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Los ojos de Mark pasaron de Yuta a Taeyong, luego viceversa, y así progresivamente durante un par de segundos. El chico podía tener una mirada dulce y amorosa, pero cuando el enojo le poseía, esta cambiaba drásticamente, se tornaba tan oscura y pesada que te hacía tragar saliva.

—¿Ninguno de los dos va a decir nada?— Cuestionó, alzando una de sus cejas. Yuta suspiró, humedeciendo sus labios. Observó por un instante a Taeyong hasta dejar caer la mirada en su pareja.

—Bien— Se incorporó de la silla, pasando una de sus manos por el cabello— Hablaré yo.

—Te escucho— Contestó tajante, cruzándose de brazos mientras dejaba caer su cuerpo al lado de Ten, en el sofá frente de los otros dos chicos.

—Yo le dije a Taeyong que hiciera eso con Ten, pero no esperaba que fuese a más allá. Estábamos hablando del futuro, no pensé que se lo tomaría tan en serio como para realizarlo ahora, ignorando que le aclaré que era para dentro de unos años— Usó un tono de voz suave, era consciente que si llevaba su enfado hasta el nivel en que lo tenía Mark, el único que saldría perdiendo sería él porque el menor no escucharía más nada de lo que tuviera que decirle.

—¿Cuántas veces te he dicho que no te metas en asuntos de parejas? Si no tiene nada que ver con nuestra relación, ¿para qué lo haces?— Yuta debía mantener la calma, respirar hondo, pero ahora mismo esos planes se le fueron de la cabeza en un chasquido de dedos, como si esas frases fueran el detonante de la bomba que contenía su indignación.

—Tiene gracia que me digas eso cuando ahora mismo estás haciendo todo lo contrario, ¿no te parece un poco hipócrita por tu parte?— La mueca que se pintó en su cara y el leve apretón de puños que hizo Mark, provocaron que los otros dos se miraran entre sí algo nerviosos y expectantes de lo que ocurriría a continuación.

—Me estoy metiendo porque tú iniciaste esta estupidez, alguien tenía que arreglarlo y obviamente no podías ser tú— Se incorporó del cómodo asiento en el que estaba para plantarle cara directamente.

—¿Me estás llamando inútil?— Enarcó una ceja, dando un paso más cerca de él.

—Yo no he dicho eso, lo has dicho tú sólo, así que...—Se encogió de hombros soltando un suspiro con toda la falsedad que se podía permitir para esa ocasión— Puede que tengas razón— Yuta dejó escapar todo el aire que se hallaba en sus pulmones, chocando este con el chico que tenía delante.

—Mira— Aunque todos sus músculos estaban tensados, respiro hondo por tres veces para contenerse de soltarle otro insulto a él— Punto número uno, no debería haberme metido, lo sé, pero si tú hubieras visto triste a alguno de los dos, estoy seguro que también hubieras intervenido. Punto número dos, la culpa no es mía del todo, Taeyong interpretó lo que dije de una manera errónea, quizás también hubiera tenido que explicar las cosas de otro modo, pero estás exagerando considerablemente. Y punto número tres, no eres la boca de Ten, ni tampoco su cerebro, si el chico está disgustado o le agrada la idea, debería decirlo él, no saques conclusiones sólo porque se alarmó de lo que le propuso— Finalizó, retrocediendo antes de que se le escapara algo que no quisiera decir.

Yuta pudo ver la duda y el desconforme cruzar por la cara de su novio, que mordía su labio inferior, seguramente buscando las palabras perfectas para contraatacarle de la misma manera, porque a pesar de que estuviera molesto tanto con Yuta como con Taeyong, uno era su novio y otro uno de sus mejores amigos, no podía ponerse a discutir con ellos como si no existiera nada más que eso. 

—Bien— Giró un par de centímetros hasta Ten, tirando de su muñeca para levantarle, cosa que provocó que Taeyong se pusiera en pie a la vez— Entonces no tengo más nada que decir—Declaró recostándose en el posabrazos del sofá.

—Yo...— La voz de Taeyong sonó débil, con miedo a que lo que pudiera decir empeorara la situación, tanto la de su pareja como la de sus dos amigos— Me dejé llevar por la conversación que tuve con Yuta, él no tiene la culpa, pues sólo estaba buscando usar las mejores palabras para plasmar una idea futura. Lamento esto, y me gustaría hablar con Ten, a solas si podría ser— Ni él mismo tuvo claro como fue que sus palabras salieron, pero ya las había dicho y no se arrepentía en lo absoluto.

Yuta y Mark intercambiaron una mirada rápida, asintiendo, y sin pronunciar más nada se marcharon del salón.

Durante el recorrido del pasillo, ninguno dijo nada, ni siquiera se miraron o hicieron algo para juntarse más. Sin embargo, eso no impidió que entraran al dormitorio que compartían, Yuta dejándose caer en la cama mientras que el contrario se sentaba en su escritorio a usar el portátil.

Estuvieron callados por un par de minutos, hasta que fue Mark quien se giró con la silla, suspirando a su vez.

—Lo siento— Fue lo primero que dijo, ganándose completamente toda la atención del chico que permanecía en la cama— No considero que seas inútil, fue injusto contigo cuando sólo querías explicarte— Yuta negó con la cabeza, sentándose en el borde de la cama que quedaba más cerca de Mark.

—Está bien, quizás debería controlar las ideas que se me pasan por la cabeza, sobretodo si no tienen que ver con nosotros—Mark esbozó una pequeña sonrisa, levantándose de la silla para sentarse en sus piernas, rodeándole el cuello.

—La verdad es que el hecho de que le propusieras a Taeyong casarse con Ten en el futuro, fue una idea algo loca, pero no estaba mal encaminada, ni de lo que ellos quieren, ni de la realidad que seguramente ocurra— Rió, negando con la cabeza suavemente— Pero creo que hemos tenido suficiente por hoy de estar en bandos distintos, me gusta más cuando somos un equipo— Un puchero se puso en sus labios a la vez que rodeaba la cadera de Yuta con ambas piernas.

Mark dió un pequeño empujón a su novio por el pecho para recostarle sobre el colchón, estando él ubicado un poco más abajo de su abdomen. Se inclinó lo suficiente como para que sus labios se juntaran y Yuta pudiera llevar cómodamente las manos hasta su trasero, haciendo algo de presión para acercarle más a él.

Estaban tan acostumbrados a besarse en momentos tan repentinos que ya se había vuelto una costumbre para ellos. El comenzar con besos suaves y unas delicadas caricias hasta acabar con uno de los dos proporcionándole placer al otro. No es que tuviesen un horario marcado para que no se repitiera, sino que quien tomase la delantera al otro era el ganador de ese pequeño juego en donde ambos recibían un premio.

30 days 🍉YuMark🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora