Sábado 16 de abril de 2016
Departamento de Martin / Central Park
Margaret William y su padre vivían en un bello departamento en Central Park. La jovencita había participado en una fiesta de pijamas el día anterior, en casa de Emily Warren. Se sentía desorientada y con un profundo dolor en su espalda.
Ella se levantó de su cama, observando con dificultad el entorno de su alcoba. Eran exactamente las 7:30p.m. Realmente estaba aturdida.
La jovencita salió de su recámara y se dirigió a la cocina. Ahí, observó a su padre sentado al frente de un mesón, sobre un sillón muy alto. Ojeaba una antigua revista, portando unos lentes algo deteriorados.
—¡Papá...! —exclamó la jovencita, rascando uno de sus ojos.
—¡Vaya! Finalmente se despertó la reina de este hogar —dijo Martin, quitándose los lentes y bajando de la silla.
—No me siento bien. Me duele la espalda.
—Tal vez es por el tiempo que estuviste dormida —dijo él, dirigiéndose hacia el refrigerador.
Margaret se sentó en un pequeño banco de madera al costado del mesón, mientras su padre le servía un vaso con jugo de naranja.
—Ten. ¿Quieres comer algo?
—No. No tengo apetito.
—¿Cómo estuvo la fiesta de pijamas?
—¿La qué...? Ah sí. Estuvo entretenida —dijo Margaret, mostrando un gesto de fastidio.
—No me convence esa respuesta.
—Ya sabes cómo es Emily. Suele ser intensa.
—Entiendo...
—¡Un momento! —dijo Margaret, algo sorprendida—. ¿Dormí durante un día completo?
—Sí. Me dijo su madre que se desvelaron con juegos de mesa. Como es sábado, decidí dejarte descansar —dijo Martin, sentándose al lado del banquillo.
—¡Gracias, papá! Tú siempre consintiéndome.
Martin la abrazó tenuemente y luego se separó.
—Eres mi pequeña.
De pronto, un fuerte ruido se escuchó al fondo del corredor. Parecía provenir de la alcoba de Margaret.
—¿Qué fue eso? —preguntó la jovencita, observando hacia el lugar.
—Tal vez se cayó algo.
Luego, el ruido se volvió repetitivo. Parecía como si alguien aventaba objetos sin cesar.
—¡Papá! —exclamó Margaret, abrazando a Martin.
—¡Quédate aquí! —dijo Martin, apartando sutilmente a su hija.
El hombre caminó lentamente por el corredor. Aquel ruido tan afanoso, continuaba escuchándose. Luego, Martin se asomó levemente al interior de la alcoba, y el sonido se detuvo. Avanzó con cautela hacia la cama de Margaret y, sobre esta, se hallaba un pequeño globo de nieve completamente destrozado.
—¿Qué rayos sucedió aquí?
—¡PAPÁ! —gritó la jovencita.
—¡MARGARET!
Martin salió al corredor y observó a su hija suspendida en el aire.
—No puede ser.
—¡PAPÁ, AYÚDAME!
Luego, las luces comenzaron a parpadear, y una entidad sombría apareció, situándose en la entrada del corredor. Era idéntica a Margaret; pero sus ojos relumbraban como dos faroles de color rojo.
—Ayúdala, Martin... No permitas que le pase nada malo —expresó, con un tono demoníaco.
Él no podía creer lo que veía; pero a pesar de esto, Martin corrió en dirección a la joven. La sombra se esfumó y Margaret cayó en los brazos de su padre.
—Papá; ¿qué está sucediendo? —preguntó Margaret, con los ojos llenos de lágrimas.
—No lo sé, cariño.
Aquella luctuosa entidad volvió a aparecer; pero esta vez, recorriendo el techo de la cocina, mientras las luces continuaban parpadeando.
Martin bajó a Margaret y la tomó de la mano. Así, corrió con ella hasta la puerta principal del departamento, mientras algunos enceres comenzaban a moverse por sí solos. Se situaban en lugares específicos. Parecía que este ente diabólico impedía su salida.
—¿A dónde vamos, Papá?
Él no respondía. Martin deshabilitó el cerrojo y abrió la puerta rápidamente. Luego, antes de salir, echó un vistazo de nuevo al interior del recinto. Aquella sombra con la fisonomía de Margaret se hallaba parada en el techo, mientras un borde del vestido ondeaba asiduamente. Martin la vio con ira y cerró la puerta muy fuerte.
—Escúchame, Margaret. Necesito que bajes lo más rápido posible.
—¿Y tú que vas a hacer?
—Bajaré detrás de ti. No sé qué está sucediendo; pero tengo que protegerte.
Margaret asintió y luego bajó las escaleras. Las luces del edificio se apagaron por completo y la jovencita se detuvo en el descanso de uno de los pisos.
—¡PAPÁ, NO VEO NADA!
—ESPÉRAME, HIJA. YA ESTOY CERCA.
Antes de que Martin llegara a ella, aquella funesta entidad apareció. Comenzó a subir las escaleras en dirección a Margaret.
—¡PAPA! —gritó la jovencita, mientras contemplaba los inclementes ojos rojos aproximándose.
La sombra la miró justo a los ojos, y Margaret hizo exactamente lo mismo. Por un momento la jovencita no sintió miedo alguno. Ambas eran exactamente iguales; solo diferenciadas por matices adversas. Una, con un tono negro como la noche y aspecto demoníaco, y la otra, solo una niña de doce años.
Las luces del edificio se encendieron por completo y Martin observó a su hija desde el nivel superior. Estaba parada en ese descanso, observando hacia la nada. Él llegó al sitio donde se hallaba Margaret y se inclinó frente a ella.
—¿Te encuentras bien, Margaret?
—Sí, papá. Solo estoy algo asustada —dijo ella, sin parpadear.
—¡Vamos! Tenemos que salir de aquí.
Él la tomó del brazo y ambos comenzaron a descender. Margaret aún tenía su mirada perdida. Se notaba claramente que algo en ella no estaba bien.
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La Sombra de Margaret
Mystery / ThrillerUna jovencita de 12 años de edad de nombre: Margaret Williams, es víctima de un extraño suceso que provoca estragos en Manhattan, posterior a su deceso luego de caer desde el décimo piso de un reconocido Hotel de Central Park. La ausencia de lesione...