La mirada preocupada de Yuta pasaba de la encimera de la cocina a su novio, intentando hacer la masa para un pastel.
—Mark...— Carraspeó la garganta, dando un paso más cerca de él.
—Puedo yo— Su voz salió más como un gruñido que como una respuesta tranquila y civilizada.
—Pero...— Volvió a intentar hablar, haciendo una mueca dudosa.
—Pero nada— Contestó tajante, obteniendo un suspiro por parte de Yuta.
El mayor guardó silencio, intentando mantener la calma antes de que o él perdiera la paciencia o su esposo le mandara a dormir al salón.
—Vale, para— Ordenó cansado después de un par de minutos— Déjame ayudarte— Las palabras que estaba a punto de pronunciar el contrario murieron en su boca cuando sintió unos brazos rodearle, ubicando las manos encima de las suyas— Lo estás haciendo mal, si sigues así la tarta va a tener una única capa de cinco centímetros y da gracias si sale— El quejido lastimero que soltó el menor le hizo reír.
—Menos mal que dijiste que tú sólo mirarías— Le recordó inclinando su cabeza para poder observar su rostro.
—Pásame la harina anda— Demandó dando un suave golpe con la pelvis en su cadera, ganándose una mala mirada que disfrutó de obtener porque sabía que le estaba llevando al límite de su paciencia.
Bien era cierto que cuando Mark se enfadaba era mejor mantenerse alejado, pero a Yuta le encantaba llevarle hasta ese punto, dado que resultaba bastante gracioso y entretenido de ver. Claro que luego tenía que calmarle antes de que uno de sus huesos fueran rotos.
Tan sumido estaba en preparar la masa de la tarta que no se percató de cuando el otro apoyo el paquete de harina con fuerza en la encimera, consiguiendo que le rebotara un poco en la cara.
—¿Eres consciente de qué estás delante de mí y que te daría a ti y no a mi?— Le molestó al darse cuenta de que se estaba intentando quitar los restos con la muñeca.
—Si hubiéramos comprado una tarta del mercado no tendríamos que estar pasando por esto— Bufó, viendo su propio reflejo en uno de los utensilios de la cocina, teniendo varias manchas blancas por los cachetes y frente.
—¡No! Tenemos que hacerla nosotros como unos buenos padres responsables— Se quejó, sacudiendo sus manos aposta para que el otro obtuviera otras pequeñas manchas.
—¿Tú te crees muy gracioso verdad?— Al morderse el labio inferior para reprimir la risa, se percató de que también tenía restos del ingrediente ahí, que le hizo toser poniendo cara de asco.
—Menos mal que Shotaro no está viendo la escena que estamos montando o se iría a vivir con sus tíos— Negó con la cabeza mientras reía por lo bajo.
—Pero que cosas dices, si somos los mejores padres— La sonrisa triunfante que se vió en su cara le demostró que lo decía con total sinceridad.
—No te puedo negar eso— Rió mientras tomaba la levadura que permanecía a su lado— Ni se te ocurra moverme porque como eché de más nos cargamos la tarta— Mark rodó los ojos, recostándose sobre el pecho de su novio observando como echaba los ingredientes faltantes.
—No te olvides de la vainilla, pero no eches mucha que el sabor es demasiado fuerte— Recordó a lo que Yuta asintió depositando un sonoro beso en su mejilla, aplicando algo de fuerza que hizo al adverso reír.
—¿Qué haría yo sin ti?— Arrastró sus palabras, como si estuviera formando una melodía en lo que terminaban con la masa— Ve haciendo la nata para ponerle por encima, solo tienes que mezclar los ingredientes y batir— Indicó mientras daba los últimos detalles a la forma.
—Si mi capitán— Se rindió de querer llevar él el mando a la hora de ver quién cocinaría más o daría más órdenes.
En lo que el horno hacía su magia con lo que estaban cocinando, recogieron y limpiaron lo que habían utilizado y manchado. Al ver que aún les sobraba algo de tiempo, Mark se apoyó en la encimera, atrayendo al mayor hacía él por el borde del pantalón, sujetando con una de sus manos la nuca, para poder acercarle fácilmente a su propio rosto y depositar varios besos en su boca, sonriendo de entre medias al notar el sabor dulce que portaba esta y el tacto suave que era algo común en los labios de Yuta.
Una vez que el horno sonó indicándoles que su creación estaba lista, entre los dos lo rodearon con la nata, que gracias a la idea de Mark de ponerle un colorante, ahora tenía un tono verde claro, aprovechando lo que sobró para mancharse la cara el uno al otro.
Mark vió una oportunidad perfecta a la hora de tomar la muñeca de su novio y llevar uno de sus dedos a sus labios, quitando lo que sobraba antes de que tuviera la ventaja de mancharle más a él. El contrario esbozó una sonrisa de lado, sin apartar la mano de ahí, y cuando terminó de realizar ese gesto, le atrajo a él para deshacerse él mismo de las manchas de nata, que, obviamente siendo algo pensado, habían quedado cerca de sus labios. Al separarse, Mark pintó un pequeño puchero en sus labios, inconforme por el poco tiempo que había durado el sentir sus labios recorriendo el contorno de su boca.
—Vamos a tener que hacer más tartas juntos— Guiñó uno de sus ojos en la dirección que se encontraba el menor, girándose para decorar la tarta con pequeños dulces que había escogido Shotaro— Listo— Sonrió victorioso, dejándola en la bandeja que habían elegido para esa ocasión.
—Déjalo en la nevera mientras nos encargamos del resto— Indicó en lo que sacaba de una pequeña bolsa lo que habían comprado el día anterior.
Estando en el tercer cumpleaños de su niño, decidieron levantarse temprano en la mañana para decorar el salón y preparar las cosas que anteriormente no pudieron porque querían que fueran una sorpresa sin que el pequeño se enterara.
Yuta se encargó de la decoración en lo que Mark cocinaba el desayuno. El mayor le había prometido tortitas con chocolate y un batido, y no iba a no dárselo si ya estaba dicho.
Felices por el resultado, se cambiaron rápidamente de ropa, entrando a la habitación de Shotaro, quien aún dormía plácidamente en su cama.
—¡Feliz cumpleaños!— Exclamaron a la vez dejándose caer cada uno a su lado.
El pequeño no tardó nada en abrir los ojos, sonriendo con felicidad, pasando la mirada de uno a otro. Abrazó a Mark primero, quien se encontraba un poco más cerca suyo, sin embargo, no tardó en estirar su otro brazo para rodear a Yuta también con él.
—¿Hay tortitas?— Fue la primera frase que soltó, ganándose una carcajada de sus padres.
—Sí cariño, hay tortitas, ¿vamos a por ellas?— Habló Yuta, siendo él quien le tomó en sus hombros para dejarle a más alturas.
—¡Sí!— La carcajada que soltó mientras se sujetaba al chico que le había agarrado derritió completamente los corazones de los adultos.
Mark, quien podía verle claramente, sonriendo ampliamente por lo feliz que se veía.
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30 days 🍉YuMark🍒
RomantikTreinta historias distintas sobre Mark y Yuta. Está historia no me pertenece, la historia original es de @lxst_romeo