Le he partido el labio.

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#Simone

Escuchaba atento cada palabra que me decía. Notaba lo tensa que se había puesto nada más hablar, y me inquietaba ver como paraba cada cierto tiempo para mirarme con un interrogante que me daba a entender que quería que le diera mi aprobación para seguir hablando o algo así. Es como si tuviera que cerciorarse cada dos por tres de que no me espanto, no huyo o me horrorizo con la mierda que me cuenta.
Para mi suerte, ella no tiene ni idea de los cientos de personas que han pasado por mis manos, las balas que he disparado, los cuellos que he cortado, y la de veces que he vengado mi sangre en el nombre de mi familia. He hecho de todo lo malo y lo peor que se mueve hacer en esta vida. He hecho eso, y más. Así que si esta niña piensa que puede asustarme con cualquiera de sus historias pasadas, está mucho más que equivocada.

Hace tiempo que me convertí en lo que soy. Ahora, incluso el mismísimo diablo se atrevería a desafiarme.

- Apenas me acuerdo de mi infancia, Simone. Tengo imágenes diversas de mis padres felices en una enorme casa, con servicio y demás jugando conmigo. Recuerdo a mi madre con el pelo negro como yo, algo más corto. Llevaba siempre pendientes grandes y vestía muy bien. Pero no me acuerdo tanto de mi padre.

- ¿Qué les paso? - me atrevo a preguntarle.

- Se fugaron.

- ¿Cómo que se fugaron? ¿Cuantos años tenías? ¿Y porqué no te llevaron con ellos?

No me cabe en la cabeza largarse de ninguna parte y dejar a alguien como Lana por ahí. Ni siquiera mis padres fueron así.

- La verdad es que apenas pasaba tiempo con ellos, era como si no los conociese. Mi madre si venía algunas noches y me leía algún cuento, pero mi padre que era médico, estaba obsesionado con experimentar y demás. Incluso creó su propio laboratorio en casa. Se pasaba allí el día metido... solo tengo la imagen de su cuerpo dándome la espalda mientras elaboraba cosas. Mamá me llevaba al laboratorio para verlo, luego me dejaba en la puerta para entrar a verlo porque decía que ahí había cosas que me podían hacer mal, pero ella sí entraba. Le abrazaba y se besaban. Luego se olvidaban de mí... y mi Nonna venía a recogerme para acostarme en la cama.

- Tú abuela.

- Sí, mi abuela.

Podría decir que me parece una historia un poco turbia y rara quizás también, pero lo cierto es que viniendo de donde vengo y sabiendo lo que empiezo a saber sobre ella, ni siquiera me extraña. Estaba cuadrando piezas en mi cabeza. Una por una. Y algunas, empezaban a encajar de una forma muy inquietante.

- Sigue - ordeno, y ella responde al instante.

- En mi cumpleaños número ocho, mi madre se puso muy enferma. Mi abuela había invitado a todos los nietos de sus amigas, ya que esos eran mis amigos.

- ¿Nunca fuiste a un colegio?

- Mis padres no quisieron. Además, le pagaban a una institutriz por ello. Venía casi todos los días de la semana, hasta que un día dejé de verla. A mí Nonna no le gustaba, así que a mí me pareció bien. Estuve dos meses sin clases. Después cumplí los ocho y ni siquiera pude soplar las velas, mi padre vino corriendo a por mi, me levantó de la mesa donde merendaba con mis amigos y me sacó corriendo de allí.

Me quedo callado observando su mirada perdida. Me sorprende verla tan afectada.

- ¿A dónde te llevó?

- No lo sé. Solo recuerdo ver a mi Nonna llorando mientras corría tras de mí, pero mi padre era más rápido.

- Joder, Lana. No sé si me está gustando tu padre o no - le digo fingiendo que no sé de quién se trata. Ni siquiera creo que ella sepa quien verdaderamente es ese cabr*n.

- Pues que no te guste, porque para mí está muerto. Desperté a los días en un hospital de mala muerte con mi Nonna al lado. Ella tenía sueros y cosas inyectada, mientras se mantenía al lado de mi cama esperando a que me despertase. Le había dado un infarto al pensar que me perdía. Cuando abrí los ojos supe que mi padre había tenido la culpa, y la cicatriz que me dejaron en el cuerpo, lo demostraba aún más.

Joder.

- ¿Entonces nunca supiste cómo te la hicieron? - la veo negar con la cabeza.

- Creo que tampoco quiero saberlo.

- ¿Por qué?

- Mi padre me daba miedo, y mi madre pena. Creo que mi Nonna si sabía lo que ocurrió, y desde entonces sus ojos nunca han vuelto a brillar igual.

Me tenso cuando veo que se va a poner a llorar. Yo nunca he consolado a nadie en mi vida. Ni a mis primos, ni a los hermanos que no tengo, ni a los padres que no veo, ni a novias, ni a nada. Ni siquiera me he consolado a mí mismo cuando he debido. ¿Qué se supone que tenía que hacer ahora?

- ¿Vas a llorar? - la veo negar con la cabeza mientras se enjuaga las lágrimas con el puño de su mano, como una niña pequeña.

- Me dijiste que antes de que entrara en tu familia, tenía que aprender a no llorar. Así que es justo lo que estoy haciendo - sonrío atrayéndola hacia mí.

- Esa es mi chica.

Sonríe con los labios cerrados en mi dirección, con toda la cara de la buena persona que yo no seré nunca, y me besa. Por primera vez me besa ella cogiéndome del cuello, yo no tardo en coger su cabeza con ambas manos y apretar mi boca con la suya, mientras pienso en todos los hijos de p*ta que pueden llevar su sangre, en lo engañada que está y las barbaridades que han podido hacerle. Me pongo tan furioso, que enseguida noto como le he hecho una herida en el labio que ahora sangra...

- Auch...

- Te he hecho daño - digo mirando sus labios con ganas dé lamerlos.

- No te preocupes - subo la mirada hasta sus ojos de sirena, que me miran como nunca... y enseguida me doy cuenta de lo que ha pasado - me ha gustado.

IngénitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora