—Genial... Iré al baño.

Asiento siguiéndolo con la mirada. Un cosquilleo se hace presente en la parte baja de mi vientre.

Espero no haber soltado demasiadas verdades ayer.

Bajo a la cocina para preparar el desayuno. Me pongo de puntitas de pie para alcanzar la alacena y sacar el cereal. El brazo Liam aparece detrás de mí para ayudarme. Su pecho se pega a mi espalda provocando que mi cuerpo se tense por completo.

Mierda.

Sí Liam fuera cualquier otro le pediría que me siente sobre la encimera y me folle a su gusto. Pero las fantasías quedan reservadas para los sueños.

Me tiende la caja de cereales y yo la apoyo para voltearme. Cuando tengo su rostro a pocos centímetros del mío siento que me aprieta un poquito más contra la mesada.

—Gracias. —murmuro.

—No hay de qué. —responde sonriendo—. ¿Café?

—En la cafetera de allí. —señalo con la mirada.

—Te ayudo.

Terminamos preparando el desayuno entre ambos, moviéndonos por la cocina como si fuera rutina de todos los días hacerlo juntos.

Me ofrece mi taza con el café recién hecho. Le tiendo el recipiente de los cereales al mismo tiempo. Me sonríe otra vez mientras nos sentamos uno al lado del otro.

—¿Dije muchas estupideces anoche? —indago después de armarme de valor.

La mirada de Liam se oscurece.

—¿No recuerdas nada?

—Recuerdo que cuando me trajiste aquí te pedí que te quedaras conmigo, pero nada más. El resto de la noche está borrosa.

Limerencia [Libro 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora