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Eran las diez de la mañana del 1 de febrero, pero Yuta llevaba despierto desde las ocho, posteriormente a eso, había dejado en la cama a su novio, quien recibía unos pequeños rayos de luz que se colaban entre las cortinas, brindándole al mayor una hermosa fotografía que no dudó en realizar para guardársela como un pequeño tesoro. 

A pesar de que había felicitado a Mark en la medianoche, se propuso darle un día lleno de sorpresas y pequeños detalles que pudieran contentarle, así que cuando la alarma de su móvil sonó, despertándole del sueño de una manera algo brusca, no rechistó y simplemente se levantó para empezar con la lista de tareas que tenía. Daba gracias que el contrario tenía un sueño profundo y pesado, el cual hizo que ni se percatara de la falta de su novio en la cama.

En el bloc de notas del móvil escribió todo lo que tendría que llevar a cabo, especificando hasta el más mínimo de los detalles por si se le llegase a olvidar algo en algún momento. Hacía demasiado frío, los tres grados que estaban en la pantalla de inicio se lo confirmaron, por lo que optó por hacer un desayuno que les hiciera entrar en calor.

A decir verdad, Yuta siempre había sido un buen cocinero, sin embargo, el estar con Mark le hizo aprender más recetas para que este disfrutara con su comida. El pequeño menú para esa mañana sería un chocolate caliente acompañado de crepes. Como no tardaría mucho en hacerlo, fue primero a decorar el salón de la mejor manera posible, el sofá quedó cubierto de mantas y cojines, el mando cerca para poder disfrutar de varios capítulos de su serie antes de proseguir con el resto de los planes que tenía en mente el mayor.

Se permitió ir con lentitud y calma, perfeccionando hasta el más mínimo de los detalles, incluso puso por las estanterías pequeñas guirnaldas de estrellitas. Cuando las manecillas del reloj marcaron las diez, Yuta dejó el desayuno en el salón en una bandeja, además, depositó un pequeño sobre y una rosa al lateral.

Se dirigió hacia el cuarto que compartían, abriendo la puerta con cuidado de no despertarle, pero no fue así, aún seguía durmiendo abrazado a su almohada y con el edredón cubriéndole hasta el cuello. Se acercó a él, arrodillándose para poder acariciarle con cuidado el rostro, la yema de sus dedos pasaban suavemente por sus mejillas, proporcionándole unas pequeñas cosquillas que no pudo ignorar y se fue despertando poco a poco.

—Mark, despierta bebé— Cuando el mayor pronunció esa frase, el mencionado fue abriendo los ojos poco a poco, estirándose en el sitio mientras una pequeña sonrisa se iba formando en su cara.

—Buenos días— Murmuró, aún adormilado.

Yuta le devolvió el saludo, añadiendo un par de besos en su frente y cachetes. En reacción, Mark rodeó su cuello para engancharse a él. Era algo común en ellos, así que el adverso fue rápido en agarrarle por los muslos para cargarle en su cintura.

—¿Quieres ir a desayunar?— Su tono de voz era suave, volviendo a dejar diminutos besos en su rostro. En respuesta hizo un sonido de afirmación, acurrucándose en su hombro para ser llevado hasta el salón por su pareja.

En el camino, a paso lento, Yuta se encargaba de repartir caricias por la espalda de Mark, quien se retorcía riendo por las cosquillas que este le daba. 

Sabía que estar con Yuta era como haber ganado la lotería, y cuando observó el salón, sólo pudo confirmar eso una vez más, agradecido porque entre todas las personas del mundo, le haya elegido a él para formar una relación.

En realidad, la mañana pasó más rápido de lo que hubieran querido, tres capítulos de su serie mientras Yuta molestaba a Mark manchándole de chocolate, solía hacerlo en varias ocasiones para poder darle besos utilizando alguna excusa, aunque no le hiciera falta porque luego sería el contrario quien se sentara en sus piernas para besarle.

—¿Ya puedo abrir mi regalo?— Preguntó con un puchero y ojitos de gatito para poder convencerle.

El mayor le había dicho que se quedara en el salón en lo que recogía y limpiaba lo que habían utilizado, y aunque a Mark la curiosidad le estaba matando lentamente por saber que había dentro del sobre, se guardó las ganas.

—Ahora sí— Sonrió de lado cayendo a su lado, pasándole tanto la rosa como la carta.

Mark agarró ambas cosas sin ocultar la felicidad que sentía, abrió el papel con cuidado, era partidario de guardarse hasta la mínima cosa que compartía con su novio y ese regalo no iba a ser menos. Sacó despacio los dos pasajes de vuelo, mirando el destino curioso, para después abrir los ojos como si no se creyese lo que estaba viendo.

—¿Canadá?— Exclamó sorprendido y apresurándose en dejarse caer sobre el cuerpo de Yuta, quien no tardó ni un segundo en rodearle.

—No han sido pocas las veces que has mencionado que querías volver, así que he pensado que sería una buena idea viajar juntos— Un pequeño chillido de emoción se escapó de los labios del menor.

Yuta amaba cuidarle y mimarle, siempre le escuchaba atento para poder guardarse cada cosa que decía, tenía consciencia de que lo podría usar próximamente.

Un sinfín de besos adornaron la cara de Yuta, dados por un entusiasmado Mark, que aún no terminaba de analizar lo que había preparado su novio. 

El resto de la mañana la disfrutaron de una manera hogareña. Después de su desayuno fueron a ducharse juntos, era casi una rutina que compartieran ese momento del día, en donde a continuación se ayudarían a secarse el pelo, bromeando y picándose entre ellos, Yuta aprovechando en besarle cada vez que podía, o rodearle con su toalla para acercarle a él y a abrazarle.

La noche la tenían reservada a sus amigos, con los cuales habían quedado para cenar y celebrar el cumpleaños del menor, añadiendo que tenían que hacer algo todos juntos en algún momento del día porque no podía ser sólo Yuta quien disfrutara de un día tan especial.

Sin embargo, eso no fue un impedimento para que a la hora de comer el mayor robara al cumpleañero para llevárselo a un restaurante bastante bonito que quedaba enfrente de un jardín. 

Tomaron la decisión de quedarse dentro del local, pues el frío empezaba a hacerse presente nuevamente en ellos si se quedaban parados en un mismo lugar, aunque gracias a la reserva que había realizado Yuta, pudieron tener mesa en la terraza que estaba cubierta de ventanas que les brindaban una vista a la ciudad desde lo alto.

Al tener algo de tiempo todavía, pudieron pasear. El lugar en el que estaba ubicado el restaurante era una zona poco común para ellos, así que se dieron ese pequeño momento para ir entrando a tiendas e ir haciéndose fotos en diferentes lugares.

Casi a la hora de salir hacia el restaurante que habían escogido sus amigos, Yuta rodeó a Mark por la espalda frente al espejo, depositando un beso en su cuello mientra agarraba sus manos para entrelazar los dedos.

—Estás precioso— Halagó, apoyando la barbilla en su hombro para ver su reflejo con una sonrisa.

—La ropa la has elegido tú— Bromeó rodeando los ojos.

—Lo sé, pero eso no quita el hecho de que te pongas lo que te pongas estés jodidamente hermoso— Sus palabras causaron una leve sonrojo en Mark, quien giró para rodear su cuello, depositando un pequeño beso en su barbilla, continuando por sus comisuras que se marcaban gracias a la amplia sonrisa que no podía ocultar, por último, dió uno más largo y lento encima de sus labios, acariciando con cuidado su cabello para no despeinarle demasiado. 

—Estoy muy feliz de poder pasar otro cumpleaños a tu lado— Declaró, bajando los brazos para rodearle por la cintura, poniéndose ligeramente de puntillas para esconder la cara entre el hueco del cuello y del hombro.

Yuta se fijó en ellos a través del espejo, de la forma en la que Mark se resguardaba en él y como se abrazaban. Sentía la respiración del menor chocar contra su piel, calmada, suave, como si supiera de sobra que nada malo le pasaría si bajaba la guardia con él. 

El mayor apoyó la cabeza sobre la del chico que estaba entre sus brazos, cerrando los ojos mientras disfrutaba de ese contacto que tantas veces tenían, pero que todas le hacían sentir una ola de felicidad en su pecho.

—Feliz cumpleaños Markie, gracias por ser tan maravilloso.

30 days 🍉YuMark🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora