12 | MI NOMBRE ES NADIE

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El estúpido payaso tenía razón. Cada palabra que usó para burlarse de Daxton, todo lo que dijo, era cierto.

Era un chico sarcástico que se aislaba del mundo porque significaba menos dolor y, a cambio, estaba aterrorizado. Estaba petrificado por los pensamientos sobre chicos que pasaban por su cabeza, tenía miedo de que algún día no sería más que un chico muerto y el mundo olvidaría que alguna vez existió. Porque Daxton Shields no hacía nada para mantener el mundo girando sobre su eje. No era más que una mota de polvo, irrelevante, que dejaría de existir. Él no era nadie.

La pandilla todavía estaba gritando como locos mientras salían corriendo de la casa. Daxton se movió tan rápido como pudo, pero su cojera lo detuvo. Tenía cada uno de sus brazos colgando sobre los hombros de Charlie y Mike, prácticamente saltando sobre un pie mientras el otro se balanceaba detrás de él perezosamente.

Afortunadamente, Eddie podía caminar, pero Richie y Bill lo guiaron con cuidado fuera del porche, lo que resultó ser una lucha mucho mayor para Daxton y su tobillo, pero lo logró, porque no se quedaría a quince metros de esa casa por más tiempo.

Daxton no sabía qué hacer una vez que llegaron a su montaña de bicicletas y sus amigos empezaron a subirse a ellas. No había ninguna posibilidad de que pudiera montar la suya.

Bill se aclaró la garganta y le habló a Mike—. Lleva a Eddie, y Dax, p-puedes... puedes...

Luchó por terminar la oración a través de su tartamudeo y en su lugar inclinó la cabeza hacia la parte trasera de su bicicleta. Charlie dejó que Daxton se apoyara en su costado mientras lo llevaba a la bicicleta de Bill. No lo soltó, ni una sola vez, ayudando a Daxton a través de cada mueca que hizo para sentarse en la parte trasera hasta que Bill también se sentó, evitando que la bicicleta se cayera. No tuvieron más remedio que dejar atrás la bicicleta de Daxton y Eddie.

Todas las lágrimas acumuladas detrás de los ojos de Daxton permanecieron allí cuando Bill quitó el freno y comenzó a bombear los pedales.

Su primera parada fue la casa Kaspbrak para conseguirle a Eddie la ayuda que necesitaba. Mike ayudó a Eddie mientras Bill frenaba su bicicleta y la mantenía firme para que Charlie se bajara de la suya y ayudara a Daxton.

—¡Eddie! —gritó Sonia mientras se tambaleaba fuera del césped—. ¡Ay, Eddie! ¡No te preocupes, vamos a ir al hospital!

Eddie no dijo nada, sus labios se apretaron mientras las lágrimas caían por su rostro. De repente, su madre se dio la vuelta y Daxton vio cómo agarraba el brazo bueno de su hijo, empujándolo detrás de ella como si lo estuviera protegiendo de sus amigos.

El rostro de Sonia se había puesto de un rojo brillante mientras gritaba—: ¡Ustedes! —ella señaló con un dedo en su dirección, acusándolos—, ¡ustedes hicieron esto! ¡Saben lo delicado que es!

Y Daxton se estremeció cuando la culpa lo consumió. En parte fue su culpa; Eddie cayó justo frente a él, lo que provocó que se rompiera el brazo. Podría haber hecho algo más, debería haberlo visto venir y moverse más rápido para agarrarlo...

Había tantas cosas que podría haber hecho, pero no lo hizo. Ambos podrían haber muerto y Daxton habría sido el culpable. Nadie podría perdonarlo por eso, y ciertamente no había perdón irradiando de parte de Sonia, solo rabia. Pero sabía que una disculpa solo empeoraría las cosas.

—Nos... nos atacaron, s-señora K —dijo Bill, pero su voz era cualquier cosa menos estable.

—No. No, no intentes culpar a nadie más —dijo Sonia antes de alejarse para guiar a Eddie a su auto y cerrar la puerta de golpe.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora