14 | EL FIN DEL MUNDO

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Daxton había pasado mucho tiempo convenciéndose a sí mismo de que era mejor estar solo, cuidarse a sí mismo, y negarse a depender de nadie más. El aislamiento era más fácil.

Pero Daxton se abrió y se convirtió en una persona vulnerable cada vez que estaba con uno de los Perdedores. Se convirtió en alguien nuevo, alguien que se miraba en el espejo y no reconocía, pero le gustaba lo que le devolvía la mirada porque se veía mejor. Más feliz.

Todavía podía escuchar la risa de Richie como una campana; era tan estúpido pero tan inteligente, y compartía tanto amor por los otros Perdedores... Daxton sabía que era algo especial, algo más, solo para él.

Eso era lo que asustó a Daxton. No era solo que tenía miedo de cimentar una conexión con él; era que Richie era un él. Daxton Shields era un chico complicado en todos los sentidos, pero había una verdad sólida grabada en su mente.

Su ira se disparó en segundos y Daxton golpeó con el puño la masa para cocinar que estaba enrollando. Quería desesperadamente que la vergüenza desapareciera, pero no fue así. Todavía estaba allí, algo muy real y que tenía que enfrentar sin importar el miedo que tuviera.

Así que lo intentó.

Despertó a Charlie temprano y murmuró que quería disculparse con Richie con algo especial. Ese algo especial resultó ser galletas de chocolate.

—Oye, las chispas de chocolate no te hicieron nada —bromeó Charlie. Había estado intentando durante lo que pareció una eternidad levantar el ánimo de su hermano y nada parecía estar funcionando. Decidió dejar las bromas y hacerlo un poco más serio—. Puedes hablar conmigo, Dax.

Daxton asintió—. ¿Qué es lo que...? ¿Crees que soy...? —sus dedos bailaban sobre los bordes de la masa para poder formar un círculo—. ¿Crees que soy...?

—Lo único que creo es que eres más fuerte de lo que piensas —dijo Charlie—. Eres increíble. Quién eres no cambia eso.

La presa de Daxton se había roto la noche anterior. Ahora estaba en pedazos, así que cada vez que sentía una pizca de dolor, sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Gracias, Charlie —dijo Daxton.

Pero tenía tantas preguntas mientras su cabeza trataba de entender todo lo que estaba sucediendo. ¿Qué haces cuando eres diferente en un pueblo que piensa que está mal serlo? ¿Mientes? Pero, ¿qué haces cuando ya no puedes obligarte a mentir?

Daxton observó, en silencio, cómo Charlie jugueteaba con las perillas del horno. Tuvo cuidado al deslizar la bandeja de metal con un sonido metálico dentro del calor antes de cerrar la puerta, y se rompió de nuevo.

—¿Charlie? —preguntó Daxton. Su hermano se volvió hacia él—. No creo que eso sea todo sobre mí —hizo una pausa para tomar una respiración profunda. Esto era lo más difícil que había tenido que decir en voz alta, pero era demasiado tarde para parar—. Creo que realmente estoy sintiendo... algo por él.

Charlie estaba prácticamente radiante, pero el trasfondo de sus palabras estaba lleno de lástima—. Entonces, ¿por qué te ves como si fuera el fin del mundo?

La boca de Daxton se cerró de golpe. No tenía respuesta, porque el mundo se había acabado tantas veces para él que dejaba de prestarle atención. Pero esta vez era diferente. Estaba lleno de dolor, le dolía muchísimo, y sabía que todos podían verlo, e hizo algo increíblemente malo por eso. Daxton empujó a Richie y lo hizo sentir tan mal como él se sentía. Sabía que las galletas horneadas no eran la forma de disculparse, pero era un comienzo.

Unos cuantos golpes en la puerta fue lo que devolvió a Daxton a la realidad. De repente se sintió con miedo, repasando todos los resultados posibles, creyendo que de alguna manera la noticia llegó a Bowers y ahora él estaba allí. Pero sus pensamientos se ahogaron levemente cuando escuchó la voz del otro lado, llena de furia, atravesando la puerta.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora