#Lana
Despertar en los brazos de Simone fue tan...- Shh... - casi me quise reír.
El mafioso más temido y buscado de toda Italia, callando al resto de acompañantes en el avión para que nadie me despertase. Una pena que sus sobrinos siguieran siendo niños por mucho que él no lo entendiera.
- ¡Abuelo tengo hambre! ¡Tengo hambre!
- ¡Yo quiero cereales! ¡Cereales de chocolate!
- Callaos - susurró Simone de lo más cabreado. Pero los niños no lo llegaron a escuchar y siguieron correteando por todas partes en busca de alguien que les diera algo. Yo decidí entonces abrir los ojos antes de que él se desquitara con los niños.
- Hola.
- Mierda, te han despertado...
- No, en realidad ya estaba medio despierta.
- ¿Así que has vuelto a escuchar sin permiso? ¿Eh?
Negué con la cabeza sonriendo. Era cierto. No me había enterado absolutamente de nada, si es que había hablado con alguien antes de escucharle callar a la gente.
-Simone, tenemos que hablar- interrumpió Fabio en el momento.
Simone me miró una vez más debatiéndose entre levantarse o no, al final acabó dándome un beso delante de toda su familia, para después ponerse en pie y marcharse al otro extremo del avión con Fabio, Fabriccio y su tío.
Pensé en lo cansado que debía estar después de haber dormido en ese asiento conmigo en brazos durante toda la noche. Pero no le importó, y yo dormí como hacía mucho que no podía.- Oye Lana, cuéntame algo sobre ti. Ahora que vamos a ser familia, tenemos que conocernos.
Era Sophie.
- Sí sí, tenemos que ponernos al día con muchas cosas. No sabes cuantas ganas tenia de que entrase alguna otra chica más a la familia, esto está plagado de hombres.
Laura, la mujer de Estefano.
- La verdad es que yo...
- ¿Cuántos años tienes? - me interrumpe Sophie.
- Dieciocho.
Las veo poner los ojos como platos de inmediato. Sophie no da crédito, y trata de disimularlo arreglándole el pelo con las manos a su hijo pequeño. Lo que no sabe es que soy una experta interpretando mensajes.
- Lana... - me llama Laura con todo de pena, pero Sophie la corta poniendo su mano encima del brazo de su amiga.
- Eres muy pequeña, Lana. En este avión no hay nadie que no ronde los treinta.
- ¿Eso es un problema? - pregunto haciendo que ambas se sorprendan.
Si lo dicen por la edad de Simone, no me importaba en lo más mínimo.
- Claro que no, cariño. Solo te digo que yo que me he criado en esta familia y sé cómo va el negocio, te aconsejo que te cuides. Ten mucho cuidado y respeta tu nombre, no digas a todo que si solo porque mi primo quiere. No te pases complaciéndole o se aburrirá, y eres demasiado joven para tener que dar marcha atrás.
¿Me está diciendo que Simone se va a cansar de mí?
- ¿Y si me canso yo de él? - respondo dejando a ambas perplejas frente a mí. El pequeño me sonríe, haciendo que yo le devuelva el gesto de lo más feliz.
- Eso no va a pasar.
Las tres levantamos la mirada hacia el guapo italiano que nos mira desde arriba con un interrogante en su ceño. Yo sonrío levemente para apaciguar la conversación. Las chicas se levantan de inmediato y se van para otra parte, Simone aprovecha para ponerse de nuevo a mi lado y dejarme un beso en la comisura de los labios.
- ¿Estabas haciendo negocios?
- Siempre estoy haciendo negocios, nena. Incluso ahora mismo, mientras te beso, mientras te toco... - susurra en mi oído mientras mete una mano bajo la manta que me cubre hasta posarla en mis partes más íntimas.
- Simone - le digo con el tono adecuado para que pare.
Él lo entiende al instante, lo sé. Pero no se detiene, mueve su mano sobre la tela y luego aprieta para hacerme gemir, pero como es más inteligente que cualquiera de la sala, me besa rápidamente para acallarme ante todos mientras sonríe contento.
- Estás bastante cachonda, cielito.
- Me estoy muriendo de la vergüenza Simone, para por favor. Está toda tu familia subida en este avión - le suplico en un susurro.
- Ellos son pobres, míralos.
Entonces sigo su mirada con mis propios ojos, y me fijo en las escenas tan obscenas que tenemos alrededor. Laura y Estefano se están besando como dos adolescentes en los asientos contiguos a nosotros. Mario está hablando con una azafata mientras parece acorralarla contra la pared que da al baño. Sophie ha dormido a sus hijos nuevamente, y ahora procede a sentarse encima de su marido para continuar con el ritual de besos que todos los Viatello se estaban dando.
Sin embargo, mis ojos se abren de par en par cuando veo al tío de Simone, sentado en el asiento más lejano de todos, aún con su traje y su bastón al lado, mientras una de las azafatas se inclina ante él con un pecho fuera de la camisa y se lo acerca hasta la boca para que esté chupe gustoso.- Simone - susurró sin poder apartar la mirada de esa escena.
Sus nietos están dormidos a unos metros de él.
- Dime, nena.
- Las chicas... ¿son put*s?- pregunto horrorizada volviendo mi mirada hacia él.
Simone se ríe a carcajadas, como un niño pequeño. Se descojona en mi cara antes de tomarme el rostro con ambas manos y plantarme un beso de película que me deja más que atontada.
- Un avión lleno de mafiosos, armas... ¿y te preocupan las azafatas? - pregunta divertido mientras me mira con adoración.
Tiene razón, quizás he soñado un poco tonta dada la situación.
- No sé, yo... - pero me interrumpe.
- Estoy convencido de que eres muy fuerte, pero me preocupa que seas demasiado inocente para este mundo. No quiero que nadie rompa esa parte de ti, nena - me dice mientras me acaricia la mejilla con una de sus manos.
Yo me quedo mirando su rostro. Sus suaves labios, su mandíbula marcada, el o huelo que se le forma cuando está feliz... y por último, me pierdo en sus ojos durante tanto tiempo, que ni siquiera estoy contando.
- Estoy segura de que tú te vas a encargar de ello.
Entonces veo como su sonrisa se ensancha, y poco a poco, nos unimos al ritual de los besos.
-