Capítulo 10

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Narrador

—Su hijo necesita mucho reposo —susurró Narciso y siguió hablando con su marcado acento argentino—. Créame que investigaremos porque sucedió esto para que no tenga otra recaida.

—Doctora Flores, te encargué cuidarlo y hacer que se sintiera cómodo —recordó Rebecka con seriedad y alzó la voz—. ¿¡Dónde tenías la cabeza que dejaste suceder esto!?

—No es algo que se viera a primera vista. Señora, me esfuerzo, no dejó de atender a su hijo y darle medicamentos.

—¿Qué sucede? —preguntó Ben que recién caminaba a ellas—. ¿Discuten? Pensaba que Narciso era muda.

—Te lo explico más tarde —dijo Rebecka y miró a la doctora—. Trata de que no le pase nada a Noah.

—Si señora —murmuró Narciso.

Rebecka se dio la vuelta y entró a la habitación de su hijo menor. Narciso suspiró y Ben la miro con confusión.

—Tu acento —murmuró él—. Apenas oí tu voz y noté que eres de Argentina. Mi hermano odia todo lo relacionado con ese país.

—No le digas —pidió Narciso—. De lo contrario no me dejará atenderlo.

—¡Doctora! —exclamó Mariana saliendo de la habitación en que se hayaba Noah Perrson. Él desperto.

...

—Todo estable —indicó Mariana que sonreía observando el monitor de latidos—. Se repondrá.

—Según las pruebas esto sucedió porque no tomaste tus pastillas señor Perrson —comentó Narciso usando lenguajes de señas y cara de reproche. Luego movió eufóricamente sus manos para dar a entender que quería gritarle—. ¡Tenías que tomarte las malditas patillas, Noah!

—Estaban de muerte —contestó Noah que tenía cara de culpa.

—Aún así debes tomar lo que te dé la doctora —intervino Rebecka.

Noah asintió de mala gana y Ben se río en voz baja.

—No es gracioso —dijo Rebecka—. Tu hermano pudo morir. Vamonos, dejemos que la doctora haga su trabajo.

Noah revoleo sus ojos al ver que su madre regañaba a Ben mientras salían y fijo su vista en Narciso para con sus manos decirle:

—Me aburro.

—Síguete aburriendo —respondió Narciso con expresión enojada.

—¿Sigues molesta? —cuestionó Noah.

—Sí. Por cierto apartir de ahora yo misma veré que te tomes lo que te mandó —mencionó Narciso y de su bolso saco un pomo para tirarselo.

Noah lo atrapo e hizo una mueca, pese a ello se lo empezó a tomar y le supo rico.

—¿Ves? —preguntó Narciso y sonrió—. Lo que te mando es bueno. Eso que tomas es un remedio casero. Agradece a Iris por hacerlo.

—¿Quién es Iris? —preguntó Noah.

—Narci debemos dejarlo descansar —interrumpió Mariana que no entendía ni papa frita de lo que hablaban.

Narciso asintió y sin despedirse se marchó con su amiga. Noah suspiró al verse otra vez condenado a la cama y terminó de tomar el remedio que le había dado la doctora. En ese momento cayo en cuenta de un detalle. No le agradeció ni le pidió perdón.

Dímelo con señasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora