DEAD BOY | Richie Tozier

07 | BANDA DE PERDEDORES

Beverly se unió a los chicos en un pequeño paseo. Una caminata casi sonaba agradable para Daxton, pero eso se arruinó cuando Richie comenzó a quejarse nuevamente.

—No, me encanta ser su centinela personal —dijo Richie con voz sarcástica—. ¿Podrían haberse tardado más? ¿O inventar alguna mentira mejor que la que dijo Daxton?

La boca de Daxton se abrió para defenderse, pero Charlie se le adelantó—. Cállate, Richie.

—Sí, cállate, Richie —dijo Stan.

—Insulten al insultador, entiendo —dijo Richie—. Yo no fui el que fregaba el piso del baño e imaginaba su lavabo como la vagina de la mamá de Eddie en Halloween.

—Ella n-no lo imagin-nó —dijo Bill.

Eso hizo que todos guarden silencio, incluso Richie, quien quitó los pies de los pedales para detener sus círculos y que el grupo pueda mirarlo fijamente.

Bill continuó—: Yo ta-ambién vi a-algo...

—¿Tú también viste sangre? —preguntó Stan.

Bill negó lentamente con la cabeza—. Sangre no. Vi... a Geor... a Georgie. Parecía tan real. Parecía él, pero había un...

—Un payaso —terminó Eddie mientras Bill lo miraba—. Sí, yo también lo vi.

Un escalofrío recorrió la piel de Daxton cuando vio a Charlie por el rabillo del ojo. Debería estar contento de no ser el único porque finalmente se confirmó que no está tan loco como pensaba, pero no lo está.

Los hermanos adoptivos se miraron a los ojos; ambos sabían que era hora de decírselo a alguien en lugar de encerrar el horrible recuerdo y fingir que nunca sucedió, porque hacer eso era más fácil que enfrentar el verdadero miedo.

—No sé qué diablos fue —murmuró Daxton, intentando ignorar el par de ojos que lo miraron con sorpresa—. Pero... vino tras nosotros. Fue... un payaso por un segundo, luego parpadeé y...

—Y luego fue un lobo —terminó Charlie—. Nos persiguió, pero... no se quedó ahí. Dax se quedó atascado en la cerca y fue como si quisiera darle un mordisco.

Daxton deseó que Richie hubiera entrado en la casa de Beverly con ellos, porque era el único que no les creía. Tal vez si tuviera la experiencia, tal vez si también lo viera, entonces no estaría mirándolos como si estuvieran locos.

—Esperen, ¿solo los vírgenes pueden ver estas cosas? —preguntó Richie, fingiendo confusión con un dedo en el pecho—. ¿Por eso no puedo ver esta mierda?

Daxton estaba seguro de que todos allí, incluso Beverly, querían decirle a Richie que se callara, pero antes de que alguien pudiera llegar tan lejos, los gritos provenientes de los árboles con los que se habían cruzado hicieron eco entre ellos. La cabeza de Daxton giró bruscamente hacia el sonido como si fuera inmediatamente atraído hacia él; pudía ver en la esquina de la calle un reconocible auto azul brillante estacionado desordenadamente. La pandilla de Bowers siempre viajaba en él, con música a todo volumen, gritando insultos, tocando la bocina y causando tanto caos en su pequeña pueblo como podían.

—Mierda, es el auto de Belch Huggins —dijo Eddie con una mueca—. Deberíamos irnos.

—Esperen —dijo Bill, deteniéndolos antes de que alguien pudiera irse—. ¿Esa n-no es la b-bicicleta d-del chic-co que estudia en casa?

Eddie asintió—. Sí, es de Mike.

Daxton solo había visto unas pocas veces por la ciudad, entregando carne en varias tiendas mientras ignoraba las miradas que le enviaban simplemente por el color de su piel. Daxton no lo conocía personalmente, pero todo lo que escuchaba de otros residentes de Derry no eran más que burlas crueles y racistas sobre el chico repartidor llamado Mike Hanlon.