01 | VETE AL DIABLO, BOWERS

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Lo primero que vio Daxton Shields cuando abrió la puerta de su nueva casa fue un mechón de pelo espeso; un segundo más tarde, y su espalda está golpeando el porche con un grito de sorpresa y dolor, y una lengua está lamiendo sus mejillas.

Daxton escuchó débilmente a un hombre mayor con un tono de regaño gritar—: ¡Nala! ¡Nala, no! ¡Abajo, Nala! —antes de que los brazos se envolvieran alrededor de la bestia que lo abordó.

Debido a que su visión ya no estaba llena de pelaje blanco y gris, Daxton vio que el animal que lo atacó era un perro. Tenía un ojo llamativo de color azul cristalino y el otro era una mezcla de marrón.

—Lo siento —se disculpó el hombre genuinamente—. Nala todavía está aprendiendo a no saltar sobre extraños.

Daxton no dijo nada, su corazón seguía latiendo más rápido cada segundo. Se había estado balanceando sobre sus codos mientras el hombre conducía a la perra, Nala, de regreso a la casa. Una vez que la puerta estuvo cerrada, Daxton se empujó hacia atrás para ponerse de pie. Sus piernas temblaron por el impacto que lo golpeó, pero estaba lo suficientemente estable como para sostener su peso.

—Eres Daxton Shields, ¿no? —adivinó el hombre.

Los labios de Daxton estaban apretados en una línea tensa, pero asintió de todos modos. Podía escuchar a la mujer que llevaba su caso sermonearlo de nuevo, sus palabras rebotando en su cabeza. Dales una oportunidad. Ellos te están dando una. Pero Daxton aún tenía que encontrar una casa que no fuera temporal. No veía esa casa como un posible hogar, la veía como una puerta por la que entraría y saldría varias veces antes de que se dieran por vencidos con él.

—Soy Miles, Miles Griffith —continuó el hombre con su mano apoyada en el pomo de la puerta—. No sabíamos cuándo esperarte. Nala se comportará mejor la próxima vez, tienes mi palabra. Lia puede controlarla mejor que yo.

Daxton casi esperaba que Nala volviera a abalanzarse sobre él cuando oyó crujir la puerta. Siempre lo habían recibido con entusiasmo en todas las casas en las que entraba, ya fueran los padres u otros niños.

La atmósfera se sentía diferente. No había niños ni adultos gritando, sino que la casa estaba silenciosa. Daxton escuchó un piano, un niño riendo a carcajadas, y casi de inmediato se sintió fuera de lugar. Sabía que no pertenecía allí. Casi saltó cuando sintió que las manos de Miles caían para descansar sobre su hombro. Daxton no podía recordar la última vez que lo trataron tan cálidamente, porque, bueno... eso nunca pasó.

—¿Hay algo que pueda traerte? —preguntó Miles.

Daxton negó con la cabeza. Todo lo que poseía estaba en su mochila, las correas colgaban sobre sus hombros. No contenía mucho, aparte de otro atuendo y algunas pertenencias dispersas.

Vio la simpatía que leyó como lástima en la expresión de Miles antes de que comenzara la típica "bienvenida". Fue como un huracán; Daxton de repente se encontró rodeado por un torbellino de personas. La esposa de Miles, Josie Griffith, una mujer de ojos azules con el pelo corto y rubio cortado entrecortadamente. Permaneció rígido cuando ella le abrió los brazos como si ya fuera uno de los suyos.

Daxton observó todas las salidas de la casa cuando Miles le presentó a los demás; Emilia Rowan, una adolescente mayor con anteojos y piel bronceada que estaba leyendo una novela con Nala descansando a sus pies. Haley Olson, la chica del piano que mantuvo su pelo rubio en dos trenzas separadas. El más joven, Lucas Irwin, abrazó a Daxton por detrás y lo sobresaltó. Había vuelto la cabeza para ver a un niño de no más de diez años con pecas y el pelo castaño cuidadosamente peinado hacia un lado.

Por último estaba el chico de su edad, Charles Quint. Tenía una sonrisa más feliz de lo que Daxton jamás había visto, prácticamente radiante en su piel oscura mientras lo guiaba a su habitación compartida mientras hablaba a mil por hora.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora