Capítulo 7

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—Hermano mío, querido, el más guapo, el más sexy, el más fuer...

—¿Qué quieres? —interrumpí viendo mal a Ben.

—¿A qué hora viene tu doctora? —cuestionó mi hermano.

Miré la hora en mi teléfono y sonreí para responder: Justo ahora.

Y yo tenía razón, pues la puerta fue tocada y abierta por Mariana que era seguida de Narciso.

—Me gusta tu ropa de doctora. Es original —mencioné mirando a Narciso que traía hoy un uniforme celeste. Ella solo mostró una sonrisa.

—Luces guapa —dijo mi hermano, pero nuevamente fue ignorado por las chicas.

—Te tengo noticias —informó Mariana—. Puedes caminar. Sé que te lo habíamos limitado, pero pareces mejorar. Felicidades, señor Persson.

—¿Es cierto? —cuestione mirando a Narciso, ella asintió.

Sonreí lleno de alegría y me pare, comenzando a caminar un poco de izquierda a derecha. Las chicas se miraron y sonrieron.

—Si quieres sal a dar un paseo —sugirió Narciso.

Asentí alegremente.

—Gracias por los cuidados. Por cierto, tienes una linda sonrisa.

Narciso se sonrojó un poco y yo miré a mi hermano que observaba la escena con expresión molesta. Lentamente caminé hasta donde Ben estaba y guardé mis manos en los vaqueros que llevaba, cortesía de mi padre que me los regalo y habló con el hospital para que yo usará ropa normal y no una de enfermo, esas me desagradaban con la vida.

Por suerte mi hermano me llevó a un lugar donde se veía el paisaje y no se notaba tanto que estaba en un hospital. Lo mejor fue encontrar el cielo templado; verlo así me daba calma.

—¿Por qué le dijiste que tenía una linda sonrisa a la doctora? —inquirió Ben en tono de reproche.

Me encogí de hombros y lo observé con obviedad en espera a que él mismo se diera la respuesta.

—No me mires así Noah, sé que vas a decir que fue porque de verdad ella tiene una linda sonrisa. Eso debería habérselo dicho yo. Y no vayas a decírme que es mi culpa por demorarme.

Le sonreí por lo bien que me conocía y le di unas palmaditas en la espalda.

—¡Venga ya! —exclamó molesto—. Ahórrate el consuelo, yo conseguiré una cita con esa chica.

Claro Ben, seguro que sí —pensé con ironía.

Dímelo con señasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora