15 | NO TERMINA AQUÍ

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Los Perdedores se dirigieron a la casa del pozo, asustados, muy asustados, más de lo que nunca habían estado en sus cortas vidas. Pero iban a hacer lo correcto de todos modos.

Esto se había convertido en un juego, uno violento, uno que podría haber sido sacado directamente de una película de terror. Era el monstruo que estaban esperando en las sombras, el que estabas aterrorizado de ver aparecer en la pantalla.

Esta vez, Daxton no dejó que el miedo lo dominara al entrar. Apretó la mandíbula, cuadró los hombros y miró fijamente al monstruo con una mueca; el juego aún no había terminado. No si tenía algo que decir al respecto.

Dos palos largos sobresalían del suelo al que Bill se acercó—. Chicos —dijo en un murmullo—, púas.

Las sacó de la tierra que pertenecía a la casa Neibolt y las unió para hacer un arma larga. Daxton sabía que no era con lo que Bill planeaba matar a Eso, pero tal vez lo retrasaría. Ni siquiera creía que la pistola de clavos que había traído Mike fuera suficiente, pero al menos era un plan.

Mientras tanto, Richie había agarrado una botella del suelo. Todos se giraron para mirarlo, confundidos, cuando escucharon un espantoso sonido de rotura; intentó hacer un arma con la botella con la esperanza de que el vidrio fuera lo suficientemente afilado como para apuñalar o cortar, solo para que se rompiera por completo en pequeños pedazos. El hombro de Richie se hundió en señal de derrota mientras sacudía la cabeza y arrojaba lo que quedaba.

Pero entonces Daxton supo que era el momento. El monstruo estaba esperando, y le iban a dar lo que quería. Así que Daxton se paró cerca del frente con Charlie mientras Bill los conducía escaleras arriba.

Pasaron por la puerta en equipo, uno por uno, hasta que Bill se detuvo de repente. Todos hicieron una pausa y giraron cuando él lo hizo, y Daxton entendió por qué cuando vio que Stan se había congelado en el marco de la puerta. No se movía, su rostro estaba más pálido, como si sus sentidos le hubieran fallado y el susto se hubiera apoderado de él.

—¿Stan? —susurró Bill, dándole la oportunidad de responder. Pero Stan no lo hizo—. Stan, t-tenemos ir todos. Beverly tenía r-razón. Si nos d-dividimos como l-la última vez, e-ese pa... payaso nos matará uno por uno. Pero si p-p-permanecemos juntos, ganaremos. Lo p-prometo.

Bill tenía razón. Lo hirieron cuando solo había la mitad de ellos, y ahora tenían la oportunidad de matarlo antes de que los atrapara y se alimentara de sus miedos. Entonces Stan finalmente dio el paso y se unió a sus amigos para enfrentar al monstruo.

Nada había cambiado desde que Daxton estuvo adentro por última vez. Las paredes se estaban deteriorando, había un horrible olor a podrido en el aire, y cada paso que daba le daba la sensación de que las tablas del piso se derrumbaran debajo de él.

Atravesaron la cocina cuando Bill abrió la puerta de lo que supuso que solía ser el sótano. Ahí es donde declaró que estaba el pozo, donde vio a Eso arrastrarse después de que Beverly lo apuñalara en la cabeza.

El olor pútrido se volvió más fuerte cuando bajaron una escalera antigua y vieron un pozo que sobresalía del suelo a través de la oscuridad. Lentamente dieron vueltas a su alrededor; Daxton salió disparado por el borde y se asomó a lo que parecía más oscuro que la noche. No podía ver nada.

—Eddie, ¿tienes una moneda? —preguntó Richie, rompiendo el silencio con una broma.

Eddie hizo una mueca de aversión, arrugó la nariz y sacudió la cabeza—. No quisiera pedir un deseo en esa cosa.

Fue Ben quien los ignoró a ambos y se puso de puntillas para poder ver mejor el agujero vacío—. ¿Beverly? —dijo esperanzado, un eco agudo de su voz rebotando en las paredes del pozo.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora