5. El Destino siempre Llega

7 5 0
                                    

Esa noche, se percibía un ambiente incómodo en el departamento de la familia Warren. Emily aún se hallaba sentada en el sillón pensando en lo ocurrido. George, tenía la mirada perdida hacia una hermosa pintura que adornaba la estancia.

—Emily... —dijo George.

—¿Sí, papá?

—¿Puedes buscar ese libro?

—El libro... ¡Ah, por supuesto!

Emily corrió a su alcoba y extrajo el libro de uno de los gaveteros de la peinadora. Luego, regresó a la sala.

—Este es, papá.

Martha salió de su habitación, abrió el refrigerador y tomó un trago de leche directamente del recipiente.

—No me voy a culpar más por esto. Y a ti tampoco, hija —dijo Martha.

—Somos responsables, Martha. ¿Ves esto? —dijo, mostrándole el libro—. Parece que pertenece a una secta satánica. Debemos hablar con el Decano. Tienen que llamar a los padres de ese chico.

—¡No tenemos que hablar con nadie! Solo deséchalo.

George se levantó y arrojó el libro con mucha fuerza sobre el mesón de la cocina.

—Esto, Martha, es indicio de que Emily tiene compañeros desequilibrados mentalmente. No es algo que debe poseer un niño en su casillero.

—Emily tomó el libro, George. ¿Entiendes lo que eso significa? La escuela juzgará más a Emily por ser una ladrona que a ese chico.

—No estoy de acuerdo.

—Jamás lo has estado. Creo que...

En ese instante, se escuchó un ruido repetitivo en la alcoba de Emily.

—¿Qué es eso? —preguntó Martha.

—Viene de arriba —dijo Emily, aproximándose a ellos.

De pronto, la hermosa peinadora salió expulsada de la habitación, y cayó escalera abajo. Los tres se alarmaron.

—Mamá; es ella otra vez.

—Ve a chequear, George.

—¿Yo?

—Eres el hombre de la casa.

—Cuando se trata de un maleante. Esto es...

—¡QUE VAYAS!

—Ok...

George subió lentamente, avanzando sobre los restos de la peinadora. Al llegar a la alcoba, comenzó a mirar en varios sentidos. Realmente estaba aterrado.

—Oye, Margaret. Sabemos que eres tú. Emily está muy arrepentida por todo lo que ocurrió. ¿Puedes oírme?

Mientras George caminaba, algunos objetos comenzaron a moverse. La ventana se abría y cerraba constantemente.

—Quiero que te marches. Debes descansar en paz, Margaret.

¿En paz? —expresó la sombra. Estaba situada justo detrás de George.

Él la observó y de inmediato retrocedió.

—Escúchame, yo...

Tú eres un cobarde, George. Permitiste que me echaran de tu casa.

La Sombra de MargaretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora