ORLENA
Todos estábamos en la recepción del hostal en el que nos hospedaríamos, Cesare, Valerio y el gruñón de Giotto, fueron los seleccionados para hacer el papeleo que hay que hacer para registrarnos en el hotel y nos puedan dar las habitaciones, junto a las llaves para poder ingresar en ellas. El resto nos encontrábamos sentados con todas nuestras pertenencias, parece como si esto fuera un bloque de pisos; en vez de un hostal en el que pasar unos días.
Mis ojos —cada segundo que me despistaba de lo que estaban charlando mis amigos entre ellos —, se situaban en las espaldas de ese trío que estaban en la recepción junto al señor que les estaba atendiendo.
Al parecer lo conocían bastante bien, y hablo en plural, porque da la casualidad de que se ve la fluidez del como hablan, los otros dos individuos —Valerio y el gruñón —, con el trabajador que eta tras el mostrador.
Cuando observo como el señor les proporciona las llaves, inmediatamente me levanto del asiento que comparto con Andreas; este me mira algo confundido.
—Ya tienen tarjetas para poder ingresar a las habitaciones —informo en voz alta para que todos los demás sepan también.
Con mis amigos detrás de mí nos dirigimos —sin maletas —hasta donde estaban el trío. Yo me posicioné, justamente detrás de la espalda de mi hermano, alargue mi mano rápidamente y cogí una de las tarjetas. No obstante, antes de poder cogerla, le dan un manotazo a mi mano.
—Au, eso dolió —le reprocho al autor de tal hazaña.
—Quietecita me gustas más, hermanita — mis amigos, quienes estaban rodeándome se empezaron a descojonar, les reté con una mirada no muy grata y callaron al instante —. Lo siento Orlena, yo distribuiré las habitaciones.
—Espero que me toque con las chicas, no quiero dormir junto a un descerebrado —murmuré, desviando la mirada hasta dar con la espalda del pelirrojo.
—Basta leona, guarda tus garras por ahora. Nadie te está haciendo nada, no provoques a la gente de gratis —¿qué quería que hiciera? Las palabras me salían disparadas de mi boca sin yo poder retenerlas dentro.
Para responder a mi hermano, lo único que hago es encogerme de hombros desinteresadamente.
—No conocía este lado tan desesperante tuyo, hermanita.
—Tiene sus días —interviene en la conversación Niccolo. Si no estuviéramos en un sitio donde cualquier persona nos podría ver, lo descuartizaba en pedacitos y lo echaba a cualquier fosa para que no lo encontraran en ninguna parte —, eso no resta que la queramos tal y como es —el que se hace llamar mi mejor amigo se acerca a mí y en un intento de solucionar lo que acaba de decir me acaricia el pelo como si fuera un perro herido.
—Idiota —lo insulto —, tener amigos para esto. Saldría ganando manteniendo una relación de amistad con un demonio.
—No creo —se da la vuelta Giotto y hace una mueca con los labios —. Se hartaría a la primera de tus comportamientos de niña te quemaría —sus ojos van enfocándose en cada uno de los presentes a excepción del señor que está justo detrás de él —. No estas preparada para vivir entre demonios.
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Il passato torna sempre
Misteri / ThrillerSINOSSI Venecia es un lugar maravilloso, pero... ¿qué hago aquí? Escapar. ¿De quién? De mi familia. Llevo aquí más de cinco años. Llegué a esta fabulosa ciudad al cumplir mis 18 años, el mismo día de mi cumpleaños escapé de mi infierno personal. Mi...