#LanaAl principio cuando llegué a esa mesa, me sentí de lo más inferior posible. Había dos mujeres guapísimas, vestidas como si fueran a cenar con las Kardashians o algo así, estaban operadas, retocadas y maquilladas. Eran mujeres voluptuosas, o señas en cuanto a la vestimenta y muy atrevidas al estilo italiano. Yo apenas tenía pecho, trasero o carne en las piernas. Siempre había usado tallas pequeñas, incluso me ponía las camisetas de mi prima Lucy a modo de top cuando me apetecía.
El problema era que a mí siempre me había gustado mi cuerpo, mi delgadez... incluso los huesos de mi cadera marcados como los de Bella Hadid. Sin embargo, ahora me hacían sentir una chica hambrienta al lado de esos dos mujeronas.
¿También serían mafiosas ellas?
- Gracias por defenderme así delante de tu familia. Nunca nadie había hablado así de mí delante de alguien, ni siquiera la mía- le digo a Simone al oído cuando todos están hablando entre ellos. Él deja inmediatamente la servilleta de tela en la mesa para cogerme el mentón y obligarme a que le mire a la cara.
- ¿Quieres que hablemos de tu familia?
Parece preocupado.
¿Cómo podía estar preocupado por mí si apenas me conocía? ¿Cómo se atrevía a soltar cosas así ante todos sus familiares de mí sin saber como soy? ¿Cómo podía estar tan seguro de que él iba a saber quererme y de que yo iba a quererle?
- No - le digo con una leve sonrisa que le hace sonreír.
A lo mejor es sólo malo para la gente, y no para mí.
- Cuando quieras contarme sobre tí lo que sea, puedes hacerlo. Me da igual donde estemos.
Los recuerdos del día que le conocí me golpean, y asiento con la cabeza intentando evitar la conversación. Él parece darse cuanta, y me da un beso en la frente antes de cogerme la mano por debajo de la mesa. Le observo por un momento sonreír mientras se hace el que no sabe, y me dan ganas de reírme a mí también.
¿Porqué de repente estoy tan a gusto?
- ¿Como sabias que tengo dieciocho años? - digo volviendo a captar su atención.
- Nena, yo lo sé todo sobre ti. Y lo que me queda por saber, me lo vas a contar. En Italia funcionamos así, o confías a muerte en quien tienes al lado, o estás perdido.
- ¿Me has investigado?
Él asiente sin ni siquiera mirarme, está sosteniéndole la mirada a su tío mientras el resto de su familia ríe y charla.
- No sé si eso me hace gracia - susurro haciendo que se gire rápidamente hacia mí.
- No se trata de que te haga gracia, Lana. Ahora mi deber es protegerte, debo saber todo de ti, así como tú puedes saber todo de mí. Llegará el día en el que compartas mi cama para dormir, y entonces no habrá marcha atrás, ¿entiendes?
Asiento. Y sigo comiendo mis huevos revueltos de lo más intranquila.
¿Podría vivir toda mi vida así?
- Oye.
Giro mi cabeza para encontrarme con la chica que habló antes, su belleza me hace quedarme callada por unos segundos hasta que reacciono y saco una sonrisa para ella.
- Dime.
- No hagas caso a mí primo, siempre ha sido un poco amargado, pero en realidad tiene muy buen fondo. Más que cualquiera de aquí.
- Sí, eso creo yo también - le digo solo para nosotras dos.
- Me llamó Sophie, encantada.
- Igualmente - le digo devolviéndole la sonrisa.