DEAD BOY | Richie Tozier

03 | BEN HANSCOM

Una vez que Stan y Eddie ayudan al chico a ponerse de pie y lo sacan del agua, Daxton ve su rostro y puede ponerle un nombre. Ben Hanscom. El chico nuevo.

Ben intentaba esconderse de las miradas preocupadas y confundidas, pero ninguno de ellos pudo ignorar la sangre que sobresalía de su camiseta incluso cuando trató de cubrirla con la palma de su mano. De alguna manera, Bill logró convencerlo de que aceptara ayuda, guiándolo para que pudiera sentarse en el asiento de su bicicleta antes de que partieran.

Fue la vista de la mancha roja lo que drenó todo el color del rostro de Eddie, quien no dejó de balbucear durante todo el viaje al pueblo. Para Daxton fue físicamente doloroso no pedirle que se callara.

—Es genial que ayudemos al chico nuevo, pero debemos pensar en nosotros. Está sangrando, y saben que hay una epidemia de SIDA. La amiga de mi mamá en Nueva York se contagió tocando un poste sucio en el metro. Se le metió una gota de sangre infectada al sistema por la cutícula —exclamó Eddie—. Y se pueden amputar las piernas y los brazos, pero ¿cómo amputas la cintura?

Y el impulso se vuelve mucho más fuerte cuando Daxton gira con cuidado el manubrio de la bicicleta para llevar las ruedas a un callejón detrás de la farmacia de Derry.

—Saben qué en los callejones hay agujas infectadas con SIDA, ¿no? Ustedes saben eso —dijo Eddie.

—Eddie, sin ofender, pero por favor cállate —dijo Daxton.

Eddie apenas había notado lo que dijo, demasiado ocupado ayudando a Bill a bajar a Ben de su bicicleta y sentarlo en una caja de madera donde podía apoyarse contra la pared.

—Richie, espera aquí —le indicó Bill.

Los labios de Richie se abrieron para protestar, pero Charlie se adelantó a decir—: Yo también me quedaré.

La vacilación de Daxton de quedarse con él hizo que casi no viera a los demás alejándose. Los alcanzó, Bill esperando pacientemente con la puerta de vidrio abierta para que entren. La farmacia era pequeña y el Sr. Keene, el dueño del lugar, estaba detrás del escritorio.

Eddie ya estaba dentro, había corrido hacia el pasillo de suministros médicos, y Bill y Stan hurgaban en los bolsillos de sus pantalones, sacando algunos billetes verdes con monedas de plata. Eddie ya se había puesto a buscar provisiones en los estantes y comenzaba a apilar cajas en sus brazos. Daxton resopló cuando Bill le envió una mirada expectante, claramente pidiéndole dinero.

—Estás bromeando, ¿no? Soy un chico adoptivo que rota entre tres atuendos y todas mis pertenencias caben en mi mochila —dijo Daxton con dureza—. No tengo nada.

Bill se aclaró la garganta antes de preguntarle a Stan—: ¿Podemos pagar todo eso?

Stan apretó los labios antes de negar con la cabeza, lo que provocó que Bill se desinflara de la decepción—. Es todo lo que tenemos.

—¿Bromeas? —preguntó Eddie.

—Espera —dijo Bill, señalándo a Eddie—, tienes una cuenta aquí, ¿no?

—Si mi mamá se entera de que compré todo esto, pasaré el fin de semana en la sala de emergencias haciéndome radiografías.

—Vaya —murmuró Daxton.

Solo conoce al grupo hace unos meses, pero ¿la madre de Eddie estaba tan loca?

Como sea, pensó Daxton, y agarró una caja que Eddie sostenía, deslizándola en su bolsillo trasero.

—¿En serio? —susurró Bill, mirando a Daxton como si hubiera perdido la cabeza.

—¿Qué? —preguntó Daxton—. ¿Quieres ayudar a Ben o no?