Capítulo Extra

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Ben camino marcha atrás imitando el pasillo de Michael Jackson y le giño un ojo a una chica que le paso por el lado. Se volvio a girar, toco el botón del ascensor y comenzó a silbar esperando que se abrieran las puertas.

Ya dentro del ascensor tocó el botón correspondiente al piso en que estaba la oficina de Narciso. Sacó su teléfono de su bolsillo para verse y se sonrió con su presunción de siempre.

—Estás perfecto, Ben, hoy será tu día. —se dijo a si mismo.

Volvió a guardar su teléfono pensando en su trabajo, y solo salió de sus pensamientos cuando en el piso dos las puertas fueron abiertas y entró Mariana. Ambos jóvenes se miraron de reojo con expresión seria y Mariana tocó el botón del piso en que estaba Noah para luego pararse lo más lejos que podía de Ben.

No había nadie más en el ascensor y el silencio reinaba hasta que se oyo un ruido y el ascensor dejo de moverse.

—¿Qué paso? —cuestionó Ben.

—No pasa nada solo se detuvo el ascensor —respondió Mariana llena de obviedad.

—¿¡El ascensor se qué!? —inquirió el chico casi gritando.

Mariana nego y tras revolear sus ojos tocó el botón de emergencia en el panel para volver con total calma a donde estaba parada anteriormente.

—En cualquier momento debe venir alguien a revisar el ascensor —afirmó Mariana—. Saldremos vivos o... Quizás muertos.

Ben abrió mucho sus ojos al oírla y ella sonrio tratando de no reír por la cara de miedo que tenía su acompañante.

—¿No tendrás miedo, Ben? —indagó Mariana con tono bromista.

—Para nada. Estoy perfectamente tranquilo —mintió el chico—. Todo en orden, Marianita.

La enfermera frunció el ceño por el uso de su nombre en disminitivo y giró su cara en dirección a la pared. Ben miro las paredes que le rodeaban y zapateo un pie con impaciencia.

—¿Estaremos aquí mucho tiempo?

—Puede que estemos aquí hasta mañana —declaró Mariana de forma inocente.

Ben se puso pálido al oírla y ella solto una carcajada.

—No puedo creer que me hayas creído —dijo entre risas—. No seas tonto Persson, estamos en un hospital y los ascensores son muy necesarios, las personas suben y bajan constantemente. Obviamente saldremos pronto, como máximo dos horas.

Ben asintió inseguro y siguió planteándose en su mente la posibilidad de no salir nunca de allí. Tenía un montón de cosas por hacer, era jóven y guapo, todavía podía hacer las cosas correctamente, dejar de tontear con las chicas y buscar algo serio. También debería ser más responsable y atento en su familia y trabajo.

—Todo estará bien —aseguró Mariana que notaba la preocupación en la cara del chico.

—¿Segura? —cuestionó Ben.

La enfermera le sonrió y se acerco apoyando un brazo en el hombro del chico mientras ponía una pose de glamor, según ella.

—Aquí no viven sin mí, bonito. Hasta el presidente debe estar buscándome. Saldré en un chasquido de dedos y tú saldrás conmigo.

Ben arqueo una ceja sin entender que la chica bromeaba y se quedo viéndola raro, luego se fijo en la posición de la chica y sonrió divertido por lo graciosa que le parecio.

—Te veo muy confiada, Mariana.

—Dime Mari, Mariana me hace sentir vieja —dijo la chica volviendo a poner distancia.

Dímelo con señasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora