Capítulo 24

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Ver a Narciso llorando era nuevo para mí, pero sobre todo hacía que mi corazón se estrujara. Viéndola derramar lágrimas en silencio entendía que necesitaba apoyo y a la misma vez espacio. Por ello yo estaba sentado a su lado sin hacer nada. ¿Qué podría hacer aparte de acompañarla?

Quité esa pregunta de mi mente cuando Narciso apoyó su cabeza en mi hombro y cerró sus ojos. Quizás bastaba con mi presencia. Permanecería sentado con ella esperando, aunque odiara estar dentro de un hospital.

...

—¿Cómo sigue tu hermana? —inquirí.

—Igual —contestó Narciso—. Ha pasado por esto antes, lo volverá a superar.

—¿Por qué no sales a tomar aire ahora que tu familia está aquí? —cuestione.

Narciso asintió. Tras hacer una seña a sus hermanas de que saldría tomó mi mano y salió conmigo de aquel lugar. Entonces cogió aire y soltó mi mano para mover las suyas.

—Tengo que decirte una cosa. Muchas gracias por todo  Noah, lo apreció más de lo que crees, pero... No puedo estar en una relación contigo.

—¿Por qué? —cuestione confuso—. Todo iba bien.

—Algo que se crea apartir de una mentira se destruye al reflejarse la verdad —comentó Narciso y suspiró—. Yo no te he dicho la verdad y sé que si te lo digo me odiaras. Por favor terminemos aquí con las citas y dejemos todo en un bonito recuerdo.

Negué y la miré seriamente a los ojos.

—Sea lo que sea podré con ello.

—No podrás.

—¿Cuál es tu secreto Narciso? —inquirí frunciendo mi rostro—. ¿Qué es lo que eso con lo no podré?

Ella respondió en lenguaje de señas: Yo puedo hablar.

Dímelo con señasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora