El silencio los rodeaba volviendo el ambiente ameno para ambos, desde el momento en que sus miradas se cruzaron no necesitaron nada y esa era una de las razones por la que podían entenderse, el tiempo que pasó entre ellos en ese preciso momento parecía no existir. Serena se encontraba entre sus brazos escuchando el latido de su corazón, Seiya no tenía la intención de apartarse pero su tiempo era limitado, sabía que las Outer debían saber de su llegada a Kioto y era cuestión de tiempo para que se encontrarán una vez más.
Lentamente ambos se apartaron, Seiya acaricio sus mejillas retirando el rastro de lágrimas. Una suave y al mismo tiempo triste sonrisa se dibujo en los labios de la rubia, aquella expresión causó un amargo sabor de boca en el moreno.
—¿Qué pasa bombón? Dejaste de brillar—Serena trato de no mirarlo y así siguiera viendo aquella tristeza que siempre le acompañaba, le dolía solo recordar como él no respondió a su carta y ahora estaba allí.
—No viniste por mí—su respuesta logro confundirlo. Las lágrimas nuevamente comenzaron a deslizarse por sus mejillas, todo el dolor que le dejó su silencio y aquella tarde en la azotea seguían martillando su corazón—: te pedí venir por mi en la carta y nunca respondiste.
—No sé de que hablas, nunca recibí nada tuyo—Serena sonrío amargamente al darse cuenta que alguien interceptó su mensaje, por otro lado Seiya solo podía pensar en el mensaje que ella escribió para él y aunque deseaba decirle que le contará sobre su contenido no lo hizo y simplemente la llevó hasta las bancas—: si hubiese recibido ese pedido de tu parte en este momento serias mía, mi todo y enfrentaría al propio infierno por ti.
Serena quería sonreír, reírse y sentirse feliz pero nuevamente la oscuridad la absorbía al recordar que en una semana sería la señora Chiba, pensar en Rini y todo lo que vendría hacia que los grilletes y las cadenas provenientes de ese futuro la envolvieran con más fuerza.
—¿Por qué estás aquí?—quiso reírse ante la pregunta que hizo pero decidió no hacerlo y solamente abrazarla contra su pecho, podía sentir la presión y toda la tristeza que llevaba encima—: no deberías estar aquí.
—Hasta ahora nadie me ha prohibido la entrada al planeta, aunque posiblemente tus sailor lo harían—no respondió, optó por recostarse de su hombro mirando los árboles—: porque sigues con esto, no lo amas y mucho menos volverás hacerlo.
—Es mi deber—por una vez sintió que deseaba gritarle y quizás darle una bofetada, recordaba a la Serena que no se rendía y siempre llevaba una gran sonrisa en su rostro a pesar de las adversidades pero la mujer ante sus ojos no era ella, la mujer que mantenía entre sus brazos había perdido su brillo y todo rastro de alegría—: quizás no lo entiendas pero la paz depende de esa unión.
—Las utopías no traen paz—sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar sus palabras—: siempre que nace una utopía alguien buscará crear el caos, de traer la oscuridad una vez más.
—Tú como...—coloco un dedo en sus labios impidiéndole hablar.
—No importa como lo sé, pero entiendo por lo que estás pasando bombón—acarició su mejilla con suavidad—: yo aun te amo y no hay día que no deje de pensar en ti—acabo levantándose de su lugar estirándo la mano hacia ella—: pronto estarán aquí, vamos bombón, huyamos.
—Pero yo...no se a donde ir—Seiya tono su mano dándole un ligero apretón—: nos encontrarán.
—Vayamos a un lugar nuevo, no a Kinmoku porque irán allí, ocultemos nuestra energía y huyamos—Serena sonrío como antes no lo hacía, pensar en un futuro incierto, uno lleno de felicidad a su lado le regresaba las ganas de vivir—: ¿vamos?
Asintió, aparto sus miedos e inseguridades así como todo el sentimiento de cobardía que la envolvía al pensar en Uranus, Neptuno, Plut y Mars regañandola por no pensar en su futuro. No pensó en Darien ni las veces que le hizo algún desplante donde cada vez más su corazón era estrujado como una simple hoja de papel, olvido a Lita y Amy con sus constantes insinuaciones que debía aprender a comportarse como una princesa dejando de ser una niña irresponsable, aparto de sus recuerdo la mirada de reproche de Saturn por no pensar en la pequeña dama —¿Qué hay de mí?—, no supo porqué pero aquel pensamiento parecía instalarse con más fuerza en ella. A su mente vino la sonrisa de Mina animadola todos los días junto Artemis para que fuese feliz, por otro lado Luna, ella conocía su dolor y secaba sus lágrimas cada noche pidiéndole perdón por no ser fuerte ayudándola a seguir lo que de verdad amaba.
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Eclipse de Luna
RandomHabían pasado varios meses desde que pudieron vencer a Sailor Galaxia, el horizonte les dibujaba un hermoso futuro lleno de paz donde las ilusiones y los sueños podrían cumplirse. Sin embargo la vida tiene dos caminos; Serena había escogido seguir...