La Sombra de Margaret

(CAPÍTULO 2) ENVUELTOS POR LA SOMBRA

18 de Abril de 2016

Madison / Central Park

Abigail García llegó a su hogar a las seis de la tarde. Se sentía muy mal luego del encuentro con Martin en el Colegio. Realmente quería apoyarlo; pero tal y como le había dicho él, no podía ayudarle en nada.

Como de costumbre, preparó la cena y se dispuso a revisar los deberes de sus estudiantes, pero mientras lo hacía, sintió una fuerte corriente de aire a sus espaldas. No sabía de dónde provenía esa brisa tan helada. Decidió ignorarla y continuó haciendo su trabajo; pero minutos después, escuchó su nombre.

—Abigail...

Ella se levantó bruscamente y la silla cayó al suelo.

—¿Quién anda ahí? ¿Quién dijo mi nombre?

Luego, volvió a escucharlo; pero esta vez, como un susurro directo a su oído.

—Abigail...

Abigail volteó y comenzó a temblar. Así, corrió a la cocina y tomó un cuchillo de gran tamaño.

—NO VOY A DUDAR EN USARLO. ESTA ES UNA PROPIEDAD PRIVADA. ESTÁ INVADIENDO MÍ...

—¿Tu qué, Abigail? —expresó una voz demoníaca.

Luego, las luces se apagaron y todo quedó en total silencio. Solo la luminaria de un poste que atravesaba la ventana de la cocina, alumbraba el lugar.

—Dios mío, ¿qué está ocurriendo?

Una silueta que se hallaba en el techo, comenzó a avanzar lentamente. Así, se fue materializando hasta ubicarse justo sobre la mujer. Ella se asustó tanto que cayó de espaldas al suelo.

—PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...

—No, Abigail... No lo hagas más difícil.

—SANTIFICADO SEA TU NOMBRE...

—¿Cómo alguien que juzga y se aprovecha de su jerarquía, puede ser escuchada por su Dios?

—VENGA A NOSOTROS TU REINO. HÁGASE SU...

—¡SU VOLUNTAD! —dijo aquella cosa, acercándose a Abigail.

Se trataba del cadáver de Margaret. La mitad derecha de su cuerpo estaba pálida, y tenía su ojo completamente blanco. La izquierda, era totalmente negra, y su ojo de tonalidad roja. Se había convertido en un ser realmente repulsivo.

—¿MARGARET? ESTO NO PUEDE SER POSIBLE.

Ellas tomaron el cuchillo de su mano temblorosa, y le hablaron:

—Continúa rezando.

—No, Margaret..., te lo suplico.

—¡QUE CONTINÚES!

—Hágase su voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día...

Mientras Abigail continuaba rezando, el cuerpo de Margaret, acompañado de su sombra, se movía de un lado a otro. Era la reacción de alguien disfrutando de una música.

—Perdona nuestras ofensas...

—Eso, Abigail. Vas muy bien.

En ese instante, Margaret clavó el cuchillo en su abdomen. La respiración de la mujer comenzó a incrementar, y mucha sangre empezó a salir de su boca.

—Creo que tus ofensas no serán perdonadas, Abigail.

—No me... dejes morir, Margaret.

La sombra se liberó del cuerpo por un instante y se aproximó al rostro de la mujer.

—Arde en el infierno.

Así, un último grito se escuchó en aquel edificio de Central Park, alertando a todos los vecinos.

Margaret Williams estaba clínicamente muerta; pero mientras esta malévola sombra acompañara a su humanidad interfecta, seguiría generando estragos. Los motivos...aún eran inciertos.