DEAD BOY | Richie Tozier

19 | SIGUES SIENDO UN PERDEDOR

Daxton Shields siempre se preguntó por qué su infancia era solo un recuerdo borroso, y siempre lo atribuyó a un trauma severo. Sabía que dejó Derry cuando tenía 19 años y fueron llamados a servir, pero después de eso todo estaba en blanco. Era como si faltara una gran parte de la vida de Daxton, pero recordaba la sensación de abandono que le dieron sus padres, algunos hogares adoptivos en los que lo arrojaron, y luego había una línea de tiempo durante su adolescencia que había sido cortada de su memoria.

Quería respuestas, y había algo que lo arrastraba al aeropuerto.

Charlie siempre había sido infinitamente más organizado que Daxton. Él fue quien se encargó de reservar los boletos mientras su hermano empacaba desordenadamente sus maletas. Más tarde, Daxton iba a recibir un sermón sobre su ropa que no estaba doblada y los diversos artículos que metió sin cuidado, pero por ahora estaban sentados en el avión en un silencio absoluto.

Daxton podía leer a Charlie mejor que nadie y sabía que estaba pensando en su esposa, sus hijos, lo difícil que fue dejar todo y marcharse de la nada, todo por una llamada telefónica. Hubo muchas lágrimas, pero finalmente Tabitha respetó y entendió lo que tenía que hacer. Ella sabía que esto significaba algo para ellos, incluso si no sabían qué era exactamente.

Cuando llegaron, Daxton sintió que su estómago se revolvía. Sabía que esto era todo. Era como el último clavo en el ataúd después de que cavaran su propia tumba, excepto que en este caso, Derry era la tumba. Los hermanos lucharon por encontrar una conversación cuando Charlie pidió un auto de alquiler para poder conducir a la dirección que Mike les envió por mensaje de texto.

—Daxton —dijo Charlie, rompiendo el silencio con ansiedad. Sus nudillos estaban tensos por el agarre que tenía en el volante—. Si sigues jugando con la radio, te compraré un boleto de regreso a California y le diré a Tabs que te patee el trasero.

Daxton se retiró de mala gana. Sabía muy bien que Tabitha podía patearle el trasero, pero aún así afirmó—: Podría ganarle.

Casi podía escuchar la forma ruidosa en que Charlie puso los ojos en blanco—. Sé que estás tratando de encubrir algo, Dax. Estás nervioso. Sabes que puedes decirme cualquier cosa.

—No sé qué es —admitió Daxton. Algo andaba mal con él, y no podía ponerle un nombre—. Eres mi hermano y te quiero, pero... hay algunas cosas sobre mí que ni siquiera yo entiendo.

Afortunadamente, Charlie pareció aceptar eso—. Lo entiendo. Pero estamos aquí por respuestas, por Mike —dijo—. Incluso si no crees que perteneces en ningún lugar... siempre pertenecerás conmigo.

Daxton no dijo nada, pero Charlie sabía que estaba agradecido por sus palabras. Después de eso ambos se quedaron en silencio, aterrados por lo que pasaría en las siguientes horas.

El restaurante pronto apareció a la vista. Las luces fluorescentes de los letreros brillaron a través del parabrisas cuando Charlie estacionó el vehículo. Daxton podía sentir que sus nervios alcanzaban su punto más alto.

—¿Estás listo? —preguntó Daxton después de un momento de silencio en el auto.

—No —dijo Charlie, desabrochándose el cinturón de seguridad y encogiéndose de hombros—. Vamos.

Tuvo que hacer los ejercicios de respiración unas cuantas veces más cuando abrió la puerta del coche y salió, seguido de Charlie. Su pecho comenzó a contraerse con una poderosa ansiedad que apretó sus pulmones hasta que no pudo respirar, y se mordió el labio inferior antes de que el pánico lo dominara y lo llevara a hiperventilar. Daxton no sabía de qué diablos estaba tan asustado.

Dos figuras en la entrada se giraron ante el sonido de pasos golpeando contra el concreto del estacionamiento. Daxton casi se detuvo en seco; su ansiedad no aumentó, pero tampoco disminuyó. No podía hacer nada más que mirar fijamente como un completo idiota con la mandíbula abierta.