DEAD BOY | Richie Tozier

10 | TE TENGO, HERMANO

Daxton nunca había perdido realmente a alguien. Su padre lo abandonó, claro, lo separaron de su madre, y tuvo que encontrar amigos aquí y allá entre sus diferentes casas de acogida, pero nunca había visto morir a alguien que le importara. Ni siquiera podía empezar a entender cómo se sentía Bill Denbrough con cada nueva información que recopilaban, aparte de que quería desesperadamente creer que su hermano pequeño todavía estaba vivo.

No había una sola persona que tuviera el valor de decírselo y darle la espalda cuando convocó una reunión en su garaje.

El viaje había sido tranquilo, y ninguno de los dos hermanos sabía qué decir hasta que Daxton rompió el silencio—: ¿Puedo preguntar sobre eso? —sus ojos estaban fijos en el camino, fingiendo no darse cuenta de que Charlie dirigió su atención hacia él—. Sabes a lo que me refiero; el perro, Nala, o... lo que sea.

Todo volvió a estar tranquilo por un tiempo, y Daxton pensó que se había equivocado y tocó un nervio en su hermano adoptivo. Estaba preparado para seguir en silencio otra vez, pensando que Charlie no respondería, pero lo hizo.

—Tiempos difíciles —dijo Charlie—. El novio de mi mamá tenía un perro que era un poco terrorífico. No soy... Cielos, no creo que todos los perros sean agresivos. Nala no lo es. Ella es quien me hizo pensar que no era, ya sabes, un bicho raro por tener miedo y todo eso. Hasta ahora.

—Lamento lo que pasó —dijo Daxton en voz baja.

—No —dijo Charlie inmediatamente—. El dolor es dolor. El miedo es miedo.

Daton asintió, porque no pudo encontrar otras palabras. No había disculpa que pudiera compensar el trauma y lo sabía tanto como Charlie, porque ningún dolor podía superar el de otra persona. Así que Daxton se quedó allí y dejó que la conversación terminara porque pensó que lo que se avecinaba tenía que ser mucho peor que cualquier miedo que aún tuvieran.

La puerta del garaje ya estaba abierta; Daxton pudo ver eso tan pronto como doblaron la esquina de la calle y se encontraron con su destino. Bill estaba tratando de descifrar la caja de un proyector con los labios apretados firmemente, Mike estaba ayudando mientras Ben estaba de pie encima de ellos clasificando una caja de videos. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Daxton fue cómo las ventanas estaban cubiertas con cortinas para bloquear el sol.

—¿Qué es esto? —preguntó Daxton, arqueando una ceja ante la vista—. ¿Estás tratando de asesinarnos sin testigos?

Charlie le dio a Daxton un ligero empujón en la parte baja de la espalda para que tropezara adentro—. Es para el proyector, idiota.

El garaje se oscureció apenas un minuto después. Estaba polvoriento, lleno de cajas con etiquetas garabateadas con marcador que habían sido apartadas de una patada y reemplazadas por una hilera de sillas. Daxton no vio el mapa pegado a la pared hasta que se sentó en un asiento de madera, escuchando el silencioso crujido bajo su peso, junto a la silla elegida por Charlie, y el resto de los Perdedores se reunió alrededor.

—Bien, miren —dijo Bill, señalando una pequeña X negra rayada y etiquetada como Desagüe Pluvial en la proyección—. Ahí es d-donde desapareció G-g-georgie. Ahí está la herrería —pasó a una imagen en blanco y negro que parecían los rasguños de un lápiz—. Y The Black Spot. D-d-donde sea que suceda, e-está conectado p-p-por las alcantarillas. Y todas deseembocan en la...

Ben susurró—: La casa del pozo.

—Está en la casa sobre Neibolt —dijo Stan.

Daxton había estado en Derry durante exactamente cuatro meses, dos semanas y cinco días, y sabía exactamente cuál era la casa de la calle Neibolt. Era tratada como un secreto y solo susurrada o ignorada; nadie había vivido en ella desde que estaba allí, y nadie realmente se molestó en derribarla. Era tan vieja que Daxton pensó que debía estar allí desde que Derry era, bueno, Derry.