Oscuro.

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#Lana

Se marchó de un momento a otro, dejándome allí en esa desconocida habitación con una sensación de vació que nunca antes había experimentado. Así que cuando volví en sí, me senté frente al que sería mi primer y nuevo tocador, pensando en él y en lo que me había provocado casi sin tocarme. Había pasado de temer por mi vida a su lado a... ¿desear que me besara?

- No, Lana, no. ¿Qué haces pensando así en él? - le dije al espejo mientras me llevaba las manos a la cara.

¿De verdad iba a trabajar ahora? ¿Qué clase de trabajo iba a hacer ahora?

Intenté no pensar en ello. Intenté no pensar en él. Intenté quedarme quieta en esa enorme habitación. Me probé más de diez prendas, de esas que habían dejado en el que ahora sería mi nuevo vestidor. Desfilé con los diferentes zapatos de marca que decoraban las estanterías de suelo a techo. Bailé escuchando la música de un pequeño tocadiscos que habían dejando allí. Incluso ojeé un par de libros de la pequeña librería que tenía ahora a mi disposición.
Pero no logré mi cometido.

Así que empecé a dar vueltas alrededor de la cama mientras hablaba en voz alta.

- Lana, quédate quieta, no te conviene salir de aquí. Simone te lo ha advertido. Simone...

Venga ya, ¿a quién voy a engañar?

Salí de aquella habitación a hurtadillas, intentando no hacer ruido para no despertar a nadie. Caminaba pegada a la pared del enorme pasillo, dando gracias a Simone mentalmente por dejarme las luces encendidas. De hecho, suspiré de alivio cuando al final de esté, vi que la entrada de la casa se alumbraba con la luz de la luna que entraba brevemente por los ventanales.

Miré las escaleras desde arriba, debatiéndome entre bajar y recorrerme el resto de la casa, o, visitar el ala oeste. Pero no me dio tiempo a elegir entre ninguna de las opciones, pues cuando escuché la voz de Simone y dos tipos más acercarse a dónde estaba yo, me agaché intentando ocultar mi cuerpo.

- Yo confío en él Simone, es un jeque bañado en oro. ¿Porqué iba a querer poner en riesgo todo lo que tiene si no sabe que va a ganar?

No sabía de que hablaban, pero ver a esos tres guapos hombres vestidos de traje y caminando con decisión por aquella enorme mansión, me hacía sentir ridícula con el pijama lila que me había puesto. Dios mío, era diminuto.

- Porque sabe que aún siendo jeque, yo tengo mucho más que él - dice Simone sin dejar de andar hacia la entrada de la casa- Ni siquiera creo que quiera ganar dinero por su cuenta, creo que quiere exprimirme, quedarse con lo mío.

- Entonces sería hombre muerto amigo, no creo que alguien que te conozca sea tan estúpido.

- Bien visto, Fabio - le contestó el otro desconocido haciendo que los tres rieran descuidadamente mientras salían por la puerta principal.

Me gustó ver esa faceta de Simone. Riéndose, despreocupado y charlando como si nada. No tenía nada que ver con la imagen de "asesino fusilador de lo que se ponga por delante", que me había dado hasta ahora. Así que decidí seguirlos a ver cuál era el plan de trabajo que tan ocupado tenía a Simone.

Bajé las escaleras a toda velocidad, con cuidado de no caerme con tantos escalones mientras miraba hacia todos lados para cerciorarme de que no me viera nadie deambular por ahí. Incluso abrí el pomo de la puerta principal con el filo de mi camiseta en él, para no dejar ni rastro.

También vi dos coches con choferes dentro esperando a vete tú a saber quién, pero nadie más estaba por allí. Lo cierto es que todo aquello era espeluznante. Me moví agazapada por todos lados. Seguía a los tres hombres a tal distancia que podía verlos, más no escucharlos hablar.

-Mierda - maldecí para mis adentros cuando pisé la tierra con mis propios pies.

Mierda.

¿En qué momento habíamos dejado de caminar por el suelo de mármol de la entrada de la casa? ¿Hacía dónde estaban dirigiéndose esos tres?

Entonces lo vi. Estaban los tres bajando por un tipo de compartimento subterráneo que estaba completamente escondido entre árboles y arbustos. Podría decir incluso que me sorprendía que una casa tuviese terreno como para eso, pero viniendo de Simone, ya nada me venía de sorpresa.

Tuve que dar un traspié para evitar que me descubriera, cuando miró a su alrededor antes de adentrarse en ese lugar. Y suspiré cuando lo vi entrar y cerrar la puerta de madera tras él. Quise abrir esa puerta, adentrarme ahí y ver qué pasaba. Nada de eso ocurrió cuando escuché el grito desgarrador de alguien ahí abajo.

Miles de preguntas pasaron por mi cabeza mientras me helaba de frío escondida en los arbustos. Muchas más comenzaron a avasallar mi mente cuando un rato más tarde comenzaron a salir hombres de uno en uno por ahí. Serios y callados. Despidiéndose entre ellos. Podía escuchar incluso el motor de coches arrancar, indicando que algunos ya se iban, mientras otros seguían saliendo.

Empecé a sospechar en que se tratara de una secta lo que Simone tenía formado allí abajo, cuando lo vi salir riendo con un hombre árabe, vestido con una túnica blanca. Llevaba un turbante morado y se tapaba el brazo con la mano como si se acabe de cortar. Él no se reía tanto.

- Aseguraos de que se van todos, yo tengo cosas que hacer - escuché decir a Simone antes de que entrara de nuevo a la casa dejando a todo el mundo atrás.

Sus amigos de antes se paseaban por allí despidiendo y hablando con los hombres. Yo tuve que esperar casi una hora a que se fueran para poder salir de mi escondite. Para entonces ya estaba pajarito, y casi me costaba andar del frío que tenía calado en los huesos.

Intenté con toda mi alma no hacer ruido ni ser pillada por nadie. Corrí hasta casi caerme para poder subir las escaleras del demonio. Pero lo único que logré fue pincharme con una de las rosas al pasar por su lado. Maldije para mi misma y seguí andando hasta la que era mi habitación.

Sin embargo, el corazón casi se me sale cuando sin esperarlo, lo encuentro allí.

- Vaya, vaya. Pero mira a quien tenemos aquí.

IngénitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora