Capitolo 24

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ORLENA

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ORLENA

No voy a mentir en lo absoluto; las sensaciones eran demasiado extrañas. Estar Giotto y yo en cuatro paredes sin que el uno o el otro soltemos alguna pulla es algo inusual de ver. Más desde el momento en el cual a este individuo que tengo frente a mí, le dio la venada de tratarme como si fuera basura.

Debo decir que lo le duró demasiado estas ideas tan liberales que soltaba sobre mí en frente de mi cara cada vez que quería el susodicho. Él no tiene pelos en la lengua, lo he podido percibir en más de una ocasión y más cuando ha tenido que decirme algo de frente. Lo que seguramente jamás se esperó fue que mi hermano saltará en mi defensa, porque ya no se escondía ni cuando Cesare estaba presente.

He venido a esta habitación solo para aclarar algunos puntos, con eso arreglado, tendríamos que tener la fiesta en paz. No estoy demasiado segura que eso pase, y no es que no suceda por mi culpa, sino por la persona que tengo en frente ahora mismo; la cual parece que está presenciando un funeral de lo serio que se encuentra.

—¿Hablaras o te quedaras muda? No tengo todo el tiempo del mundo para ofrecértelo a ti niñita y tampoco te lo daría. Así que escupe todo lo que quieras decir y te largas de esta habitación —que persona tan despreciable se ha vuelto ese ser en tan solo días.

¡No lo soporto!

—¿Te digo una cosa? —él en vez de hablar levanta una ceja esperando una respuesta de mi parte —. No estoy aquí por placer, no quiero ver tu asquerosa cara de mierda. Si quieres que te hable con sinceridad lo haré. Si mal no recuerdas en el autobús en el que veníamos todos dije que íbamos a habla en cuanto llegáramos y aquí estoy.

Lo miro fijamente y su semblante es serio y de su boca no sale ningún sonido hasta ahora, parece como si se hubiera quedado mudo.

—Yo no tengo ganas de discutir con una persona que no vale la pena —el pelirrojo vuelve a subir una de sus dos cejas —. Espero que te hayas dado por aludido, porque estoy hablando de ti, mejor dicho expresando.

—Sigue entonces —se mofa de mí.

—¿Tú me ves cara de estúpida?

—¿Quieres que te responda a eso?

Muerdo mi carrillo izquierdo para no soltare una burrada de las mías. Giotto quiere sacarme de mi casillas —lo está logrando —, pero debo ser más astuta que él y saber manejar esto de la mejor manera.

Dejo soltar un largo suspiro y vuelvo a hablar o más bien advertirle y dejarle las cosas claras a este pelirrojo.

—Dejarás de meterte conmigo, te portarás bien y así todos estaremos contentos —una línea fina trasforma sus labios, parece que no le gusta absolutamente nada lo que le acabo de decir. Sintiéndolo mucho no tiene más opciones, lo toma o lo deja —. Te estas comportando como un verdadero capullo, y no solamente conmigo, sino con tus mejores amigos.

Il passato torna sempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora