20 | GALLETAS DE LA FORTUNA

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Daxton no podía creer que nunca había tenido amigos así en su edad adulta; amigos que lo entendían, que bromeaban entre sí, que lo querían cerca. Eran lo que constituía la mayor parte de la infancia que no podía recordar. Se sentía como si nada hubiera cambiado a pesar del tiempo transcurrido, ni siquiera lo que sentía por ellos.

—Tengo curiosidad —dijo Mike, sus ojos fijos en los hermanos—. Ustedes dos fueron los últimos en irse, ¿qué estuvieron haciendo todos estos años? Sé que hablaban de alistarse al ejército, pero...

—Eventualmente lo hicimos —dijo Charlie.

—Espera, ¿estuvieron en el ejército? —preguntó Beverly.

Daxton dejó escapar una risa seca y evitó la mirada empática de Mike antes de responder—: ¿Por qué crees que comencé a beber?

—Ambos volvieron a casa, eso requiere mucha fuerza —dijo Mike.

—Mierda, hablando de casa, ¿qué pasó con los demás? —preguntó Richie. Daxton no supo lo que quería decir hasta que dijo—: Como, eh... ¿Emilia? ¿Harley?

—Haley —lo corrigió Charlie con una sonrisa afectuosa—. Están muy bien. Emilia tiene hijos y enseña en una universidad. Haley hace música.

Una mirada brillante inundó el rostro de Richie y chasqueó los dedos al recordar—. ¡Claro, Haley! La he visto algunas veces en shows en Los Ángeles y Nueva York. Ella es talentosa.

—Oh, ¿y el pequeño, Lucas? —preguntó Bill.

Una repentina punzada de dolor golpeó el corazón de Daxton—. Lo perdimos en el 2007. Accidente automovilístico.

Su muerte había sido hace nueve años y todavía dolía como el infierno. Fue un estúpido accidente, el otro conductor estaba tan borracho que Daxton juró que todavía podía oler el licor durante el funeral de su hermanito, a pesar de que asistió completamente sobrio.

Ben notó su incomodidad inmediatamente, cambiando de tema—. Es extraño que recordemos todo ahora que estamos aquí, en Derry.

—Cuando Mike me llamó, vomité. ¿No es extraño? —dijo Richie, mientras algunas miradas nerviosas se cruzaban hacia él—. Me puse nervioso, me sentí mal y luego vomité. Pero ahora me siento bien. Me alivia estar aquí con ustedes.

—Cuando Mike me llamó, choqué mi auto —admitió Eddie.

Daxton se interesó repentinamente—. ¿En serio?

—Te entiendo —dijo Ben mientras Eddie asentía—. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

—Los recuerdos también llegaron —agregó Daxton.

—Sí —dijo Beverly.

—Fue... fue como... fue c-como pur-ro... m-m-m...

Bill luchó por tartamudear. Parecía confundido, y Daxton tenía el presentimiento de que entendía por qué. Bill no había tartamudeado ni una vez esa noche, no hasta que estuvieron cubiertos por el mismo sentimiento de terror.

No pudo terminar, así que en su frustración, Mike dijo la palabra por él—. Miedo.

Todo había cambiado en cuestión de segundos. Daxton ya no sentía la alegría, notó que su mano derecha temblaba violentamente sobre la mesa y la arrastró debajo del mantel con la esperanza de que nadie lo viera.

—¿Por qué n-nos sentimos a-así? Tú r-recuerdas a-a... algo que nosotros no, ¿v-verdad, Mike? —preguntó Bill en voz baja.

—Algo pasa cuando dejas este pueblo. Mientras más te alejes, más confuso se vuelve. Pero yo nunca me fui —dijo Mike—. Así que, sí. Lo recuerdo todo.

DEAD BOY | Richie TozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora