#SimoneEstaba hipnotizado con la belleza de esa mujer, aún sabiendo que era todavía una niña. Sus piernas, el miedo en sus ojos, lo claros que se le habían puesto con el llanto, los labios hinchados del frío y la nariz roja por la lluvia. Todo le hacía verse más atractiva. Era una niña menuda, delgada y no muy alta. Apenas tenía pecho, trasero ni curvas como las mujeres que rodeaban a la familia Viatello, pero de alguna forma había conseguido retenerme con tan solo verla. Su confianza en sí misma, el verle retar a mis hombres, ponerse en peligro por salvar su vida. Estaba siendo una mujer de lo más interesante.
- ¿Quién es esa cría? - pregunta mi tío irrumpiendo en mi camarote mientras yo me enciendo un puro.
- Mi nuevo juguete - respondo sin pensar mientras la miro descansar en mi cama. Se había desmayado nada más decirle que íbamos a coger un barco para largarnos de ese pueblucho por siempre. Pero por ahora lo prefería así, que descansara de alguna forma. A partir de ahora tendría muchas cosas más que asimilar.
- ¿Estas seguro? - asiento - No te he visto mirar así a ninguna otra mujer antes.
Me giro para verle ahora a él. A sus setenta años, vestido con un traje de gucci y un reloj de oro macizo. Poniéndome a prueba una vez más. Para él nunca voy a estar lo suficientemente a la altura que espera como para que yo herede todo el negocio familiar en la mafia italiana. Lo que no sabe es que tiene ante él al futuro capo de la mafia, rey de la droga y distribuidor del mayor números de armas letales que puedan existir en cualquier parte del mundo.
Las bombas de las guerras, las fabrico yo. Las vendo yo. Y las exporto yo.
La droga de los ricos la cultivan mis hombres. Las prueban. Las distribuyen por mí. Y me hacen ganar dinero.
Y luego está el resto de la familia Viatello. Socios. Creadores y distribuidores de todo tipo de sustancias adictivas habidas y por haber. No hay nada en el mercado actual que no lo hayamos vendido nosotros antes. Hemos nacido por y para eso. Para hacer dinero hasta la saciedad sin importar los límites que eso conlleve. Nada se interpone en nuestro camino. Nada puede evitar nuestro cometido. Porque está marcado por la tradición de los Viatello, el acabar con cualquiera que pueda poner en peligro el negocio familiar.
Solo existía un problema.
- Sabes que no tienes que fijarte en más niñas ni más putas baratas para follar cada noche. La familia Viatello necesita descendencia, seguir con la tradición, y tú no tienes hermanos. Céntrate de una vez en conseguir a una mujer que esté a la altura.
Dicho esto, se da media vuelta y se va mientras yo vuelvo a mirar a la adolescente que duerme plácidamente en mi cama.
- Ummm.
La veo desperezándose sobre las sábanas de seda como si de su propia cama se tratase, e inmediatamente me la imagino en mi cama por las mañanas. Tiene un cuerpo de modelo, nada de excesos. Su nariz es respingona y sus labios carnosos. Pero creo que lo que más me gusta de ella además de su valentía, es el lunar que tiene en el pómulo derecho, un poco más debajo del ojo. Es algo que le da ese toque de inocencia que volvería a cualquier hombre loco. Pero sigue siendo una niña. Una niña perdida, sin nada que ofrecer y con mucho que ocultar. Me había visto en plena acción, sabía de mi existencia y de mi aspectos. Ahora o permanecía a mi lado para siempre, o acabaría enterrada bajo tierra. No había más opciones.
-Shhh, pequeña.
- ¿Que es esto? ¿Dónde estoy? - pregunta encogiendo sus piernas nuevamente hacia su pecho. Tal y como lo había hecho en aquel bosque cuando tuve que tirarla al suelo.
La única diferencia era que esta vez llevaba el vestido algo rasgado por la zona más baja, lo cual me permitía ver su ropa interior blanca. Aparto la mirada antes de que se dé cuenta y me siento a su lado sin querer asustarla. Ahora era algo mío y tenía que cuidarla.
- Estás en el camarote principal de mi yate. Esta es mi cama, mis sábanas, mi almohada...
- ¿Qué vas a hacer conmigo? ¿Porqué no me has matado?
Me desconciertan sus preguntas. ¿Tiene miedo o solo está preguntando para imponer términos? ¿Me teme a mi? ¿O teme lo que le espera conmigo en esta habitación? ¿Se piensa que voy a tocarla sin su consentimiento porque me ha visto ver sus bragas? ¿Por eso agarra así las sábanas? ¿Por eso se muerde el labio? ¿Se morderá el labio también cuando...
- ¿Porqué me miras así? ¿Tienes miedo? - pregunto acercándome a ella lentamente. Puedo ver como sus ojos me analizan y se detienen rápidamente en mis labios.
- Te he visto manejar un coche como loco, poseer todo un cargamento de armas, me has secuestrado y ahora me tienes encerrada en el camarote de un barco de ricos sin nada ni nadie que me proteja de lo que puedas hacerme. ¿Crees que puedo estar tranquila? - me reprocha con un tono tan amenazante que me hace sonreír.
- ¿Crees que te voy a violar solo porque eres guapa?
La veo sonrojarse a pesar de mantener el rostro firme para no bajar la guardia ante mi.
- Sí.
- Pues te equivocas, guapa. Tu y yo solo intimaremos cuando a mí me plazca, y para entonces... tú ya lo estarás deseando.
Observo satisfecho como traga saliva de los nervios, y decido alejarme un poco de ella para dejar que se calme. Puedo sentir el palpitar de su corazón hasta aquí. Le cojo de la mano queriendo tocar su piel por primera vez desde que la vi, pero ella la aparta rápidamente empezando a hiperventilar rápidamente. Me extraño, pero cuando la veo retroceder hasta chocar con el cabecero de la cama, decido ponerme en pie.
- No te va a pasar nada conmigo mientras te portes bien. En mi casa y en mi familia hay unas reglas - le digo con firmeza observando el balanceo de su pecho subir y bajar a ritmo constante.
- Vale - susurra viéndose tan indefensa que me hace inquietarme.
- Tienes ropa para cambiarte en el baño, y puedes tardar todo lo que quieras en él. Date un baño de agua caliente, después mandaré a alguien a que te cure las heridas de los pies y demás. Y tira ese vestido. Está roto.
- Va... vale. Gracias.
- Una cosa más - digo antes de irme.
- ¿Sí?
- Tú nombre. Quiero saber como te llamas.
- Lana, señor. Mi nombre es Lana Salvatore - asiento y salgo dejándola allí.
Lana. De dónde habría salido semejante mujer.