ORLENA
Me despierto. No sé qué ha podido suceder anteriormente. Ahora mismo no me acuerdo, lo que sí que puedo aportar es que tengo un terrible dolor de cuerpo.
Mis ojos me pesan, llegando al extremo de no poder abrirlos. No obstante, hago un esfuerzo por hacerlo.
Lentamente abro mis ojos. No puedo apreciar demasiado bien dónde demonios estoy ahora mismo.
La iluminación del lugar es una mierda. Hay solamente una bombilla, la cual no ilumina mucho el espacio donde me encuentro, ya que está a punto de fundirse.
Estoy sentada en una silla bastante incómoda —a mi parecer—, mis pies se encontraban descalzos y con heridas abiertas que escocían. Por otra parte, mis manos estaban atadas en mi espalda.
Mis piernas estaban con rasguños y una raja desde la rodilla hasta la mitad del muslo.
¿Qué ha podido suceder? ¿Dónde me encuentro? Solo me acuerdo de que el hombre de negro —que trabaja para mi abuelo Isacco —me durmió con algún tóxico.
Este paraje parecía un zulo, no tenía puertas y por las paredes —que eran roca —me extraña que sea una habitación de un sótano de casa.
Oigo pasos que se acercan. Es hora de cerrar los ojos y hacerme la dormida. La persona que viene en la dirección en la que me encuentro yo, pisa demasiado fuerte en cada zancada que da.
Pasa rozándome el hombro. En ese momento me viene un olor familiar. Lo he olido en alguna parte. Mi memoria no quiere que reconozca ese hecho, al parecer, en cuanto quiero ver esa persona, su rostro se distorsiona.
El sujeto que se encuentra en algún rincón detrás de mí, hace bastante ruido, poniendo cosas en algún lado. Hablando sinceramente, no sé qué hace.
Aunque mis ojos se mantenían aún cerrados, percibía un poco, percibía como había un poco más de luminosidad.
—¿Vas a seguir haciéndote la dormida?
¡No, esa voz otra vez no! No puedo tener tan mala suerte. ¿Cómo no me he temido lo mejor? ¡El hombre de traje negro era un trabajador de Isacco!
¿Estoy en la cueva? Un escalofrío recorre toda mi columna vertebral. ¡Me han sacado de Venecia en contra de mi voluntad!
—Abre tus ojos del mismo color que los míos y aprecia donde nos encontramos. Al parecer antes no lo habías hecho —por desgracia tenía los ojos azules, los cuales heredé de él —. Quizás recuerdes este hermoso lugar el cual te llenará de bellos recuerdos —a hijo de puta no le ganaba ni Dios.
Le escupiría en toda su cara. Sin embargo, estoy en desventaja. Estoy atada de manos y pies. Contando con que él es más fuerte, y si me atrevo a hacerle algo, aunque sea minúsculo, yo voy a recibir el doble.
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Il passato torna sempre
غموض / إثارةSINOSSI Venecia es un lugar maravilloso, pero... ¿qué hago aquí? Escapar. ¿De quién? De mi familia. Llevo aquí más de cinco años. Llegué a esta fabulosa ciudad al cumplir mis 18 años, el mismo día de mi cumpleaños escapé de mi infierno personal. Mi...