SINOSSI
Venecia es un lugar maravilloso, pero... ¿qué hago aquí? Escapar.
¿De quién? De mi familia.
Llevo aquí más de cinco años. Llegué a esta fabulosa ciudad al cumplir mis 18 años, el mismo día de mi cumpleaños escapé de mi infierno personal.
Mi...
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ORLENA
Acabamos de llegar al piso de Valerio que se sitúa al límite con las afueras de la ciudad. El camino no ha sido demasiado largo, puesto que, el centro médico que dirige y es propietario mi hermano no se encuentra a demasiada distancia de allí.
En cuanto cruce la puerta de la casa del amigo de Cesare y me cercioré que no estuviera el tonto de Giotto por esa espaciosa casa.
Mis ojos inseguros ojeaban todo de arriba abajo sin dejar ni una esquina sin mirar hasta que Valerio se acercó hasta mí y hablándome al oído me dijo:
—Lo he mandado a su casa —se ríe bajito —. A petición de tu hermano.
Antes de dirigirse a donde se encontraba mi hermano, me lanzó una mirada de comprensión.
—Ven al salón Orlena, no te quedes en la entrada —Cesare que ya se encontraba en el interior del cuarto contiguo al de la recepción del piso me habló.
Me sentía intrusa en este lugar, jamás me sentiría cómoda en un lugar donde lo pasé tan mal. ¿Se podría pasar de página? Sí, por poder se puede otra cosa es que lo puedas hacer. En el camino puede que haya obstáculos. No obstante, nunca hay que perder las esperanzas. En mi situación, lo veo algo complicado.
—Orlena, vas a vivir durante varias semanas en este lugar —mi hermano asoma su cabeza por el hueco abierto del salón que da directo al hall del piso de Valerio —no estés tan cohibida. Además, ya conoces de sobra a Valerio.
¿De sobra? ¿Él se está quedando conmigo? A Valerio lo conozco en el hospital. No he estado ni quince días encerrada en su centro médico mientras que sus dos mejores amigos me cuidaban.
—Lo siento por sentirme fuera de lugar en una casa ajena a la mía con una persona que apenas conozco hace un par de días, que podría contarlos con los dedos de mis manos —reprocho.
Me sentía una intrusa allí, y no solo estoy hablando del apartamento de Valerio, también en la ciudad y los alrededores. Todo me parecía doloroso. No tengo ni un solo momento que pasé feliz aquí. Amigos jamás tuve, debido a que no salía de casa. Aunque si concretábamos más, no salí de mi habitación durante mis dieciocho años viviendo en el infierno, excepto cuando me llevaban a la cueva, pero eso ya no hace falta ni mencionarlo, lo saben todos.
Al no haber tenido referencias de personas o una figura a la que tener de referente, me instruya y me guie en mi camino, soy o me describo como una persona libre ahora y salvaje. Nunca más dejaré que nadie me lastime como lo hicieron, debo seguir adelante con mi plan y enterrar todos mis pensamientos negativos que invadan mis pensamientos todos los días, las veinticuatro horas del día.
Y lo voy a reconocer. Necesito ayuda y no solamente para borrarme del mapa por completo, sino para investigar sobre la familia perdida que tenemos en Noruega y que nadie aparte de seguramente —de las dos personas que están a la cabeza del Clan Lepori sabe —, por lo tanto me veo en la obligación de sacar los trapos sacios de una vez.