09 | CUANDO UNA PESADILLA GANA

233 37 0
                                    

La casa Griffith parecía tomarse las festividades muy en serio. Daxton podía oler la comida de Jo desde que se despertó, un olor maravilloso que flotaba por la casa. Tuvo que inhalar varias veces mientras se ponía la ropa antes de recordar lo que le esperaba ese día, el cuatro de julio.

Daxton no era fanático de las festividades, especialmente considerando el calor que hacía, pero eligió una camisa roja que hacía juego con la azul de Charlie; parecía bastante festivo. Pero si Daxton pensó que las decoraciones rojas, blancas y azules que Emilia dejó que Lucas ayudara a colgar eran demasiado, se llevó la sorpresa de su vida cuando vio el pueblo.

Las tiendas tenían ventas de fuegos artificiales y bengalas, puestos dispersos que vendían varios obsequios de feria, globos de colores flotando en el aire, banderas estadounidenses ondeando en el viento y un desfile muy ruidoso.

El desfile ya había comenzado cuando Daxton y Charlie se encontraron con los demás en el centro de Derry. Se aseguraron de dejar sus bicicletas mientras buscaban a los Perdedores entre la multitud de personas felices, encontrándolos en un callejón. Los ruidos eran tan fuertes que casi rebotaban en las paredes de ladrillo, pero Daxton lo consideró algo bueno cuando descubrió de qué quería hablar Bill.

Las yemas de los dedos del chico Denbrough presionaban ligeramente contra lo que parecía un cartel de niños desaparecidos pegado en la pared. Una foto en blanco y negro de un niño bajo el nombre de Edward Corcoran. Todos los que estaban allí, menos Richie y Eddie, que debían haberse ido para unirse a la celebración, sabían lo que significaba el papel. Edward Corcoran no faltaba; se había ido.

—Hallaron parte de su mano mordida cerca de Standpipe —dijo Stan en voz baja.

Un ruido hizo que Daxton se estremeciera antes de girar la cabeza con curiosidad para ver pasar una banda de música. Uno de ellos estaba luchando por recuperar su tuba del culpable, que no era otro que Richie Tozier, soplando notas terribles en la boquilla. El sonido hizo que Daxton quisiera ahogarlo con él, pero puso los ojos en blanco con una leve sonrisa que desapareció cuando volvió a mirar el cartel.

Bill levantó el cartel de Edward Corcoran y debajo se reveló que había otra niña desaparecida; la imagen de Betty Ripsom se estaba desvaneciendo a medida que pasaba el tiempo, como si fuera solo un recuerdo.

—Es como si la hubieran o-olvid-dado porque Corcoran e-está desaparecido —dijo Bill.

Daxton se preguntó cuántos otros carteles había debajo del de Betty Ripsom, cuántos de ellos estaban superpuestos, cuántos niños eran olvidados como si nada cada vez que desaparecía uno nuevo a lo largo de los interminables años.

—¿Alguna vez va a terminar? —preguntó Stan mientras Bill dejaba que el cartel de Edward Corcoran volviera a caer.

Hubo un último sonido del instrumento que venía de la calle antes de que el miembro de la banda lograra recuperarlo—. ¿Qué diablos, amigo? —exclamó Richie, con sus manos en el aire.

A Eddie no le molestaron las payasadas de Richie cuando dobló la esquina del callejón con dos conos de helado en la mano—. ¿De qué están hablando?

—De lo que siempre hablan —dijo Richie mientras se tambaleaba hacia el grupo y tomaba el helado extra que sostenía Eddie.

—Yo creo que va a terminar. Por un tiempo, al menos —dijo Ben, respondiendo a la pregunta de Stan.

Las manos de Beverly descansaban profundamente en los bolsillos traseros de sus pantalones mientras miraba con asombro al chico a su lado—. ¿Qué quieres decir?

—Revisé mi investigación sobre Derry y enumeré los grandes acontecimientos —explicó Ben—. La explosión de la herrería en 1908, la pandilla de Bradley en el '35 y The Black Spot en el '62. Y que ahora los niños... me di cuenta que esto sucede cada 27 años.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora