La Sombra de Margaret

3. Su Verdadero Poder

Los paramédicos subían la camilla, con Marcel sobre ella. Davis, Anne, Martin y algunos oficiales, caminaban detrás de él.

—Dígame que va a estar bien —dijo Anne a un médico que tomaba notas.

—No puedo asegurarle nada. Tenemos que llevarlo al Hospital. Debemos descartar que el sangrado no proviene de una arteria perforada, o que su corazón tenga alguna lesión. Lo lamento.

—¡Gracias, Doctor!

—Voy a notificar a su esposa —dijo Davis.

En cuanto llegaron al área principal de la Delegación, observaron el cuerpo del oficial sobre un charco de sangre.

—¿Pero qué demonios pasó aquí? —preguntó Anne.

—Yo me encargo —dijo el Doctor, agachándose para revisarlo —. Está muerto.

—No lo entiendo, dijo Davis.

Los demás oficiales comenzaron a revisar todo el recinto.

—Davis; por favor ve en la ambulancia con Montreal. Necesitará compañía en el hospital mientras llega su familia. Yo tomaré el mando por los momentos.

—Desde luego.

—¡Ustedes! Custodien a la Ambulancia —dijo a los oficiales.

—Volveré con el Equipo Forense —dijo el Doctor.

Aurore aún se encontraba petrificada.

—¿Aurore? —preguntó Martin, acercándose a ella—. ¿Qué sucedió, Aurore? Por favor, contéstame.

—Martin..., la ha matado. Ella la desapareció.

—¿A quién?

—A Rachel.

—No es posible. También a Rachel.

—¿Escuché bien? —preguntó Anne, acercándose a ambos.

—Sí, estuvo aquí. Mató a Rachel —respondió Martin.

—¿Dónde está su cuerpo?

—La desvaneció —respondió Aurore.

—Esto se salió de control. Señor Williams, usted y yo tenemos algo que hacer.

—Ok, pero aún no me ha dicho su nombre.

—Mi nombre es Anne Bells. Soy Detective de la Delegación de Wisconsin.

—¡Oh, ya veo!

—Sí, es precisamente lo que se imagina. Tenemos que buscar esa Daga.

—Usted no debería acompañarlo —dijo Aurore.

—¿Por qué?

—Ya vio lo que ella puede hacer. Es arriesgado.

—Williams no puede ir solo. Pediré que lo custodie uno de los oficiales, al menos.

Aurore vio a Martin con facciones de angustia.

—Debe hacerlo solo. Él es el único a quien no le hará daño; eso espero. Cualquiera que lo acompañe, corre peligro. Sobre todo usted, Detective. New York la necesita en estos momentos.

Anne caminó hacia una pared y se agachó; observando hacia abajo.

—¡Esto es una mierda! —exclamó.