6. Amargo Recuerdo

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Martin llegó al edificio. En ese instante, observó al guardia que custodiaba el lugar, sentado sobre el borde de la jardinera. Portaba una mochila en su espalda y una caja con artículos personales sobre sus manos.

—¡Hola, Phil! ¿Qué haces ahí?

—Señor, Williams —dijo el hombre, levantándose—. Me voy. Ya no estaré más aquí. En realidad creo que nadie.

—No comprendo.

—La compañía solicitó que me retirara. Nuestro jefe se asustó con este tema de su hija. Cree que van a investigarlo a él también.

—Esto tiene que ser una broma.

—No lo es, señor.

De pronto, llegó un auto de color azul y sonó el claxon.

—Han venido por mí. Fue un placer, señor Williams.

—No es justo que el edificio quede desprotegido por esto que pasó. ¡Es absurdo!

—Está en lo cierto; pero yo no puedo ayudarle. Adiós —dijo el hombre, antes de subirse al auto.

...

Martin subió a su departamento. Se sentía extremadamente triste. Los recuerdos abrumaban a su memoria. Lentamente comenzó a levantar los enseres que aquel demonio con la fisonomía de su hija arrojó para evitar que salieran del recinto. Él no temía que este ser apareciera de nuevo; porque de ser así, tendría la oportunidad de ver el cuerpo de su hija. Era algo que anhelaba desde el fondo de su alma.

Caminó por el angosto corredor, situando su mano suavemente sobre todos los retratos donde aparecía disfrutando momentos gratos con ella. De pronto, se detuvo frente a uno de ellos. Era un recuerdo invaluable de su visita al Gran Cañón. Ver la hermosa sonrisa de su hija provocó que comenzara a sollozar en silencio.

—Quisiera que esto fuera solo un mal sueño —dijo—. Nada tiene sentido. No entiendo cómo pudo suceder algo así.

Luego de estas palabras, golpeó la pared con mucha fuerza; provocando que algunos de los retratos cayeran al suelo.

Martin respiró y se dirigió a la habitación de la jovencita. Tomó aquel globo de nieve roto y lo arrojó a un cesto de basura que se hallaba al lado de la cama. Luego se sentó, y comenzó a pasar la yema de sus dedos por el descolorido cobertor de tonalidad verde, que tanto adoraba Margaret.

—¿Qué sucedió, hija? Necesito saber qué provocó todo esto.

De pronto, un amargo recuerdo llegó a su memoria. Aquel acontecimiento que marcó la vida de ambos, cuando Margaret tenía tan solo dos años.

...

Una hermosa tarde de verano del año 2006, Margaret y su padre, jugaban en el jardín posterior de su bella casa en Wisconsin. Martin disfrutaba de un grato momento con su hija, mientras esperaba la llegada de su esposa: Rachel Robinson; una mujer de 34 años, delgada, de cabello rubio y ojos azules. Ella era una alta Ejecutiva en una prestigiosa Empresa de Bienes Raíces.

Una hora más tarde, Rachel llegó a su hogar, colocó su portafolio sobre una mesa de madera, y se dirigió a la puerta de vidrio que separaba a una sala de descanso de su jardín. Observaba a su hija corretear a Martin, mientras reían sin parar.

De pronto, Martin notó que Rachel los observaba y decidió detener el juego.

—¿Rachel? Margaret, ve a saludar a tu madre.

La Sombra de MargaretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora