Afterglow - Jeremiah Fisher

ᴄᴏɴꜱᴇᴊᴏꜱ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ

Los últimos dos días, Jeremiah me evitó al completo. El trabajo de camarera que tenía era un horror, los clientes eran estúpidos.

La verdad que fueron los peores días desde que llegué a Cousins Beach.
Sin Jeremiah todo era una mierda.

Acaba de venir del trabajo, aunque sea un castigo, me venía bien, pagaban lo suficiente. Había comida ahí con mi hermano, hay comida gratis si trabajas ahí, no se tiene que desperdiciar.

Todos estaban hablando animadamente en el salón.

- ¡Hola! - Saludé a todos. Me respondieron saludándome.

Jeremiah no estaba.

- Mamá, ¿me dejas ir a pasear con Steven? Debería salir un poco. - Le pedí rogándole.

- Está bien... Te has portado bien. - Le convencí. La abracé agradeciéndole.

Yo guardé las cosas a mi habitación y salí esperando a mi hermano.

Cuando por fin salió, cogimos las bicis que habían al trastero, tenían de todo en esta casa.

Salimos de casa, dimos un paseo en bici.

- ¿Que tal te cae Sarah? - Le pregunté a mi hermano interesada.

- Es estresante. - Me sorprendió su respuesta, aunque en realidad me parecía de lo más normal. La chica es insoportable.
- Sé que te gusta Jeremiah.

- ¿Jeremiah? ¿A mi? - Negué.

- Te conozco, Leila. - Siguió. - Me parece muy asqueroso imaginar que os coméis la boca. - Hizo un gesto de vomitar con la boca. - Pero si te gusta, te gusta. Y, si te hace daño, seré el primero en romperle la cara, incluso creo que le cortaría el pelo, dejándole sin ricitos perfectos. - Bromeó. Reí.

- Bueno, me ha dejado de hablar. - Hice como que no me importaba.

- ¿Que has hecho está vez? - Negó con la cabeza.

- Le dije que no había nada entre nosotros. - Paré. - Pero es que tampoco había nada entre nosotros, literalmente. - Dudé algo estresada sobre el tema.

- Pues habla con él. - Aconsejó mi hermano.

- ¿Tu novia te da consejos de amor? - Pregunté en tono de broma. - Me cae bien. - Reímos.

Sonrió al mencionarla.

- Te diría que si te parte el corazón la apuñalaría. - Suspiré sarcástica. - Pero está obvio que le romperás tú el corazón, así que como no te comportes bien con ella, te voy a matar yo a ti. - Amenacé bromeando.

- ¿Mañana es la merienda esa? - Preguntó Steven intentando recordar.

- Sí. Sheila seguro asistirá. - Di una pausa. - Ya te diré que me parece. Necesitas la sincera opinión de tu hermana favorita.

- Claro, claro. - Sonó sarcástico.

- ¡Una carrera! - Le pillé desprevenido.

Pedaleé lo más rápido que pude para ganar.

- El que llegue primero al símbolo de stop, gana. - Gritó él a punto de quedar en mi puesto.

Di mi último esfuerzo.

Después de 15 años, pude ganar una maldita carrera de bicis.

- Después de 15 años, eh. - Suspiré melancólica.

- Felicidades hermana. - Rió. - Vamos a casa, se está haciendo tarde aunque no lo parezca.

Volvimos a casa.

Me di una ducha, para luego ir a mi habitación a ponerme de nuevo la ropa. Me dejé el altavoz de la música en el baño, tuve que ir a por él.

Al salir me choqué sin querer con Jeremiah.

- Lo siento. - Dijimos al unísono. - Oye... - Dijimos de nuevo a la vez.

- Tu primero. - Contesté.

- ¿Podemos hablar? - Preguntó cansado.

- Sí, claro. - Dije con tono suave. Me cogió de la mano, llevándome a su habitación.

Se acercó a mí como hace unos días, notando la respiración de ambos.

Me acarició la mejilla delicadamente. Me miró los labios como aquella vez, bailando. Sonrió.

Esta vez me acerqué aún más. Jeremiah me miró atentamente a los ojos, como si me examinara los pequeños ojos verdes. Yo contemplé los suyos, azul océano precioso, cualquiera quisiera tener esos ojos.

Miré sus labios, rosado claro.

Se acercó más, haciendo que nuestros labios estén en contacto.

Me estaba besando, y no borracha.

Seguimos el beso de manera dulce, la intensidad subía, pero seguíamos igual.

Jeremiah se movió, empujándome hacia la pared, sin hacerme daño.

El beso se detuvo, después de unos segundos, para respirar.

No parábamos se sonreír.

Lo abracé sin pensarlo.

— ¿Ahora hay algo entre nosotros?