SINOSSI
Venecia es un lugar maravilloso, pero... ¿qué hago aquí? Escapar.
¿De quién? De mi familia.
Llevo aquí más de cinco años. Llegué a esta fabulosa ciudad al cumplir mis 18 años, el mismo día de mi cumpleaños escapé de mi infierno personal.
Mi...
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ORLENA
—Dime por favor que ya estáis cerca —sin siquiera molestarse en saludar Valerio va directo al grano.
Pensándolo bien, no creo que estén cerca de aquí ni mucho menos. A no ser que Giotto supiera exactamente donde se han quedado estos días mis amigos. Porque irse a Venecia de vuelta no creo que lo hicieran.
—Hermanito nunca me dijiste que mis amigos seguían aquí —le reproché a Cesare —. Sé que a veces puedo ser demasiado impulsiva. Ahora bien, no voy a hacer nada malo para empeorar las cosas. Todavía sé controlarme perfectamente sola. No hubiera ido a donde mis amigos. Sabias perfectamente que los quería lejos de todo este caos. Lo que ocurre es que la situación ha tomado otro rumbo.
—Te comuniqué que estaban a salvo una vez el abuelo y nuestro padre los liberaran. Lo siento por no decirte que todavía se encontraban en la ciudad.
—¡Chicos basta! —Valerio, quien todavía estaba sujetando el móvil contra su oreja —Estoy al teléfono y si habláis escucho menos todavía. Recordad que las balas siguen estallando contra la casa.
Cesare y yo nos miramos fijamente y asentimos a la vez.
—¿Dónde estáis? —la desesperación de que iba a pasar iba en aumento mientras los minutos pasaban.
Las balas no paraban de acceder por el hueco de la ventana y eso me daba pie para pensar en cuanta munición contaban ellos.
—Valerio, ¿tienes armas en casa?
—Espera un momento Giotto. Orlena alias la sicaria me está preguntando algo verdaderamente serio —con tanto lio que tiene formado aquí con Cesare y conmigo, tiene bastante complicado el entablar una conversación y llegar a un punto exacto con Giotto.
—Sí —gruñe en respuesta —Cesare sabe dónde las guardo. Que te indique el camino y te ayude a cogerlas; no son pocas que digamos.
No voy a preguntarle porque tiene guardadas tantas armas dentro de su casa. Yo al menos en la mía; no hay que yo sepa.
—No perdamos más el tiempo —si estoy en lo cierto ellos poco a poco se tienen que ir quedando sin munición —Vamos gatito descerebrado. ¡Guíanos!
—Hay que llegar a esa pared —hasta ahora no reparé en que ahí había una pared. Lamentablemente, siempre me pasan cosas similares con las cosas que no me interesan o no me importan no les presto atención —. Hay que llegar lo antes posible, los hijos de puta son atentos y veloces a partes iguales.
Por una parte los comprendo. Isacco no quiere a nadie en sus filas siendo ineptos e ineficientes, les correría de su puesto inmediatamente. Las personas que trabajen para él deben ser aptos para el puesto que deban ejecutar. Ellos seguramente pasaron por unas exhaustivas pruebas para ser seleccionados para unirse a las filas y sin olvidarse de los entrenamientos de más de tres horas que deben de pasar haciendo: tiro, velocidad, artes marciales y defensa personal. Los tendrá a rajatabla, queriéndoles inculcar su mentalidad.